domingo, 30 de mayo de 2021

"Commitment Phobia", by Grand Snider (www.incidentalcomics.com).

 

Image taken from the site www.incidentalcomics.com

I Juan 2, 15-17. El amor al mundo y a Dios.

 15 No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. 16 Porque lo que hay en el mundo —la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero—, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. 17 Y el mundo pasa, y su concupiscencia. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

martes, 25 de mayo de 2021

"La biblioteca del capitán Nemo", por Per Olov Enquist.

  Es curioso, de los tres libros que saqué de la biblioteca días atrás, de von Horváth, Söderberg y Enquist (las tres últimas reseñas de este blog) tenía sólo claro coger la novela de Enquist; no había leído nada suyo, pero sabía que el guion de la película de 1987 dirigida por Bille August, Pelle el conquistador fue adaptado por Enquist. Así, que esperaba mucho de la novela de Enquist y poco de las otras. Eso es lo genial de la lectura de autores no leídos anteriormente, que se descubren joyas como la novela de Ödon von Horváth, un verdadero estudio sobre la violencia humana y sus orígenes, narrada en una época crucial de Europa, pero aplicable a todo tiempo y lugar. También descubrí a Hjalmar Söderberg, con una novela más coyuntural pero bien pergeñada y, principalmente, con una capacidad de descripción psicológica de la evolución del protagonista francamente loable. ¿Y la novela de Enquist? Bueno, la verdad es que en un principio no conecté con ella, me parecía muy deslavazada, sin estructura, verdaderamente caótica, al menos en el prólogo, pero luego fui entrando, encajando con ella poco a poco.
 Al terminarla, reconozco que sí me ha gustado. Si el prólogo tenía tantas analepsis que hacía difícil entenderlo, luego ya sigue una línea temporal reconocible, aunque sigue pareciendo más un cuaderno de recuerdos tomados a vuelapluma  que una novela. Grosso modo, es la historia de dos niños que son intercambiados en la maternidad y, años después, restituidos a sus respectivas familias. Uno de ellos (no se dice su nombre) es el que narra en primera persona todos los acontecimientos desde que tiene uso de razón, es decir, desde que, siendo pequeño, lo apartan de su familia para llevarlo a otra. El chico digiere mal ese cambio, siente incluso que ha perdido en el mismo, pues, aparentemente, sus nuevos padres, sus verdaderos padres biológicos tienen una situación social más precaria y una salud (especialmente, una salud mental) mucho más enclenque. Inicialmente, a pesar de todo, la infancia es más o menos normal, para un chico de la Suecia rural de principios de siglo XX, pero luego todo empieza a torcerse.
 En la novela hay algo de metaliteratura, poco, pero algo hay. El propio título da pie a entenderlo así, además de que el chico tiene como amigo imaginario (benefactor, lo llama en la novela) al propio capitán Nemo, y se hace numerosas referencias a las novelas más conocidas de Stevenson, Verne y Conrad. 
 Abunda el humor, eso sí, muy escandinavo (humor negro, pero más sutil que el inglés), a juzgar por lo que voy encontrando en los escritores de aquella península europea que voy leyendo (Hamsun, Söderberg, el propio Enquist...). Bromas que, por ejemplo, mezclan las citas bíblicas con Winnie the Pooh. Y, en general, la narración casi indiferente de hechos terribles como son la propia confusión en el parto y el intercambio de las criaturas; las embolias de Alfild que la llevan a la locura y, finalmente, a la muerte; o el aborto y muerte de Eeva-Lisa. Todo ello contado con los ojos de un niño que no juzga ni valora, simplemente cuenta los hechos con esa mirada inocente, sin dramatismos.
 Eso es lo que aparentemente se narra en la novela, pero al final...
 Al final resulta que nada fue así. No  quiero destripar la novela por si alguien quiere leerla, pero diré que finalmente la novela es una historia de la locura. Locura que afecta a todos los personajes, pero principalmente al narrador, con sus personajes imaginarios, no sólo el capitán Nemo.
 Después de leerla me queda un regusto muy positivo, lo contrario que sentía cuando la empecé. Es una novela sui géneris, que no se parece a nada que haya leído, pero de una calidad muy alta.
 Al igual que con la novela de von Horváth, los párrafos están rotos en sus correspondientes oraciones, lo cual da una prosa rápida, sin concesiones a lo superfluo.
 Novela interesante por sus giros argumentales y por la capacidad de expresar sentimientos y pensamientos de un niño con sus capacidades mentales perturbadas, algo que, evidentemente, no es fácil, pero que Enquist consigue de forma magistral.

