Durante
los
últimos
treinta
años,
la
terapia
primal
ha
adquirido
un
amplio
conocimiento
sobre
los
seres
humanos
y
sus
motivaciones.
Lo
que
hemos
descubierto,
tan
trivial
como
pueda
parecer,
es
que
todo
se
centra
en
el
"amor".
No
el
amor
romántico
de
las
novelas,
sino
el
amor
de
un
padre/madre
para
un
hijo/hija.
Cuando
un
niño
carece
de
amor
y
calor,
se
produce
dolor,
y
si
ese
dolor
no
se
siente
y
se
integra,
causará
enfermedades
físicas
y
emocionales
en
una
etapa
posterior
de
la
vida.
No
importa
que
esa
falta
de
amor
se
manifieste
en
forma
de
rechazo,
crítica,
humillación,
o
ignorando
al
niño.
Todo
termina
afectando
los
procesos
internos
del
cerebro
y
del
organismo
en
general.
Durante
las
últimas
décadas
de
trabajo
con
la
terapia
primal,
hemos
podido
adquirir
una
amplia
variedad
de
conocimientos
relacionados
con
la
psicología,
la
biología
y
la
neurología.
Los
recientes
avances
en
esos
campos
han
ampliado
nuestro
conocimiento
de
forma
que
podemos
integrar
información
proveniente
de
diferentes
campos
de
investigación
bajo
una
única
estructura
de
trabajo
que
nos
permite
comprender
a
los
seres
humanos,
nuestras
motivaciones,
nuestro
inconsciente
y
como
nuestra
historia
nos
afecta.
Esa
historia
se
remonta
hasta
los
primeros
meses
de
nuestra
vida
cuando
la
sensibilidad
al
dolor
es
estructurada,
y
el
feto
empieza
a
recibir
sensaciones
de
dolor.
Quien
podía
imaginar
que
las
jaquecas,
la
claustrofobia
o
los
problemas
sexuales
pudieran
iniciarse
al
nacer,
cuando
se
produce
un
suministro
de
oxigeno
deficiente
y
que
ello
es
debido
a
una
madre
fumadora
que
lleva
a
su
hijo
a
sufrir
por
falta
de
oxigeno.
Todos
somos
criaturas
con
necesidades.
Estas
necesidades
no
son
excesivas:
Ser
alimentado,
estar
seco
y
caliente,
ser
cogido
y
acariciado,
y
ser
estimulado.
Estas
necesidades
primales
son
la
realidad
central
del
niño.
El
proceso
neurótico
se
inicia
cuando
estas
necesidades
no
son
satisfechas
durante
un
tiempo.
Un
recién
nacido
no
sabe
que
tiene
que
ser
cogido
en
brazos
cuando
llora
o
que
no
debe
ser
destetado
demasiado
pronto.
Al
principio
hará
todo
lo
posible
para
satisfacer
sus
necesidades.
Llorará
y
pataleará
para
que
se
atiendan
sus
necesidades,
pero
si
estas
continúan
sin
ser
satisfechas,
bien
sufrirá
un
dolor
continuo
hasta
que
sus
padres
las
satisfagan
o
se
apartará
de
su
dolor
desconectándose
de
su
necesidad.
Esta
separación
de
uno
mismo
de
sus
necesidades
y
sentimientos
es
una
maniobra
instintiva
para
desconectarse
de
un
dolor
excesivo.
Esto
no
significa
sin
embargo
que
las
necesidades
no
satisfechas
desaparezcan,
sino
que
por
el
contrario,
continúan
de
por
vida
presionando
inconscientemente,
pero
constantemente.
En
este
proceso,
el
individuo
aprende
a
perseguir
algún
tipo
de
satisfacción
sustitutoria.
Un
niño
que
es
destetado
muy
pronto
aprende
como
desviar
y
canalizar
sus
necesidades
reales
hacia
otras
simbólicas.
Cuando
sea
adulto
puede
que
no
sienta
la
necesidad
de
chupar
del
pezón
de
su
madre,
pero
puede
ser
un
empedernido
fumador.
No
nacemos
en
este
mundo
esperando
oír
alabanzas,
pero
cuando
los
esfuerzos
de
un
niño
son
criticados
constantemente
y
le
hacemos
sentir
que
nada
de
lo
que
haga
será
lo
suficientemente
bueno,
puede
desarrollar
una
ansiedad
por
oír
alabanzas.
