Tres relatos del Premio Cervantes de 2016 (y Premio Planeta de 2010, lo pongo entre paréntesis por el menor valor que otorgo a los premios comerciales). Mendoza saltó a la escena literaria con su famosa novela La verdad sobre el caso Savolta, que también fue su primera obra publicada. No alcanzaría tanta fama como con aquella primera novela, aunque ha publicado casi una veintena más, amén de relatos, ensayos y colaboraciones en algún diario.
La verdad es que no estoy seguro siquiera de haber leído su más famosa novela. Reconozco tener prejuicios hacia los escritores más comerciales, especialmente los que han sido lanzados al estrellato a golpe de premios que la editorial más grande del país otorga, como una medida más de mercadotecnia. Por otro lado, prefiero leer a autores que ya han pasado a mejor vida, aquellos que ya no tienen tanto interés para las editoriales, por aquello de que "el tiempo pone a cada uno en su lugar".
Y sin embargo, contradicciones que uno tiene, aquí estoy leyendo a un autor vivo de perfil muy comercial. En fin, quien me entienda...
La prosa de Mendoza es rápida, frases cortas, poco adjetivadas, lo que se dice "escritura periodística", pero se mantiene una calidad literaria más que aceptable. Los relatos son amenos y entretenidos, no están al nivel que debiera tener un Premio Cervantes, pero nos ha tocado vivir la época que nos ha tocado vivir.
El autor prologa el volumen explicando su título como una referencia a las hagiografías que tanto éxito tuvieron hasta mitad del siglo XX en nuestro país, los compara con sus personajes diciendo: "son santos en la medida que consagran su vida a una lucha agónica entre lo humano y lo divino". Es decir, sus personajes son santos porque tienen visiones personales y apasionadas de la existencia y se entregan a ellas como quien no espera un mañana. Bueno, es un razonamiento. Da la impresión de que está sujeto con pinzas para explicar un título que tiene más de reclamo comercial que de otra cosa, pero, bueno, "aceptamos pulpo".
La ballena es el primer relato y el más extenso. También es el mejor en mi opinión. Narra la experiencia de una familia barcelonesa de mitad de siglo XX que recibe la estancia en su casa de un obispo centroamericano. Éste no puede volver a su país y, con el tiempo, acaba por darse a la mala vida y olvida su estiramiento eclesiástico. Finalmente, tras todo tipo de vivencias marginales, el antiguo obispo puede volver a su país, no sin antes robar a sus antiguos anfitriones. Es un relato entretenido y bien pergeñado, con puntos de humor sutil que se agradecen sobremanera.
Los otros dos relatos, El final de Dubslav y El malentendido son mucho más vulgares y anodinos. Es curioso, porque el propio Mendoza informa en su prólogo de la juventud con la que escribió La ballena y la madurez (vital y creativa) de los otros dos. Parece ser que no sólo en novela, también en relato el autor barcelonés haya perdido calidad con el tiempo.
En fin, siento si ofendo al tal Mendoza o a quien esto lea, pero me corroboro en mi idea de no leer nada contemporáneo que haya sido lanzado por grandes editoriales. Hay mucha literatura de altísima calidad de otros siglos para perder el tiempo con esta gente.
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