miércoles, 16 de septiembre de 2020
"El cosmos largo", por Terry Pratchett y Stephen Baxter.
lunes, 14 de septiembre de 2020
"Não tenhas nada nas mãos…", Ricardo Reis (Fernando Pessoa).
Não tenhas nada nas mãos
Nem uma memória na alma,
Que quando te puserem
Nas mãos o óbolo último,
Ao abrirem-te as mãos
Nada te cairá.
Que trono te querem dar
Que Átropos to não tire?
Que louros que não fanem
Nos arbítrios de Minos?
Que horas que te não tornem
Da estatura da sombra
Que serás quando fores
Na noite e ao fim da estrada.
Colhe as flores mas larga-as,
Das mãos mal as olhaste.
Senta-te ao sol. Abdica
E sê rei de ti próprio.
No tengas nada en las manos
ni una memoria en el alma,
que cuando un día en tus manos
pongan el óbolo último,
cuando las manos te abran
nada te caiga de ellas.
¿Qué trono te quieren dar
que Atropos no te quite?
¿Qué laurel que no se mustie
en los arbitrios de Minos?
¿Qué horas que no te conviertan
en la estatura de sombra
que serás cuando de noche,
estés al fin del camino?
Coge las flores, mas déjalas
caer, apenas miradas.
Al sol siéntate. Y abdica
para ser rey de ti mismo.
viernes, 11 de septiembre de 2020
"Ha llegado el águila", por Jack Higgins.
Tengo claro que las bibliotecas públicas son los centros culturales más importantes que tiene cualquier población; mucho más que los teatros, auditorios y cines. Desgraciadamente, la mayor parte de mis conciudadanos tiene la opinión contraria. Desgraciadamente, o no... En fin, al margen de la estulticia generalizada de la sociedad, una biblioteca pública bien surtida es una bendición del cielo, un refugio ante la mediocridad, un oasis en el desierto... Los cines, teatros y auditorios son necesarios, nuestra vida (al menos, la mía) sería más pobre y gris sin ellos, pero las bibliotecas son el oxígeno que respiro. Suelto esta cursilada para decir que, además de ser imprescindibles, las bibliotecas públicas permiten leer libros que, bien porque están descatalogados y no se encuentren de segunda mano, bien porque no interese comprarlos, se encuentran allí con total normalidad, esperando ser rescatados del estante. Este último caso es el de la novela que leo ahora: una novela fuera de mi, digamos, "tipo habitual de lectura" y que, aun en edición de bolsillo, no compraría; no tanto por los quince o veinte euros que me iba a costar sino porque no me parece que fuera a tener calidad suficiente como para formar parte de mi biblioteca personal (uno todavía tiene la estúpida pretensión de formar una biblioteca contundente -voy por los mil quinientos ejemplares- que legar a mis hijos). Bueno, es esta novela:
Y aquí recupero lo que decía al principio: no me gastaría los quince o veinte euros que me pedirían los de Grijalbo Mondadori (grupo Penguin Random House) porque no quiero guardar el libro ni que forme parte de mi biblioteca, pero ¿leerlo? Sí, leerlo sí, ¿por qué no? Desde luego no es mi lectura habitual, pero, hasta lo que he leído, la novela está bien pergeñada, los personajes son redondos y sin incongruencias, y la calidad prosística más que aceptable (frases relativamente cortas, predomina la narración sobre la descripción, no muy adjetivada... lo que algunos llaman estilo periodístico, pero sin errores claros).
Esta novela fue un superventas en su época (allá por 1975), quizás una época en la que se habían enfriado ya la indignación popular (nunca suficiente, si lo fuera no habría guerras) de la Segunda Guerra Mundial, y la gente buscaba algo que enganchara para leer sin hacerse preguntas morales.
miércoles, 2 de septiembre de 2020
"Reading Window", by Grant Snider. (www.incidentalcomics.com).
"El lunes empieza el sábado", por Arkadi y Boris Strugatski.
Tercera novela de los hermanos Strugatski que leo, tras Picnic extraterrestre y Mil millones de años hasta el fin del mundo. La novela actual es mucho más parecida a ésta que a aquélla; sobre todo por el humor surrealista que destila de principio a fin. El protagonista es un programador, Alexandr Priválov, que recoge en su coche a dos autoestopistas en la península de Karelia que resultan ser científicos buscando precisamente un programador. El tipo se queda en una casa que resulta que no es una casa sino un museo, en el que hay un sofá que en realidad es una traductor simultáneo (funcionario, claro), allí trabaja con compañeros que están autorizados a trabajar a título póstumo, fantasmas de todo tipo (entre ellos, Merlín) que también son funcionarios, claro... En fin, una fauna absolutamente inverosímil, tan inverosímiles como eran los hermanos Strugatski.
Salmo 73. El enigma de la felicidad de los malvados.
