Sigo leyendo, en inglés, la obra principal del inmortal Tolkien, ahora los libros 5 y 6, unificados bajo el título de The Return of the King.
Tolkien fue, probablemente, un novelista y un hombre muy meticuloso, tal vez hasta meterse en sus historias de forma maniática (no tengo muy claro que esto sea un piropo, toda vez que sus novelas estaban ambientadas en una imaginada Tierra Media poblada por hobbits, enanos, elfos, orcos y dragones), pero, desde luego, es muy conveniente desde el punto de la cohesión narrativa. A diferencia de las películas dirigidas por Peter Jackson, en las novelas se separan en el tiempo las peripecias de Frodo, Sam y Gollum del las del resto de la troupe, lo cual da mayor sencillez a la historia.
Leyendo a Tolkien uno no tiene seguridad de que lo que escribiera lo hiciera para chicos. Es cierto que en otros tiempos los jóvenes eran lectores más dedicados y pacienzudos, pero aún así la complejidad de la trama exige una madurez que muchos no alcanzan, al menos, hasta llegar a las dos décadas de vida.
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