Otra entrega de ese enorme mito contracultural que es Harvey Pekar, ahora referido a la ambientación natural de toda la serie de American Splendor, la ciudad en la que nacería, viviría y moriría: Cleveland.
Lo más llamativo de todo es que Pekar comienza su historia con un inusual "Yeah, I've had plenty of good days..." en un tipo que se caracterizó por su amargura y resentimiento contra todo y contra todos, y precisamente esos días buenos se refieren a su ciudad, a la que retrata en unas pocas páginas detrás como "a few years later, that's how I viewed Cleveland: rotten". A pesar de ese natural resentimiento de Pekar, no creo que sea muy desafortunado decir que Cleveland es desde los años 60 una ciudad en decadencia, de ser una de las grandes potencias industriales del Medio oeste a convertirse en un pozo sin fondo. En el siglo XXI tenemos otro ejemplo que ha seguido el mismo camino: Detroit.
Muchos lectores españoles y europeos en general no conocerán esas circunstancias, y, probablemente, a la mayoría se la traiga floja, pero lo cierto es que no viene mal echar un vistazo al vecino de vez en cuando para ver cómo le van las cosas, no por envidia sino por prevenir y saber lo que nos va a llegar, recordemos el viejo dicho: "cuando las barbas de tu vecino veas cortar...". Y es que la tan cacareada recesión mundial que, aparentemente, unos pocos jalean y disfrutan, convertirá a nuestra satisfecha de sí misma Europa (y más claramente a su península más sur-occidental) en un gigantesco Cleveland -o Detroit, sí así se ve más claro- quién sabe si por unas cuantas décadas o unas cuantas generaciones...
Al margen de actualidades socio-económicas, Cleveland reúne todas las buenas características del American Splendor que tanto han marcado a los cómics underground y los han alejado de aquellos de la factoría Marvel, a saber: realismo descarnado, personajes verosímiles, historias cotidianas...
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