De
forma
similar,
cuando
la
necesidad
del
niño
por
expresarse
es
suprimida,
tal
negación
puede
transformarse
en
una
necesidad
de
hablar
incesantemente.
Un
niño
amado
no
tiene
necesidad
de
oír
alabanzas.
Es
valorado
por
lo
que
es.
No
por
lo
que
puede
hacer
para
satisfacer
las
necesidades
de
sus
padres.
El
niño
se
desconecta
en
etapas.
Cada
supresión
y
negación
de
una
necesidad
hace
que
el
niño
se
desconecte
un
poco
más,
hasta
que
un
día
se
produce
un
giro
crítico
en
donde
el
niño
se
desconecta
de
forma
global.
Desde
ese
momento,
funcionará
con
un
sistema
dual:
El
yo
irreal
y
el
yo
real.
Un
padre
que
necesita
sentirse
respetado
porque
ha
sido
humillado
constantemente
por
sus
padres,
puede
exigir
que
sus
hijos
sean
"exquisitamente"
respetuosos,
que
no
le
digan
nada
negativo.
Un
padre
infantil
puede
exigir
que
su
hijo
crezca
excesivamente
rápido
y
que
en
realidad
crezca
mucho
antes
de
estar
preparado
de
forma
que
el
padre
pueda
seguir
siendo
el
niño
atendido
que
nunca
fue.
El
hijo
puede
ser
empujado
a
sonreír,
a
decir
adiós,
mas
tarde
a
sentarse
y
a
caminar,
y
con
el
tiempo
aprenderá
a
empujarse
a
si
mismo
hasta
sus
límites
para
que
sus
padres
tengan
un
niño
aventajado.
Según
se
desarrolla,
los
requisitos
serán
aún
más
complejos.
Tiene
que
sacar
sobresalientes,
ser
sumiso,
cumplir
con
sus
obligaciones
servicialmente,
estar
callado
y
no
pedir
nada,
decir
cosas
brillantes,
ser
un
atleta,
etc.
Pero
lo
que
nunca
hará
es
ser
el
mismo.
El
dolor
de
espalda,
el
insomnio,
la
depresión,
la
artrosis,
las
jaquecas,
y
otras
muchas
otras
enfermedades
son
tan
comunes
que
la
sociedad
ha
construido
nuevas
industrias
para
disminuir
únicamente
el
dolor.
Los
especialistas
dividen
en
general
las
disfunciones
humanas
en
enfermedades
físicas
y
psicológicas,
y
las
tratan
como
si
fueran
dos
mundos
diferentes,
a
pesar
de
que
hay
claras
evidencias
que
apuntan
en
sentido
contrario.
En
la
terapia
primal,
tenemos
una
gran
evidencia
de
que
toda
herida
emocional
tiene
una
contrapartida
corporal,
y
que
ambas
no
deben
de
ser
separadas.
La
verdadera
causa
de
muerte
en
el
mundo
no
son
las
enfermedades
del
corazón,
el
cáncer
o
el
fallo
del
sistema
inmunológico,
es
la
represión.
La
represión
limita
nuestra
habilidad
para
reaccionar
a
los
sucesos,
e
inhibe
la
expresión
de
nuestros
sentimientos.
La
represión
es
la
raíz
de
muchas
enfermedades,
emocionales
y
físicas,
y
con
frecuencia
llega
a
matar.
No
sólo
nos
causa
actuar
simbólicamente
y
"chocar"
con
otras
personas
sin
ni
siquiera
darnos
cuenta,
sino
que
también
nos
mantiene
lejos
de
nosotros
mismos
y
nos
impide
ser
nosotros
mismos
y
disfrutar
de
nuestra
vida.
Aunque
la
represión
nos
hace
miserables
y
con
frecuencia
nos
hace
enfermar,
su
poder
no
ha
sido
realmente
apreciado,
porque
es
una
fuerza
tan
invisible
como
la
misma
gravedad.
Se
entrelaza
con
nuestros
recuerdos
traumáticos
y
nubla
nuestra
historia
alterando
nuestra
percepción,
de
forma
que
no
vemos
lo
que
no
nos
atrevemos
a
ver,
y
no
comprendemos
lo
que
es
peligroso
conocer.
