Uno de mis autores favoritos, junto con Siegfried Lenz y Gunther Grass, y junto con ellos autor de la llamada "Literatura de escombros", época terrible socioeconómicamente para Alemania, pero también época de crisis (en el buen sentido, en el de la oportunidad de cambio) y superación del pasado para aquel país y el resto de Europa. De esos tres autores, Böll me parece el más honesto, el más reflexivo, el que podía superar el terrible pasado que avergüenza a los alemanes de bien (que, probablemente, sean la inmensa mayoría). Porque el bueno de Heinrich Böll fue, como casi toda la población alemana viva en el momento, nazi. Se vio arrastrado por esa locura pangermánica influenciado, tal vez, por la terrible crisis económica que arrasó el país en la década de los años veinte y primeros treinta del pasado siglo a comprar la basura de Hitler y sus adláteres. Böll no tuvo miedo (como sí parece que lo tuvo Grass) en mostrar a la prensa una foto de su juventud con el uniforme nazi. Por supuesto, Heinrich Böll no fue un "buen" nazi, su alta moral se lo impedía. En realidad, fue alguien con una elevada exigencia cristiana que entendía a todos los hombres como hermanos por ser todos hijos de Dios (esto, evidentemente, chocaba frontalmente con el racismo y supremacismo nacionalsocialista).
Böll siempre estuvo influenciado por la visión social de la Iglesia católica, pero sin la arrogancia de los prelados y altos cargos de la milenaria institución. A fecha de hoy, el nombre de Heinrich Böll sigue encabezando la fundación política sin ánimo de lucro que se encuentra en el ámbito del partido alemán Alianza 90/Los Verdes.
Por nada del mundo pretendo hacer un alegato político, aunque sí quisiera dejar claro que personajes como Böll, haciendo de la honestidad su bandera, han tratado de llevar el principio moral más elevado del Cristianismo (la igualdad del ser humano por ser hijos del mismo Dios) como principio fundamental de vida y que este, en muchos casos, ha estado más cerca de posiciones políticas consideradas clásicamente "de izquierdas".
Al margen de temas políticos, Böll ha sido un revulsivo moral, siempre. En los rellatos recogidos en este pequeño volumen editado por Alianza se muestran la búsqueda de la honestidad como motor de la propia vida. El relato más largo, No sólo en Navidad, el autor, haciendo gala de un sutil humor, satiriza las costumbres inveteradas que se repiten maquinalmente sin sentimiento alguno; obviamente la celebración de la Navidad como mero hecho secular está en el centro de la sátira.
Pese a lo que se pueda pensar, Böll es un autor atemporal; válido en su época, válido hoy y válido siempre. La defensa de la moral más pura, la denuncia de la hipocresía y el hermanamiento universal de todos los hombres son los motores que movieron su obra y su vida; principios todos ellos muy alejados, desgraciadamente, de las motivaciones principales de la mayoría de la actual sociedad humana.