jueves, 20 de mayo de 2021

"Doctor Glas", por Hjalmar Söderberg.

  Novela breve introspectiva en la que un joven médico (quizás cuando fue escrita, principios del XX, ya se podía decir plena madurez) de treinta años reflexiona sobre la condición humana en general, aplicándosela a sí mismo y a sus conocidos, así como la validez moral del asesinato. Según parece, el relato causó revuelo en su Suecia natal por la aparente inmoralidad de considerar un asesinato como algo plausible cuando se pretende liberar a alguien del yugo de un matrimonio infeliz. Dicho escándalo también sirvió, supongo, para proyectar al tal Söderberg a los escaparates de las todas las librerías del país y traspasar sus fronteras poco después. A España, tristemente, llegó muy tarde, y, más tristemente aún, incluso hoy las versiones  disponibles no son traducidas directamente del sueco sino indirectamente del alemán o inglés.
 Inicialmente me ha recordado sobremanera a Casa de muñecas de Ibsen, al menos en la temática claro (toda vez que la obra del noruego es teatro y esto es narrativa), ya que, al igual que Ibsen, para contravenir la situación social predominante en toda Europa, en la que una mujer joven tenía que apechugar con el marido viejo que le había tocado en suerte. Aquí con una vuelta de tuerca más, puesto que se presenta a la mujer como una pobre víctima de las convenciones sociales, a aguantar el deseo sexual de su marido (para más señas, pastor protestante) e incluso le lleva (ciérrese los ojos de la mente aquí) a buscar un joven amante que le haga olvidar tan mal trago, ¡pobre mujer! En todo caso eso es en el primer tercio de la novela, pues luego todo se centra en el doctor Glas del título que queda obnubilado por la joven esposa y su terrible situación hasta el punto que comienza a discurrir cómo eliminar al viejo marido.
 Es por tanto un triángulo amoroso, cuadrado, si incluimos al amante de la tipa. Pero, por el lado del protagonista principal es todo reflexión en círculos, mucho pensar, poco actuar. Y del mucho pensar se acaba reblandeciendo todo, si no que se lo digan al bueno de Nietzsche. Glas comienza a fabular con administrar cianuro al viejo pastor para liberar así a la oprimida fémina (¡pobre mujer!); inicialmente para dejarle el camino expedito con su amante, pero poco a poco se va poniendo él mismo en tan cálido puesto. Lo cierto es que tanto lo piensa que finalmente lo ejecuta. El viejo pastor (tan viejo como cincuenta y ocho años) muere envenado, así, la viuda (¡pobre mujer!) queda libre de su opresión y el psicótico de Glas comienza a imaginarse en el lugar del muerto.
 Leído en 2021 (habiendo leído ya tantísimo, algunas cosas excelsas, otras pocas auténtica basura, y la mayor parte ni fu ni fa) no me ha producido tanto escándalo, tal vez porque la distancia de los ciento dieciséis años deja todo cloroformizado, pero entiendo que en 1905 la polémica estuviera servida.
 Y en buena medida, esa polémica debió llegar como consecuencia de una doble moral (más bien una moral a la carta) en la que el bueno del doctor Glas se permite aleccionar moralmente a aquellos clientes que acuden a su consulta para buscar la interrupción de un embarazo ( un aborto, caray, vamos a dejarnos de eufemismos) y, sin embargo, mata sin remordimiento a un tipo para liberar a su esposa (¡pobre mujer!) de una vida matrimonial insatisfactoria.
 Es probable que el propio escritor y, sobre todo, sus editores buscaran el escándalo con ahínco, como antes dije, para situar su novela en lugar de preferencia en los escaparates, con lo cual (como pasa siempre) esta discusión de si es moral o inmoral es, en realidad, totalmente artificial y buscada. 
 Escándalos, polémicas y revuelos al margen, la novela es bastante potable. Tiene una capacidad de descripción de la reflexión que no llega a la que consigue un tal Dostoyevski, pero no le queda muy a la zaga. Crea, por otro lado, personajes a los que no juzga en modo alguno sino que  deja que el lector empatice con uno u otro en función de su idiosincrasia. Quizá esa sea la estrategia de Söderberg, pergeñar una novela en la que el personaje principal juzga moralmente a todo el mundo pero actúa de forma inmoral, según la moralidad dominante del momento; todo ello crea un juego bastante interesante y que da para que el lector se interese y lo exteriorice con otros lectores.