En
la
terapia
primal
trabajamos
en
sentido
contrario
al
método
convencional.
En
vez
de
trabajar
desde
los
síntomas
a
las
posibles
causas,
trabajamos
desde
las
causas
hacia
los
síntomas.
Los
perjudiciales
efectos
de
la
privación
de
nuestras
necesidades
tempranas
no
han
sido
extraídos
de
alguna
teoría
abstracta,
sino
que
más
bien
han
evolucionado
después
de
muchos
años
de
experiencias
escuchando
los
llantos
de
los
pacientes,
oyendo
lo
que
no
recibieron
cuando
eran
niños.
La
terapia
primal
ayuda
a
las
personas
a
resolver
las
necesidades
no
satisfechas.
Estas
necesidades
tienen
poco
que
ver
con
la
autoestima,
el
ego,
la
autovaloración,
la
visualización
creativa
o
los
ejercicios
para
crear
pensamientos
positivos.
Tratar
la
necesidad
en
vez
de
ignorarla
o
drogarla
o
aplastarla
en
el
olvido,
es
la
única
fórmula
para
normalizar
la
célula
y
devolver
al
organismo
a
la
homeostasis
o
balance
correcto.
Lo
que
hay
en
el
inconsciente
es
algo
que
la
mayoría
de
los
psiquiatras,
psicólogos
o
psicoterapeutas
nunca
han
llegado
a
imaginar.
Cuanto
más
profundizamos
en
el
inconsciente
mayores
son
las
posibilidades
de
curación.
Hemos
descubierto
que
no
hay
nada
más
curativo
que
los
sentimientos.
Somos
seres
históricos,
y
cualquier
terapia
que
rechace
esa
historia
está
condenada
al
fracaso.
Sin
la
historia,
todo
lo
que
alguien
puede
ofrecer
es
ayuda,
que
no
está
mal,
pero
con
la
historia
uno
puede
ofrecer
la
curación.
La
neurosis
está
tan
extendida
que
parece
haber
sido
programada
genéticamente
en
la
mayoría
de
la
población.
Pero
la
neurosis
no
se
hereda.
Lo
que
heredamos
es
una
estructura
cerebral
formada
y
moldeada
durante
millones
de
años
que
tiene
la
capacidad
para
la
neurosis.
Este
legado
nos
ha
dado
la
capacidad
para
controlar
el
dolor
mediante
la
represión.
En
otras
palabras,
sobrevivimos
usando
mecanismos
que
nos
ayudan
a
evitar
y
distorsionar
la
realidad
cuando
esa
realidad
es
excesivamente
sobrecogedora.
La
hiperactividad
que
comienza
cuando
un
niño
es
dejado
solo
durante
horas
o
días
nada
mas
nacer,
y
que
continua
con
el
rechazo
de
una
madre
enferma
o
deprimida,
puede
ser
la
causa
de
una
trombosis
o
una
parálisis
parcial
a
los
65
años
de
edad.
La
neurosis
está
en
todos
los
sitios
y
en
ningún
sitio.
Tiene
tantas
caras,
que
parece
como
si
estuviéramos
tratando
con
cientos
de
enfermedades
en
vez
de
una
sola.
Tiene
unos
mecanismos
tan
elaborados
dentro
que
es
muy
difícil
señalarla
y
tratarla.
La
represión
conserva
nuestros
traumas
infantiles
en
su
pureza
original.
La
realidad
actual
no
tiene
ninguna
posibilidad
de
victoria
contra
las
viejas
heridas
y
necesidades.
Incluso
cuando
somos
queridos
y
adorados
de
adultos,
seguimos
desesperados
por
conseguir
aquel
amor
negado
de
nuestra
infancia,
y
aunque
recibamos
un
montón
de
alabanzas
en
el
presente,
tenderemos
a
fijarnos
en
cualquier
pequeña
crítica,
porque
resuena
con
nuestro
pasado
que
siempre
fue
muy
crítico.
En
el
cerebro,
el
pasado
es
ahora.
Nunca
podrá
haber
suficiente
amor
en
el
presente
para
cambiar
el
pasado,
nunca
suficiente
alabanza
para
equilibrar
toda
una
vida
de
rechazo
y
desaprobación.
Marilyn
Monroe
fue
testigo
de
ello.
