sábado, 7 de octubre de 2017

"Joyita", por Patrick Modiano.

 A medida que uno envejece va adquiriendo una cierta maestría en la discriminación de las formas de escribir de cada autor, supongo que será la experiencia de tantas décadas como lector. Lo cierto es que, modestia aparte, creo que podría determinar el autor con tan solo leer un par de párrafos. Eso ocurre con Modiano, un tío que tiene una prosa tan característica y un tipo de paisaje urbano y protagonistas que no es confundible con ningún otro autor contemporáneo.
  En Joyita todo ocurre en París, cómo no, y sus personajes son gente joven con apariencia de vidas rotas o, al menos, sin un futuro claro; su prosa, por otro lado, es rápida, periodística y poco complicada, con escasísima adjetivación y frases subordinadas.
 No sé qué tiene Modiano, pero reconozco que me engancha. Hay que reconocer que son lecturas sin complicaciones, sus novelas (más bien relatos) se leen en apenas un par de días y, desde luego, no son complejas ni tienen dobles lecturas. Con todo, hay algo extraordinariamente moderno en Modiano que enlaza con Kafka: esa supuesta deshumanización social que lleva a sus personajes a una alienación asumida con resignación, sin lucha pasional. El ensimismamiento de los personajes "modianescos" coincide con los de Gregorio Samsa o Josef K.
  Son, por tanto, vidas perdidas pero que siguen adelante en una suerte de marasmo sin fin, pero todo narrado sin dramas, con una normalidad aparente libre de cualquier arrebato pasional.

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