miércoles, 19 de mayo de 2021

"Jugend ohne Gott" ("Juventud sin Dios"), película dirigida por Alain Gsponer en 2017.

  Creo haber loado ya varias veces la fructífera relación entre el cine y la literatura, en mi opinión al menos, aquél al servicio de ésta. Porque, para que engañarnos, en la vida que nos ha tocado vivir y con la potencia que tiene la imagen, es mucho más fácil transmitir un mensaje a través de la imagen que de la palabra escrita. Por supuesto que muchos somos conscientes de que la novela permite mil matices y argumentos secundarios que no son desarrollables en el celuloide, pero, aún así, las nuevas generaciones, ésas que han nacido con una pantalla en sus manos siempre tenderán hacia lo más fácil y sencillo que a lo más costoso y complicado (tal vez por pura saturación de información). En todo caso, para muchos de los que ya peinamos canas, la película es una segunda forma de presentarse de la novela, o, mejor dicho, un intento de hacer más ligera la novela, aportando la imagen... No sé, el caso es que esta reflexión la hago tras haber visionado la adaptación de 2017 de la novela de Ödön von Horvath y he sentido precisamente eso: que la novela es más compleja, más rica, por el contrario, la película es más directa, más impactante.
Imagen tomada de filmaffinity.com
 Y, releyendo lo que escribí en la entrada de este blog sobre la novela, me ratifico plenamente en mis conclusiones. Decía entonces que la novela es atemporal aun cuando está ambientada en la Alemania nazi, pues las relaciones que narra son, desgraciadamente, comunes a los seres humanos de toda época y lugar; bien, pues, precisamente, la adaptación cinematográfica del tal Alain Gsponer sitúa la historia creada por von Horvath en la actualidad (aunque se ven algunos destellos futuristas) y en Alemania (concretamente se filmó en Baviera). Y luego, claro está, hay cambios en los personajes para modernizar la narración, así en la novela los chicos van un campamento en el que sólo hay varones, mientras que en otro más lejano están las chicas (como era habitual en los años treinta del pasado siglo), en la película, por el contrario, es mixto; el cura, amigo y consejero del profesor, ha sido eliminado; y el sargento ha sido sustituido por una psicóloga, todo más moderno. Estos cambios se unen a que los chicos no van a entrar a un grupo social tan terrible como las Juventudes Hitlerianas, pero van a entrar en otro que a veces puede ser igual de siniestro: la formación académica de élite encaminada a la consecución de un alto puesto directivo en el mundo laboral actual. En esos mundos tan parecidos y tan diferentes, la ambición desmedida de los chicos llega a provocar mentiras, falsos testimonios, asesinatos y suicidios. 