Querida
por
presidentes,
escritores
famosos
y
deportistas
de
élite,
adorada
por
millones
de
fans,
aún
así
siguió
sintiendo
la
falta
de
amor.
Nada
de
eso
le
sirvió
para
evitar
consumir
drogas
y
alcohol
para
suavizar
su
dolor.
Su
dolor
estaba
fuertemente
enraizado
por
el
rechazo,
durante
su
infancia,
en
hogares
extraños,
hospicios
y
otras
instituciones.
Si
su
historia
incluye
el
incesto,
lo
cual
ha
sido
señalado
por
algunos
autores,
la
combinación
de
fuerzas
debe
de
haber
sido
demoledora.
Al
final,
los
aplausos
de
miles
de
personas
no
es
verdadero
amor,
es
un
símbolo
del
amor.
El
amor
son
abrazos
y
besos,
responsabilidad,
cuidado,
protección,
estabilidad,
y
estar
ahí
cuando
la
otra
persona
lo
necesita.
¿Que
es
un
ser
humano?
¿Que
es
la
neurosis?
¿A
qué
se
debe
la
ansiedad
y
la
depresión
de
la
gente?
¿Que
ha
pasado
en
nuestra
infancia?
¿Por
qué
enfermamos?
¿Cómo
nos
curamos?
La
búsqueda
de
respuestas
es
la
misma
causa
que
ha
mantenido
apartados
a
los
investigadores
de
las
verdaderas
soluciones.
Al
analizar
la
vida
humana
por
partes,
dividiendo
a
los
seres
humanos
hasta
llegar
a
las
partes
más
microscópicas
de
sus
órganos,
midiendo
esta
célula
o
aquella
hormona,
no
hemos
considerado
al
ser
humano
como
un
todo,
y
esto
nos
ha
impedido
encontrar
la
respuesta
de
quien
somos
y
por
qué
somos
de
esta
forma.
Y
al
filosofar
sobre
la
naturaleza
básica
del
hombre,
hemos
sido
conducidos
al
interior
de
nuestras
cabezas,
y
nos
hemos
alejado
de
nuestros
sentimientos
y
de
las
fuerzas
que
nos
pueden
dar
las
respuestas
a
aquello
que
buscamos.
La
neurosis
no
puede
ser
interpretada,
tiene
que
ser
sentida.
Los
sentimientos
tienen
una
lógica
propia
que
nos
permite
seguir
el
verdadero
camino
hacia
la
resolución
de
nuestros
traumas.
Pero
debido
a
que
la
memoria
puede
ser
selectiva,
¿como
sabemos
que
los
recuerdos
recobrados
durante
la
terapia
son
reales?
Generalmente
esto
no
es
fácil
de
comprobar,
pero
a
veces
se
dan
casos.
Dos
ejemplos:
Un
paciente
revivió
una
experiencia
en
donde
su
madre
apenas
le
daba
de
comer.
Recordaba
estar
en
sus
brazos
cuando
tenía
seis
meses
de
vida,
pero
su
madre
no
le
daba
de
mamar.
Recordaba
como
miraba
hacia
arriba
y
veía
los
pendientes
de
su
madre,
y
se
preguntaba
por
qué
no
le
amamantaba.
Cuando
visitó
a
su
madre,
y
le
describió
los
pendientes,
esta
se
quedó
atónita,
ya
que
había
perdido
los
pendientes
cuando
su
hijo
tenía
un
año,
y
nunca
había
hablado
de
ello
con
nadie,
sin
embargo
la
descripción
del
color
y
la
forma
era
exacta.
En
otro
caso,
un
paciente
al
revivir
su
nacimiento,
recordaba
a
su
hermana
gemela
y
sentía
las
dificultades
que
había
tenido
para
nacer
detrás
de
ella.
Su
madre
le
dijo
que
eso
era
imposible,
ya
que
él
era
su
primer
hijo.
Para
cerciorarse,
fue
al
hospital
y
en
los
archivos
pudo
comprobar
que
era
el
segundo
nacimiento.
Con
la
terapia
primal,
seguimos
una
dirección
diametralmente
opuesta
a
los
tratamientos
convencionales.
No
consideramos
a
los
seres
humanos
como
una
colección
de
síntomas,
órganos
o
células,
sino
como
un
único
organismo.
No
nos
dedicamos
a
tratar
por
separado
una
presión
arterial
alta
u
otro
problema
parcial
específico.
