Lo primero que leo de Kadaré. Otro balcánico, ¡buff qué obsesión! Esta vez un albanés. Me parece interesante reflexionar que siendo Albania un país tan pequeño, de un tamaño semejante a Galicia y con una población total como la ciudad de Madrid -aunque con los residentes fuera del país llegan a los cinco o seis millones-, probablemente no sabríamos nada de sus centenarias y particulares costumbres si no fuera por autores como Kadaré que las llevan a una verdadera universalidad.
Porque, según queda meridianamente claro en la novela, el montañoso norte de Albania es un mundo aparte del resto de Europa. Allí prevalece un derecho consuetudinario sobre cualquier ley escrita, se llama Kanun, y rige las vidas de los montañeses con preceptos estrictos y, a mi modo de ver, alienantes. De hecho, el personaje principal, Gjorg, se ve forzado a asesinar a un hombre que previamente asesinó a su hermano, una forma de "lavar la sangre", pero con todos los detalles perfectamente prefijados: cuando ha de hacerlo, de que modo, qué ha de hacer después de matarlo... Es una suerte de destino del que no puede escapar.
La trama, que no omite ningún detalle del Kanun que afecte al personaje, está narrada con suficiente amenidad para que no resulte asfixiante; en verdad, no es difícil identificarse con su angustia, ya que, a pesar de haber hecho todo "correctamente", sabe perfectamente que será asesinado cuando finalice un periodo de tregua que denominan besa.
Es una novela muy original y que tiene, como antes dije, un valor testimonial de unas costumbres ancestrales de un pequeño rincón de Europa.