Imagen tomada del sitio www.bayern.by
   En fin, la película pierde matices, como antes decía, pero pone en valor la atemporalidad de la obra de von Horvath. Interesante recordar que la maldad no es exclusiva de los nazis, la maldad late en cualquier corazón humano, sólo hay que someter a ese ser a la tensión de tener que ganarse la vida y saber que puede perder ésta por una nimiedad para que la maldad animalesca salga a flote. Reflexión interesante para aplicarla a nuestras propias vidas.

martes, 18 de mayo de 2021

Franco Battiato (23 de marzo del 45 - 18 de mayo del 21).

 

Imagen tomada del sitio www.lhmagazin.com


Gli uccelli

Volano gli uccelli volano
Nello spazio tra le nuvole
Con le regole assegnate
A questa parte di universo
Al nostro sistema solare

Aprono le ali
Scendono in picchiata, atterrano
Meglio di aeroplani
Cambiano le prospettive al mondo
Voli imprevedibili ed ascese velocissime
Traiettorie impercettibili
Codici di geometria esistenziale

Migrano gli uccelli emigrano
Con il cambio di stagione
Giochi di aperture alari
Che nascondono segreti
Di questo sistema solare

Aprono le ali
Scendono in picchiata, atterrano
Meglio di aeroplani
Cambiano le prospettive al mondo
Voli imprevedibili ed ascese velocissime
Traiettorie impercettibili
Codici di geometrie esistenciali

Volano gli ucceli volano
Nello spazio tra le nuvole
Con le regole assegnate
A questa parte di universo
Al nostro sistema solare

Se van los mejores y quedan (quedamos) los malos.

lunes, 17 de mayo de 2021

Mafalda y los tres monos sabios.

   En este país de "enteraos" y, en las últimas décadas, de "enteraos summa cum laude", hay que explicar que los tres monos sabios no significan, como muchos creen, hacer la vista gorda ante los problemas del mundo, hacerse el desentendido y aprovecharse de todo, no, todo lo contrario, la tradición japonesa de los tres monos sabios (Mizaru, Kikazaru e Iwazaru) significa "no ver el mal, no escuchar el mal y no decir el mal". Es decir, protegerse de la podredumbre humana haciendo caso omiso a todo lo malo que los medios de manipulación, perdón, de comunicación, vomitan hora tras hora. Renunciar a lo mundano en busca de una realidad superior. Hacer un "apagón informativo a la inversa" y no colaborar transmitiendo el mal. Esto es: apagar la televisión, la radio, las redes sociales, los periódicos... Pues eso, valga la criatura principal del gran Quino para ilustrar esa suerte de ascetismo.

domingo, 16 de mayo de 2021

"Juventud sin Dios", por Ödön von Horváth.