Pero
no
hay
una
salida
sin
dolor
de
la
neurosis.
Darse
cuenta
de
uno
mismo
sin
sentirse,
significa
simplemente
ser
un
observador
objetivo
de
un
ser
dividido.
Unir
nuestro
ser
requiere
sufrimiento,
porque
el
sufrimiento
es
lo
que
nos
ha
separado
de
nosotros
mismos.
Aunque
desde
fuera
da
un
poco
de
miedo,
las
personas
que
hacen
la
terapia
apenas
pueden
esperar
a
su
próxima
sesión
para
volver
a
recordar
y
sentir
su
vida.
Uno
no
tiene
que
estar
temeroso
de
su
inconsciente.
No
es
un
lugar
lleno
de
monstruos
o
fantasmas.
No
hay
ningún
demonio
del
siglo
XVIII,
ni
fuerzas
oscuras
a
la
Freud.
Sólo
está
el
"yo
auténtico",
el
niño
perdido,
un
niño
triste
e
inocente,
un
niño
desesperado
y
rabiado.
La
neurosis
es
la
defensa
del
organismo
ante
una
realidad
catastrófica
con
el
fin
de
proteger
su
propio
desarrollo
y
su
integridad
psico-física.
No
tiene
que
suceder
nada
excesivamente
traumático
para
producir
la
neurosis.
Puede
producirse
al
no
dejar
al
niño
protestar
o
llorar
cuando
no
se
siente
feliz.
Los
padres
pueden
no
permitir
el
enfado:
"Las
niñas
buenas
no
hacen
eso"...
"Los
niños
buenos
no
contestan".
El
niño
asimila
muy
pronto
la
idea
de
lo
que
tiene
que
hacer:
Haz
lo
que
tienes
que
hacer
o
"ya
sabes".
Es
la
desesperación
de
que
nunca
va
a
ser
amado
lo
que
causa
la
separación.
El
niño
tiene
que
negar
la
evidencia
de
que
sus
necesidades
nunca
van
a
ser
atendidas
haga
lo
que
haga.
Los
niños
nacen
con
necesidades
biológicas
reales,
algunas
de
las
cuales
por
una
u
otra
razón
no
son
satisfechas
por
sus
padres
o
substitutos.
Puede
suceder
que
algunos
padres
sean
incapaces
de
reconocer
las
necesidades
de
sus
hijos,
o
que
esos
padres
intenten
no
cometer
ningún
error
y,
siguiendo
los
consejos
de
algún
especialista
en
el
desarrollo
infantil,
alimenten
y
atiendan
a
sus
hijos
siguiendo
un
ordenado
programa
de
educación
para
conseguir
el
desarrollo
perfecto
de
sus
hijos
lo
antes
posible.
En
cualquier
caso,
ni
la
ignorancia
de
los
padres
ni
una
metodología
estricta
es
la
responsable
de
la
neurosis
que
nuestra
especie
ha
creado
desde
el
principio
de
la
historia
humana.
La
razón
principal
por
la
que
los
niños
se
vuelven
neuróticos
es
que
sus
padres
están
demasiado
ocupados
con
sus
propias
necesidades
insatisfechas
de
la
infancia.
Y
esas
necesidades
deben
de
ser
"actuadas".
Buscará
substitutos
de
sus
padres
con
quienes
actuar
su
drama
neurótico
o
convertirá
a
cualquier
persona
en
figura
paterna
o
materna
para
que
satisfagan
sus
necesidades.
Si
un
padre
fue
reprimido
verbalmente
y
nunca
se
le
permitió
decir
nada,
sus
hijos
van
a
ser
sus
oyentes,
y
estos,
teniendo
que
ser
oyentes
constantemente
tendrán
necesidades
reprimidas
para
que
otros
los
escuchen.
Estos
otros
pueden
tranquilamente
ser
sus
propios
hijos.
La
fascinación
de
ver
nuestros
nombres
publicados
en
las
páginas
de
los
periódicos
es
una
indicación
de
la
tremenda
privación
de
reconocimiento
individual
que
muchos
de
nosotros
hemos
sufrido.
Esos
logros,
aunque
sean
muy
reales
sirven
como
una
meta
que
substituye
el
amor
de
nuestros
padres.
