Cuando era joven leí el monumental Archipiélago Gulag, me impactó notablemente, no tanto por su estilo como por las barbaridades relatadas. Ahora comienzo este:
Archipiélago Gulag denuncia las salvajadas del estalinismo (aunque también existieron los gulags durante la época de Breznev) y en general de cualquier forma de totalitarismo como ejemplo supremo del mayor de los errores humanos: la jerarquización de la sociedad. El propio Solzhenitsyn estuvo nada menos que once años en esos campos de concentración comunistas. Aquel libro, que por supuesto no vio la luz en la Unión Soviética, le lanzó a la popularidad en un mundo partido en dos por el Telón de acero; muchos, sin duda los peor informados o con peor voluntad, le incluyeron entre los "traidores" que se pasaban de un bando a otro vendiendo información sensible o exagerando los defectos de un sistema frente a otro, nada más lejos de la realidad, Solzhenitsyn era un estudioso de la teoría comunista y un defensor a ultranza de su sistema, tan diferentes de las paranoias estalinistas.
Habiendo leído Archipiélago Gulag, tenía ganas de encontrarme de nuevo con este autor, pero en un tema que no estuviera politizado, que permitiera conocer su pensamiento, su sensibilidad, sin recurrir al relato de la barbarie. Análogamente a Solzhenitsyn, descubrí en Primo Levi uno de los mejores cuentistas que he leído, al nivel de Borges o Cortázar, a pesar del horror vivido y que tan claramente definido queda en Si esto es un hombre. En verdad no espero tanto de Solzhenitsyn, pero al menos constatar esa sensibilidad en otro tema igualmente lacerante.