   Hay novelas que por atemporales parecen escritas ayer mismo aunque lo fueran en realidad hace noventa años. Es el caso de Juventud sin Dios, una extraordinaria novela de un tal Ödön von Horvarth, hijo de un diplomático austriaco, étnicamente húngaro, muerto accidentalmente en París en 1938. Dicha novela está escrita con una prosa tremendamente ligera (a veces, es mi opinión, demasiado rápida, casi telegráfica), deshaciendo los párrafos en simples oraciones, lo cual convierte cada frase en un proyectil infalible que golpea al lector. En realidad no es un texto sensiblero, que nadie se confunda, incluso con el tema que trata (asesinato entre adolescentes), de hecho, lo apabullante es la frialdad con la que se describe a esos adolescentes, hipotético futuro de la sociedad, y sus comportamientos viciosos y pervertidos. Juventud sin Dios ha sido considerada paradigma de la denuncia de la sociedad pergeñada por los teóricos del nacionalsocialismo que, básicamente, se define por la consecución de unos objetivos (nacionalistas, étnicos y de identidad colectiva) por encima de cualquier moral. No es una interpretación errónea: von Horváth ya había sido señalado por los jerarcas nazis en el Völkischer Beobachter, la portavocía oficial; sus libros habían ardido en esas infames piras tantas veces recordadas; su casa familiar de Murnau, Baviera, había sido registrada en busca de textos antipatrióticos... Probablemente, su pertenencia a la nobleza austriaca lo libraba de momento, pero hubo de huir del país en todo caso, para encontrar una muerte absurda (la caída de una gran rama en un día de tormenta) en París. Sin embargo, la novela de von Horváth es atemporal, pues, desgraciadamente, todos esos vicios y perversiones son encontrables en cualquier tiempo y lugar.
 En esencia, la novela retrata la opresiva situación de un grupo escolar de adolescentes en la Alemania del Tercer Reich, en el ámbito de los campamentos de montaña que tan frecuentes fueron en el ámbito fascista (también, además de en Alemania, en Italia y en España) en los que se adiestraba militarmente a los chicos, además de "formar su espíritu nacional" y homogeneizaba sus dispersas mentes. En ese ámbito, el protagonista es un profesor que asiste atónito al desarrollo de las relaciones entre escolares, con el descubrimiento del amor, el sexo, los celos y la venganza como motores del asesinato de uno de ellos. El maestro no es totalmente ajeno a la desgracia, tampoco en el sentido de la responsabilidad, clara metáfora de que en una sociedad como aquélla no hay nadie que se libre de culpa, aunque sea por mirar hacia otro lado. El asesinato se esclarece en un juicio en el que los chicos no dudan en mentir y levantar falso testimonio  por librarse de un mínimo castigo, aun a sabiendas de que metían en un problema a un inocente.
 En mi opinión, esto es trasladable a cualquier sociedad humana. Retrata jóvenes (teóricamente, la mejor parte y el futuro de aquélla) con todos los vicios de los adultos: mienten, espían, levantan falso testimonio contra otros, incluso asesinan... pero, sobre todo, miran para otro lado y, en lugar de ayudar, se complacen con el mar ajeno. ¿Acaso ha habido alguna sociedad en la que todos esos vicios y defectos no hayan sucedido? ¿Acaso no lo hemos hecho, aunque sea en pequeña medida, nosotros mismos para no complicarnos la vida? Es fácil (y apropiado) entender esta novela como denuncia del sistema social basado en la delación y la falta de solidaridad impuestos por los nazis; pero es mucho más útil  si se piensa en que todos esos vicios son propios del ser humano de cualquier época y lugar. Hacer esto con una finalidad, claro está: buscar la solidaridad en lugar de la delación; la honestidad, aunque perjudique, en lugar de la mentira; el compromiso en lugar de la indiferencia; la misericordia en lugar de la aplicación brutal e impersonal de las leyes; la compasión en lugar del rencor... 
 El gran Primo Levi, víctima en primerísima persona de la brutalidad nazi, dedicó el resto de su vida a narrar sus terribles experiencias en el campo de concentración no para ganarse la compasión de los demás, sino para "vacunar" a la sociedad frente a la intolerancia, la barbarie y la indiferencia. Puede que la Historia no se repita nunca, como me decía un querido profesor, pero la naturaleza animalesca del ser humano pervive en lo más recóndito de su corazón y, bajo determinadas circunstancias, rebrota con ánimo homicida con facilidad, repitiendo esquemas ya acaecidos tiempo atrás.

domingo, 9 de mayo de 2021

"Génesis".

