Novela de ciencia ficción con rasgos metaliterarios publicada en 1991; obra menor, sin duda, del autor de la gran trilogía Heliconia. Como su título avanza: "va de vampiros"; pero, claro, para alguien como Aldiss, que disfrutaba jugando con las posibilidades del futuro y el pasado la cosa tenía que ser más compleja. Lo de "metaliteratura" viene porque, además de tomar prestado el personaje de Drácula, Aldiss introduce en su novela, como un personaje más, a Bram Stoker, su creador. En todo caso, reconozco que la calidad de esta novela es, como mucho, regular; tuve la suerte o la desgracia, no sé, de comenzar a leer al inglés por la que parece ser su obra cumbre, de una originalidad extraordinaria, sin casi defectos, que para mí es, ya lo dije, la trilogía de Heliconia. En esa trilogía, Brian Aldiss pergeña un mundo lejano poblado por extrañas criaturas, los "phagors", además de los humanos. El cuidado que puso el autor inglés en esas novelas le llevó incluso a detallar de forma minuciosa el clima del planeta en función de que orbitara más o menos cerca a dos soles. Esa evolución astronómica condiciona la vida de esas razas haciendo que una u otra domine alternativamente. Además, los personajes individuales van cambiando según pasan las generaciones. Todo ello crea tres novelas extraordinarias, la verdad.
Drácula desencadenado no tiene esa calidad, lamentablemente. Vaya por delante que, parece ser, Aldiss repite personaje de una novela anterior, Frankenstein desencadenado (novela que yo no he leído), es Joe Bodenland, un científico metido a empresario que será el centro de la novela en cuestión junto con Stoker.
El argumento, grosso modo, es el siguiente: el tal Bodenland, científico e inventor, ha desarrollado una máquina extraordinaria (una "eliminadora inercial") que pretende servir para eliminar los residuos tóxicos que genera la sociedad mandándolos a otra época. Sí, es, con otro nombre, una máquina del tiempo. Lo cierto es que, de forma accidental, descubren un tren fantasmal al que, gracias a la máquina de marras, consiguen subirse. El tren es, nada menos, que otra máquina del tiempo usada por no-muertos (voladores o vampiros) que lo usan para apoderarse de la humanidad, ¡ahí es nada! Bueno, pues con ese estrambótico principio comienza la novela. Claro, el bueno de Bodenland tiene que salvar a la humanidad sí o sí, y para ello se propone viajar en el tiempo a la Inglaterra victoriana en busca de Bram Stoker, que, en última instancia, le ayudará a derrotar a Drácula y sus esbirros.
Ese es, por encima, el argumento. Sí, es un poco rarito, la verdad, y el resultado final no es muy positivo... No me ha gustado la novela porque las constantes analepsis (necesarias, si están dando saltos en el tiempo del presente a la época victoriana y al año 2599) y la flojedad del argumento dan una estructura deslavazada. Hay momentos, incluso, que resulta inverosímil de forma irrisoria, casi pueril, algo muy peligroso en la narrativa de ciencia ficción, que, en el peor de los casos, da la impresión de que lo hubiera escrito un adolescente. ¡Hombre, este no es el caso de Drácula desencadenado! Pero, en cualquier caso, es una novela floja, le falta cuerpo, volumen... algo que sobraba en la trilogía Heliconia.