Una de las mejores películas recientes que recuerdo (ya no tan reciente, de 1995), tal vez me gustó por el guión, que firmaron a medias Wayne Wang y Paul Auster; quizás por la sensibilidad mostrada, que tan infrecuente es en las películas de Hollywood, pero más habitual en el cine hecho en las costa Este (más europeo); o puede que me gustara por la excelente actuación de dos de mis actores contemporáneos preferidos, William Hurt y Harvey Keitel.
Smoke cuenta la historia de varios personajes corrientes y molientes cuyo nexo de unión es la tienda de tabacos (no es exactamente un estanco que llamaríamos en España, ya que no se venden timbres o papeles oficiales), el hecho de que dicha tienda, y el hábito de fumar sean constantes en todos los personajes en la biempensante sociedad estadounidense ya supone una declaración de intenciones en sí mismo. Entre esos personajes está Auggie Wren -Harvey Keitel- como tendero que tiene una curiosa costumbre: fotografiar su tienda desde la esquina contraria, todos los días a la misma hora; Paul Benjamin, interpretado por Hurt, un escritor acuciado por la falta de ideas y por la muerte de su pareja, en realidad el álter ego de Paul Auster; así como otros secundarios que redondean la trama.
El resultado es una película fresca, original, que no se pliega a las exigencias comerciales habituales en el cine americano; una pequeña gran joya que se beneficia de la interacción de buenos escritores -en este caso Paul Auster- con directores de cine independiente como Wayne Wang.