  Creo que verdaderamente la Biblia es "el libro de libros". No sólo, claro está, porque esté compuesto de una abigarrada mezcla de libros, algunos históricos, otros sapienciales, otros proféticos, incluso un poema erótico; sino porque el hecho de que miles de millones de humanos lo hayan leído de pe a pa ha marcado sin duda nuestra sociedad. Y es especialmente notable en aquéllos que luego han dejado obra escrita, marcada en muchos casos por la Biblia (estoy pensando, claro en Hermann Hesse, pero también en Tolstoi, Dostoyevski, Dickens o el propio Cervantes).
 Lo cierto es que los libros contenidos en la Biblia se pueden leer desde muchos puntos de vista. El más frecuente, no obstante, es el del creyente que busca un poco de luz entre tanta oscuridad; pero también podemos leerla desde un enfoque meramente literario (en cuyo caso, salvo los Salmos, el Cantar de los Cantares -el poema erótico al que antes me refería-, el Eclesiastés y alguno más, francamente dejan mucho que desear), o desde una visión más amplia que incluya todo lo humano, religioso y terrenal. Yo prefiero abordarlo desde este último plano, por ser más completo (aunque puede que más superficial). Así que empiezo por el principio, nunca mejor dicho, por el Génesis.
 Puede que este libro no sea el más antiguo de los escritos, pero sí el que trata de los orígenes más arcaicos. Es una obviedad ridícula, pero hay que tenerlo en cuenta. Desde un punto de vista literario, si al lejano autor de estas letras, muerto hace milenios, hubiera que pagarle en función de los millones de lectores que sus mal pergeñadas sentencias han tenido, no habría habido hombre más rico en la faz de la Tierra. Pero como el ser humano es como es, es un tipo desconocido para siempre. No cabe duda de que lo contenido en el Génesis forma parte de una cultura oral transmitida de padres a hijos desde los tiempos más antiguos, desde que surgieron las civilizaciones del llamado Creciente Fértil, especialmente de Mesopotamia. Así, el mito del Gran Diluvio ya está recogido en las crónicas de Gilgamesh, y tres cuartos de lo mismo se puede decir del mito de la creación, de Adán y Eva o del Paraíso terrenal. Bueno, pues, desde un punto de vista literario yo diferenciaría los cuatro primeros capítulos del resto, es decir, los tres mitos que he citado antes hasta justo el del Diluvio Universal. En esos cuatro capítulos hay fragmentos que es pura prosa poética, de una belleza y, a la vez, un simplismo verdaderamente maravillosos; frases que se aprenden de memoria y se repiten como sentencias justificadoras de la existencia... pura hermosura. Sin embargo, a partir de Noé, es todo más ramplón, da la impresión de que fuera otro escritor, uno más interesado en narrar los hechos desnudos sin darles mucho lustre. Salvo en momentos críticos (la historia de Abraham e Isaac, por ejemplo) todo tiende hacia una vulgaridad arrolladora. Esto desde un punto de vista meramente literario, pero la verdadera enjundia viene cuando se juzga desde un punto de vista humano y religioso.
 Desde un punto de vista humano y religioso de un tipo del siglo XXI que trata de dar un enfoque cristiano a su propia existencia y a todo lo demás, el Génesis es, perdón, la hostia. Desde esos enfoques, el Génesis es el libro más arcaico, anacrónico y desfasado que uno pueda leer. Paso a explicar esto: Tradicionalmente se ha tenido claro el abismo que existe entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento es, valga la redundancia, muy antiguo en el ámbito humano; es muestra de una sociedad tribal, primitiva y violenta que tiene a un dios exigente, cruel y vengativo; por el contrario, el Nuevo Testamento refleja una sociedad más moderna, que tiene un dios paternal, misericorde y generoso. Esto se lo enseñan a los chicos en catequesis para la Primera Comunión, y es tan indiscutible y evidente que no merece la pena ni argumentarlo. Pero ya, libro por libro, hay diferencias dentro del propio Antiguo Testamento, y, con mucho, el Génesis es de lo peorcito.
