Teóricamente, esta novela es la vigésimo octava entrega de la saga del Mundodisco, pero lo cierto es que no pertenece a ningún "hilo argumental" en los que se distribuyen todas. Así, en otras novelas, los personajes se repiten, teniendo aventuras nuevas aunque sus caracteres sean los mismos, claro. Hay varios hilos argumentales: de Rincewind y los magos, de la Muerte, de las Brujas, de la Guardia de la Ciudad... Sin embargo, en El asombroso Mauricio y sus roedores sabios no hay un solo personaje que se repita de los anteriores; de hecho, la única razón por la que se podría englobar dentro del Mundodisco es porque su acción transcurre en una localidad de Überwald (ese país un tanto tenebroso lleno de hombres-lobo, vampiros y demás criaturas peculiares y que, será casualidad, no sé, se parece mucho, pero mucho mucho a Alemania). Otra diferencia, esta vez menor, es que la novela está estructurada en doce capítulos bien definidos, la primera vez que aparece en el Mundodisco, en los que todo el texto se lee de corrido con breves pausas entre párrafos. Lo que sí es común a la saga del Mundodisco y a toda la narrativa de Terry Pratchett es la fina ironía que destila la novela y la sátira que recae sobre los personajes que, en realidad, son remedos de personajes reales de nuestra sociedad.
El argumento es una vuelta de tuerca al cuento popular El flautista de Hamelín, pero pasado por el genio de Pratchett. Ahora el protagonista es Mauricio, un gato común y corriente si no fuera porque puede pensar y hablar como un humano (y con los humanos, claro). El minino en cuestión alcanzó tan humana propiedad por comer algo (en la novela se acaba sabiendo al final) junto a la basura de la Universidad Invisible; la basura de ese inefable centro de investigación sobre la magia no podía dejar de tener cualidades mágicas, al menos residuales, en cantidad suficiente como para dar inteligencia a un gato. Mauricio viaja con un grupo de ratas que tiene su misma habilidad y que la consiguió de la misma manera, así como con un chico no muy espabilado (en apariencia) que ejerce de flautista oficial del grupo. Como allí todo el mundo es inteligente (el humano, el que menos) están conchabados para ganarse la vida engañando a la gente: van de pueblo en pueblo, las ratas entran primero, crean toda clase de problemas y, cuando los vecinos están que no pueden más, aparece como quien no quiere la cosa Mauricio y su chico, ofreciéndose para deshacerse de las ratas por una módica tarifa. Pero ahora llegan al pueblo de Mal-Baden, donde hay un par de cazadores de ratas que parecen tener el asunto controlado, aunque la población es terriblemente pobre. Allí conocerán a Malicia, hija del alcalde, que tiene una imaginación desbordante fruto de haber leído multitud de cuentos infantiles, muchos de ellos escritas por las hermanas Grima (evidente remedo de los hermanos Grimm), abuela y tía abuela de la chica en cuestión.
En la contraportada de la edición de Penguin Random House, su amigo y también escritor de fantasía Neil Gaiman dice que es la "obra maestra de Pratchett". Bueno, es evidente que la amistad de décadas que unió a Gaiman y Pratchett y de la cual nos beneficiamos sus lectores resta importancia a ese piropo. Porque, al menos para mí, esta novela es una de las más flojas de la serie del Mundodisco. A ver, no quiero ser injusto, es una apreciación personal, la novela tiene muchas virtudes "pratchettianas": esa ironía fina de la que hablaba antes, la sátira de la sociedad humana, la capacidad de dar la vuelta a algo tan conocido como un cuento de los hermanos Grimm y adaptarlo así al público adulto... pero le falta la complejidad que se aprecia en otras novelas. Aquí, por ejemplo, Pratchett no utiliza un recurso narrativo muy común que consiste en relatar dos historias, en un principio separadas, pero que a medida que avanza la novela se acaban por unir, como se entreteje un tejido. Eso aporta complejidad e interés a cualquier novela. En El asombroso Mauricio y sus roedores sabios es más lineal, incluso más previsible, si se me apura más infantil... Las descripciones psicológicas de los personajes de Pratchett suelen tener un filo cortante como una navaja, tanto que los chicos jóvenes no suelen entenderlo, aquí, sin embargo, es de un humor más blanco, menos punzante. Con todo, la magia de Terry Pratchett sigue haciendo de la lectura de sus novelas un placer terrenal que, francamente, no tiene parangón.
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