1 Salmo de Asaf. ¡Qué bueno es Dios para el justo, | Dios para los limpios de corazón! 2 Pero yo por poco doy un mal paso, | casi resbalaron mis pisadas: 3 porque envidiaba a los perversos, | viendo prosperar a los malvados. 4 Para ellos no hay sinsabores, | están sanos y orondos; 5 no pasan las fatigas humanas, | ni sufren como los demás. 6 Por eso su collar es el orgullo, | y los cubre un vestido de violencia; 7 de las carnes les rezuma la maldad, | el corazón les rebosa de malas ideas. 8 Insultan y hablan mal, | y desde lo alto amenazan con la opresión. 9 Su boca se atreve con el cielo. | Y su lengua recorre la tierra. 10 Por eso se sientan en lo alto | y las aguas no los alcanzan. 11 Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber, | se va a enterar el Altísimo?». 12 Así son los malvados: | siempre seguros, acumulan riquezas. 13 Y dije: ¿para qué he limpiado yo mi corazón | y he lavado en la inocencia mis manos? 14 ¿Para qué aguanto yo todo el día | y me corrijo cada mañana? 15 Si yo dijera: «Voy a hablar con ellos», | renegaría de la estirpe de tus hijos. 16 Meditaba yo para entenderlo, | porque me resultaba muy difícil. 17 Hasta que entré en el santuario de Dios, | y comprendí el destino de ellos. 18 Es verdad: los pones en el resbaladero, | los precipitas en la ruina. 19 En un momento causan horror, | y acaban consumidos de espanto. 20 Como un sueño al despertar, Señor, | al despertarte desprecias sus sombras. 21 Cuando mi corazón se agriaba | y me punzaba mi interior, 22 yo era un necio y un ignorante, | yo era un animal ante ti. 23 Pero yo siempre estaré contigo, | tú agarrarás mi mano derecha; 24 me guías según tus planes, | y después me recibirás en la gloria. 25 ¿No te tengo a ti en el cielo? | Y contigo, ¿qué me importa la tierra? 26 Se consumen mi corazón y mi carne; | pero Dios es la roca de mi corazón y mi lote perpetuo. 27 Sí: los que se alejan de ti se pierden; | tú destruyes a los que te son infieles. 28 Para mí lo bueno es estar junto a Dios, | hacer del Señor Dios mi refugio, | y contar todas tus acciones | en las puertas de Sión.
lunes, 31 de agosto de 2020
Conclusiones tras leer "La bendición de la tierra", de Knut Hamsun.
A veces se confunde uno cuando lee a un autor. Las referencias a las que se acude no son siempre las mejores; frecuentemente las editoriales han tergiversado todo, especialmente si el autor ha pasado a mejor vida hace décadas y, por alguna razón, es o ha sido controvertido. Esto me pasó con Hamsun, y lo siento....
jueves, 27 de agosto de 2020
"La bendición de la tierra", de Knut Hamsun.
Quinta novela del Premio Nobel de 1920 que leo. El mismo estilo realista que en las anteriores; rápida prosa, poco adjetivada, descripciones sencillas pero bien pergeñadas, pocos diálogos... Tal vez, el mayor cambio venga del tipo de personajes (en eso coincido con la contraportada de la edición de Bruguera que dice: "es una respuesta a quienes censuraban a Hamsun por retratar personajes moralmente perdidos o pusilánimes"). En El círculo se ha cerrado, por ejemplo, el personaje principal, Brodersen, es un tipo que no hace nada por sobrevivir, simplemente se deja ayudar por sus coetáneos y la suerte que lo mantiene alentando. Ahora, los personajes son fuertes, decididos, tesoneros, aunque tercos y poco sensibles. En La bendición de la tierra, tanto Isak como Inger, personajes centrales, forman una pareja cuasi pétrea de lo inasequibles al desaliento como son. Contra viento y marea, sin ayuda alguna, construyen su hogar en la dura tierra noruega y, año tras año, van prosperando lentamente sin descansar un solo día. La descripción efectiva de Hamsun, parca en adjetivos pero muy certera y la propia dureza de lo narrado, crea la sensación de estar leyendo un pasaje del Génesis, una historia veterotestamentaria que hace de Isak e Inger dos personajes arquetípicos no muy alejados de Adán y Eva.
martes, 25 de agosto de 2020
Inciso cinematográfico: "The Eagle Has Landed", dirigida por John Sturges en 1976.
Siempre digo que las únicas películas bélicas que me gustan son las explícitamente antibelicistas. The Eagle Has Landed no lo es. Sin embargo, tampoco es una patraña militarista para animar a los incautos jóvenes a alistarse y morir por un trapo de colores (sean cuales sean los colores). Es, en realidad, una película espectacular, "hollywoodiense" aunque sea británica, con presupuesto elevado y con un elenco actoral de lo más granado (para esas lides, nunca mejor dicho) de ambos lados del Atlántico.¡Vaya, que no es muy militarista para ser bélica! Tal vez sea porque, rodada en 1976, fresco todavía el desastre de la Guerra de Vietnam, las "únicas" guerras estaban lejos de Occidente y de sus tropas (al menos, nominalmente) como en Eritrea, Guatemala o Rodesia; esto por un lado, por otro, la Segunda Guerra Mundial quedaba ya treinta años atrás y sus barbaries ya empezaban a, si no olvidarse, al menos, enfriarse. Vamos que en 1976, sobre todo en Reino Unido, había cabida para una película como esta, que sin ser verdaderamente militarista, se recreara de un modo un tanto infantil en el honor militar, la belleza de los uniformes (sobre todo de algunos actores uniformados...) y la audacia de la inteligencia militar (oxímoron indiscutible).