 A riesgo de que algún malintencionado me llame antisemita, diré que aquellos judíos que tienen la Torah, esto es, el Pentateuco cristiano (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) como norma fundamental de comportamiento cotidiano se convierten en auténticos nazis. Sé, por supuesto, que estos son una exigua minoría, los ultraortodoxos ("haredim" se llaman ellos mismos), porque la inmensa mayoría de los judíos, liman la aspereza de esos cinco libros con los libros contenidos en su Talmud, una recopilación inmensa de libros que convierte a más del noventa por ciento de los judíos en ciudadanos del mundo que respetan a los gentiles y ni se les pasa por la cabeza creerse superiores a nadie. Con todo, las minorías muchas veces marcan a la totalidad, sobre todo cuando se piensa apresurada y prejuiciosamente (como pensamos casi siempre, lamentablemente).
 Paso a paso, el Génesis contiene lo peor de la humanidad: la envida y el parricidio de Caín a Abel; el filicidio fanático, no consumado, de Abraham a Isaac; la manipulación terrible de una madre, Rebeca, para malmeter entre sí a sus dos hijos (Esaú y Jacob); el incesto de Jacob, encamado con Raquel y con Lía; otro incesto, el de Rubén; por supuesto la poligamia de todos ellos; la masturbación compulsiva de Onán; José, "guapo y esbelto", que es poco menos que violado por la mujer de su dueño, y que, al ser rechazada, miente y acusa a José de ser el violador; la traición, cuando José es recompensado por el Faraón y se olvida de su pueblo, que sigue esclavizado; las traiciones, engaños y abusos de autoridad de los hermanos de José, que lo venden como esclavo; el insulto descarado cuando Jacob "bendice a sus hijos", las doce tribus de Israel, en la que llama incestuoso a Rubén, "armas de violencia" a Simeón y Levi, "asno robusto" a Isacar, "lobo rapaz" a Benjamín... ¡Vamos, lo peor de lo peor! 
 Se dice del Génesis que es un libro histórico, pero, en realidad, es un libro repulsivo, que desprecia el género humano de una manera brutal, además de mostrar un dios, como antes dije, cruel, vengativo, tribal e inmisericorde.
 Recuerdo que hace veinte años, viviendo yo en Inglaterra, conocí un tipo que, tomándose cierta libertad, decía: "como los católicos no tenéis que leer la Biblia". Nada más cierto, en cualquier caso, que esa pulla un tanto simplona. La inmensa mayoría de los que se hacen llamar católicos y cristianos a voz en grito (precisamente por eso, por hacerlo a voz en grito, prueba de inmensa soberbia, no lo son) no han leído en sus puñeteras vidas la Biblia; no saben de que va, simplemente mantienen una tradición (mera liturgia) que vieron practicar a sus padres y abuelos... nada más. Es triste pero cierto. En mi familia, algunos ya fallecidos y otros todavía vivos se encuentran en esta situación. Lo cierto es que la generalizada incultura católica ha sido promovida por las jerarquías eclesiásticas para poder domeñar más fácilmente a su ignorante grey que, en realidad, sólo quería repetir lo que habían hecho sus ancestros para medrar socialmente. Si hubieran dedicado un poco de tiempo diario a leer los distintos libros de la Biblia se habían encontrado con unas incongruencias descomunales, pero también con algunos libros hermosísimos en el plano literario y, al menos en mi opinión, una espléndida guía de comportamiento en los Evangelios. Pero claro, leer (y, sobre todo, leer con espíritu crítico) es más trabajoso que escuchar adormilado el sermón de un orondo, borrachín y lujurioso cura que no entiende una mierda de nada y que, al igual que sus feligreses, sólo quiere abusar del poder del que le inviste una tradición milenaria que pervirtió el Evangelio para medrar socialmente.
 Es difícil justificar la existencia de muchos libros del Antiguo Testamento junto a los Evangelios. Únicamente por pura inercia de una tradición que busca enlazar algo rabiosamente moderno (aunque tenga dos mil años) y algo tan anacrónico como el Génesis. Francamente, prefiero leer el mito de Gilgamesh a muchos fragmentos de aquél; por lo menos con lo de los mesopotámicos no trato de buscar una norma de comportamiento aplicable en cualquier lugar y momento.

