De Joann Sfar, uno de los mejores historietistas europeos contemporáneos, ya hablé a cuenta de su cómic Chagall en Rusia, donde plasma el particular universo del pintor expresionista Marc Chagall, alguien que, probablemente, compartía muchos aspectos con el dibujante y escritor nacido en Niza. Ambos tienen un origen judío que los ha marcado en su producción artística, ambos se han alejado de dicho origen para buscar su originalidad en el mundo occidental, ambos quieren explicar y explicarse a través de sendos mundos.
Ahora empiezo con una obra emblemática de Sfar que tiene unas ambiciones muy notables, pues pretende presentar la cosmovisión judía a través de un animal: el gato del rabino.
Sfar es, para mí, el paradigma del buen creador de cómic: alguien que con un estilo particular no copiado de nadie es capaz de dibujar historias con argumento interesante que va más allá de la mera aventura para adolescentes. En esta primera entrega de El gato del rabino se utiliza a ese animal para enseñar las ya difuntas comunidades judías de Marruecos y Argelia, con sus costumbres, sus dificultades diarias al ser minoría, sus tradiciones atávicas y un tanto opresivas... El gato en cuestión se convierte en "medio humano" y desea acercarse a la religión de "sus mayores", al judaísmo; y, como se enseña en el judaísmo, que en ese sentido es menos autoritario que el cristianismo, comienza a discutir con su maestro sobre las principales creencias del mismo que atañen a todas las horas de la vida mundana del creyente.
Una de las obras más interesantes que he leído en los últimos años, por cuanto trae a nuestra consciencia actual algo que, en caso de españoles y portugueses sobre todo, está en nuestra memoria histórica, y lo hace de un modo moderno y ameno.