Yo, a Dios doy gracias, no sentí tal ardor guerrero ni siquiera desde septiembre de 1991 a septiembre de 1992, cuando tuve que llevar un uniforme de marinero, aunque me quedaba un poco lejos la Primera Comunión. Sin embargo, con cierto rubor, he de admitir que cuando encontré en los "repositorios internáuticos" esta película la bajé con cierto afán, sabiendo que podía pasar por un divertido entretenimiento, siempre y cuando apagara durante dos horas mi crítica psique y disfrutara del pueril ocio de ver adultos jugando a las guerras, con un nivel de verosimilitud y calidad de atrezo, eso sí, de primera categoría.
Imagen tomada del sitio imdb.com
En fin, la película se basa en una novela de Jack Higgins, un autor británico que tuvo gran éxito en los 70 con novelas de thriller y alguna más basada, como la presente, en distopías históricas. El argumento es sencillo pero (al menos, novelísticamente hablando) brillante: la inteligencia militar alemana planea secuestrar a Winston Churchill; para ello, aprovechando que el primer ministro británico irá, presumiblemente, a una pequeña localidad cerca de Norfolk, en la costa oriental inglesa, lanzan a dieciocho paracaidistas alemanes haciéndolos pasar por polacos; a la vez, un irlandés, furibundo antibritánico les espera para darles cobertura y facilitar su llegada. Una vez en suelo británico, todo parece ir bien (esto es otro de los atractivos de la película, que, siendo británica, sea vista desde el punto de vista alemán), pero un hecho casual, la muerte de uno de los soldados al salvar a una niña de las aspas de una noria, provoca que sean descubiertos y precipitan los acontecimientos. el final mantiene la incógnita de una forma francamente brillante, hasta los últimos minutos no se desvela todo, con un giro final que embellece la película.
Lo mejor, aparte del vestuario, el atrezo y la fotografía (los tres excelentes), es el elenco actoral, con actores de primer nivel como Michael Caine en el papel del Coronel Steiner, Donald Sutherland como el irlandés Devlin, Robert Duvall como el Coronel Radl, Donald Pleasence interpretando a Himmler o Anthony Quayle al Almirante Canaris. Son actores extraordinarios para los papeles que han de interpretar: Caine como héroe romántico y rebelde, Sutherland como tipo interesado y pragmático, Duvall como el militar fiel hasta la médula... todos encajan perfectamente y, de hecho, interpretaron otros papeles muy semejantes en otras películas a lo largo de sus carreras.
Imagen tomada del sitio onlyabloodyblog.wordpress.com
En definitiva, una película entretenida, divertida, verosímil, protagonizada por actorazos, si uno consigue aparcar por un momento el hecho de que narra un hecho bélico y que, a diferencia de en la película, los muertos no fueron actores que se levantaron después de rodar la escena.
jueves, 20 de agosto de 2020
Howard Phillips Lovecraft (hoy, 20 de agosto, ciento treinta años de su nacimiento).
Hace ciento treinta años nacía en la pequeña ciudad de Providence, Rhode Island, uno de los grandes renovadores de la narrativa de terror. Tanto renovó este tipo que tuvieron que crear una subcategoría específica para sus relatos (terror cósmico), por sus argumentos en el que distintas criaturas de muy diferentes orígenes (espaciales y temporales) llegaban al planeta Tierra y, con eones de por medio, luchan entre sí, haciendo del ser humano un mero espectador irrelevante. Esto último fue uno de los grandes avances del solitario de Provicence: hasta entonces, toda la narrativa de terror se basaba en criaturas (monstruosas o no, terrenales o no, míticas o no...) que atemorizaban conscientemente a un individuo o grupo de individuos humanos; ahora, Lovecraft desprecia al mono con pantalones y lo sitúa como una criatura sin importancia en la inmensidad del Cosmos.
El propio Lovecraft fue un gran aficionado a los temas cosmológicos y, sin duda favorecido por su ateísmo militante, situó la existencia humana al mismo nivel que la de cualquier anélido que hoza en el barro. Esta deshumanización ahonda en la sensación de desesperanza y desvalimiento que atormentan a los personajes humanos de sus relatos. Los humanos ya no son protagonistas, ahora son meras víctimas colaterales de los enfrentamientos entre criaturas cuasi eternas.
Imagen tomada de Wikimedia Commons.