jueves, 6 de mayo de 2021

"El aventurero Simplicissimus", por Hans Jakob Christoffel Von Grimmelshausen.

  Una de las obras más importante de la Historia de la literatura en lengua alemana, que muchos recordamos haber oído citar en clase de Lengua y Literatura en el Bachillerato, pero nunca llegamos a leer (de forma obligatoria, al menos) pues se englobaba en la literatura del Barroco, emparentada con la llamada Novela picaresca, de la que se tenía que leer íntegramente El Lazarillo de Tormes y Rinconete y Cortadillo, así como fragmentos de El buscón de Quevedo. Así, se hacía una sucinta referencia a un autor alemán conocido como Grimmelshausen que tenía otra novela picaresca llamada El aventurero Simplicissimus, o, directamente, Simplicissimus. Pero claro, siendo el siglo XVII parte del llamado Siglo de Oro de las letras españolas, es natural que todas las energías lectoras se centraran en Cervantes, Quevedo, Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca... Bien, esto es lo bueno que tiene seguir leyendo sin que un profesor de instituto o universidad te obligue a ello, que se descubren verdaderas joyas que, en mi opinión, debieran tener más predicamento del que tienen.
 El tal Grimmelshausen nació en 1621 y murió en 1676 en el estado alemán de Hesse, lo cual viene a decir que le pilló de lleno la Guerra de los Treinta Años, en la cual los europeos decidieron matarse unos a otros por un "quítame allá esas pajas" en el ámbito religioso, unido, eso sí, con la ambición política y territorial de las casas reales del momento. Aquel periodo que llevó al exterminio de la mitad de los centroeuropeos por una diferente interpretación de unos mismos Evangelios debió calar notablemente en un alma sensible como la de Grimmelshausen. Eso y que, al parecer, había leído El Lazarillo (y yo casi aseguraría que también El Quijote) le decidió a escribir una suerte de novela picaresca, que sirviera de distracción y entretenimiento, pero también con un fortísimo mensaje moral, a saber: uno de los mensajes principales del Evangelio, que todas las dignidades y honores terrenales no son sino flor de un día y que lo único que tiene sentido es el mantenimiento inmaculado del alma inmortal.
 Decía que Simplicissimus se vio influenciado por El Lazarillo, pero seguro que también por El Quijote, pues el personaje principal es una mezcla de Quijote y Sancho, arquetipos humanos por excelencia. Así, Simplicissimus tiene la sencillez y bondad inmensa de Sancho, pero también la espiritualidad y altas miras de Quijote. Teniendo en cuenta además que la primera edición en alemán de la novela de Cervantes se publicó en 1621 y la de Simplicissimus en 1668, es más que probable que Grimmelshausen la hubiese leído y hubiese quedado prendado por la belleza atemporal del cuadro cervantino.
 Pues Simplicissimus no queda muy a la zaga de El Quijote en la muestra de la belleza del alma humana cuando ésta no está contaminada por la basura de la sociedad en la que nos ha tocado vivir. El personaje principal es un alma cándida, inocente, que no comprende la corrupción y miseria humana cuando la contempla con sus claros ojos. Las citas bíblicas son continuas, hechas desde una simpleza tan inabarcable como un portaviones. Es, ya digo, la sencillez de Sancho y el idealismo de Quijote combinados. La moral que se trasmite, no me queda duda, es totalmente cristiana, pero habría que apostillar que, en mi opinión, más típicamente reformada que católica, pues trata de volver una y otra vez a la pureza del Evangelio, desprovisto de toda la Tradición que tanto ha emponzoñado la vida de los europeos del sur.
 La novela, bastante extensa, por cierto, es una delicia para paladear con tranquilidad, sin prejuicios de ningún tipo, igual que se ha de leer El Quijote, más con el alma que con el intelecto.