No tengo duda alguna de que la literatura que más me llena en los últimos años es la mal llamada "literatura victoriana", especialmente relatos de temática fantástica. Porque fue en aquel prolífico periodo (siglo XIX y principio del XX) cuando el todavía Imperio Británico generó una pléyade de escritores de una calidad no alcanzada todavía. Herbert George Wells no puede ser, en puridad, considerado un escritor victoriano, toda vez que la mayor parte de su obra fue escrita en el siglo XX, ya fallecida dicha monarca y entrado Reino Unido en un decaimiento político y social en el que todavía hoy siguen ahondando; en todo caso, la prosa de Dickens, las hermanas Brönte, George Eliot, Thomas Hardy o Henry James dejaron una impronta indeleble en la de Wells, con las modificaciones lógicas del paso de varias décadas. Por otra parte, el gusto por lo fantástico se inicia en el Romanticismo literario (nombre correcto para la literatura victoriana) y fueron los anteriormente citados los que comenzaron una extraordinaria tradición que se mantiene en la narrativa anglosajona hasta nuestros días.
De hecho, Wells pasó a la historia por un excelente puñado de relatos fantásticos entre los que se encuentra La máquina del tiempo; otros son La isla del Dr. Moreau, El hombre invisible o La guerra de los mundos.
Tal vez me guste tanto este estilo porque se aúnan la calidad literaria más preciosista (descripciones cuidadas, léxico amplio, alejamiento de la prosa facilona y periodística) con temas que enganchan y entusiasman. Es, probablemente, la lectura ideal para la primera juventud, cuando se forja definitivamente un lector. Wells, junto con Verne, Kipling, Conrad, Stevenson y otros tantos escritores de lo que en mi época llamábamos "libros de aventuras" fueron los que me han facilitado la supervivencia en un mundo que es mucho más sórdido y vulgar de los que se pueden leer en sus obras.
No es sorprendente que los relatos de Wells hayan sido llevadas al cine con mayor o menor éxito. La máquina del tiempo también fue adaptada, aunque con notables modificaciones, tales que apenas se reconoce en la adaptación de 1979 que fue titulada "Time after Time".
En el relato de Wells, tras la llegada a un futuro lejano, el Planeta Tierra está dominado por dos formas de vida totalmente opuestas derivadas de los humanos: los eloi, seres que viven en la superficie, son vegetarianos y aparentemente estúpidos; y los morlock, que viven en las profundidades, son carnívoros y agresivos. El protagonista explica su teoría según la cual los eloi derivan de las clases aristocráticas de la sociedad humana y los morlock del proletariado. Es, por tanto, una fantasía con carácter social y filosófico, pues denuncia la brutal sociedad de su época en la que la divergencia social era tan marcada que difícilmente podía hablarse de una sola sociedad. Esto, según algunos, explica el posicionamiento ideológico de Wells que buscaba en el comunismo la superación de toda animalidad humana.