Complacer
a
una
audiencia
se
convierte
entonces
en
nuestra
principal
batalla.
Lo
que
la
persona
neurótica
hace
es
poner
nuevas
etiquetas
a
la
necesidad
de
sentirse
importante
sobre
las
necesidades
inconscientes
de
ser
amado
y
valorado.
Cada
día,
mes
y
año
que
los
padres
privan
a
sus
hijos
de
atención
y
afecto,
se
van
acumulando
pequeños
dolores
hasta
que
alcanzan
un
punto
crítico
en
que
el
niño
se
desconecta.
Las
privaciones,
sean
repentinas
o
graduales,
son
traumas
que
los
niños
pequeños
no
están
equipados
para
comprender
o
explicar.
Según
crecen,
experimentan
un
sentimiento
de
soledad:
"Estoy
tan
solo";
para
más
adelante
transformarse
en
un
sufrimiento
amorfo:
"Me
siento
tan
mal
y
no
sé
por
qué".
Lo
que
generalmente
denominamos
neurosis,
ansiedad,
preocupaciones
y
temores,
falta
de
autoestima,
pensamientos
negativos
repetitivos,
obsesiones
y
compulsiones,
son
simples
signos
externos
del
dolor
enterrado.
Nuestro
sistema
encuentra
formas
de
contener
el
dolor
para
seguir,
pero
el
dolor
sigue
ahí.
La
falta
de
amor
durante
la
infancia
no
se
esfuma
sin
más
al
crecer.
El
trauma
pasado
se
mantiene
ahí
como
memoria
impresa.
A
causa
de
esta
"impresión",
seguimos
con
nuestras
vidas
sintiéndonos
sólos,
ansiosos,
vacíos,
deprimidos,
buscando
el
amor,
pero
sin
saber
como,
dejando
un
reguero
de
relaciones
insatisfechas,
mientras
nos
preguntamos
por
qué.
La
fuerza
de
la
represión
es
diabólica,
porque
no
puede
ser
vista,
olida,
saboreada
o
palpada.
Por
eso
es
tan
difícil
de
aceptar.
Recientes
investigaciones
con
el
trasplante
de
órganos,
parecen
indicar
que
las
células
pueden
tener
memorias
impresas
propias.
Una
mujer
que
tuvo
un
trasplante
de
corazón
y
pulmones,
empezó
a
tener
un
gran
deseo
de
beber
cerveza
y
comer
pizza.
Una
investigación
posterior
descubrió
que
el
donante
era
adicto
a
ambas
cosas.
La
misma
persona
también
empezó
a
tener
sueños
sobre
lugares
y
personas
que
eran
conocidos
para
el
donante.
Decidió
llamar
a
otras
personas
que
habían
tenido
trasplantes
de
órganos
y
descubrió
que
a
muchos
les
habían
pasados
cosas
similares.
Esto
es
sólo
anecdótico,
pero
parece
apuntar
en
la
dirección
de
que
existe
una
memoria
celular,
recuerdos
no
registrados
en
el
cerebro,
sino
en
otras
partes
del
organismo.
Hay
una
necesidad
aún
más
básica
que
la
necesidad
alimentos,
calor,
atención,
afecto,
cuidado
o
protección,
el
oxígeno.
Por
desgracia,
la
neurosis
puede
nacer
antes
que
nosotros.
Con
demasiada
frecuencia
durante
el
nacimiento,
las
madres
reciben
fuertes
dosis
de
analgésicos
para
el
dolor.
Si
una
madre
recibe
una
dosis
lo
suficientemente
grande,
la
anestesia
actúa
directamente
sobre
las
funciones
de
supervivencia
del
feto,
interfiriendo
con
el
acceso
al
oxígeno
y
puede
ser
una
amenaza
a
la
vida.
En
algunos
casos,
el
cordón
umbilical
es
cortado
demasiado
pronto,
impidiendo
que
llegue
el
tan
necesitado
oxígeno
de
la
placenta.
La
privación
de
oxígeno
también
puede
ocurrir
cuando
el
cordón
umbilical
se
enrolla
alrededor
del
cuello
del
bebé.
Cuando
el
feto
es
privado
de
oxígeno,
sus
sistema
circulatorio
y
respiratorio
se
paraliza,
y
su
cuerpo
empieza
a
entrar
en
un
estado
de
frenesí.
Luchar
en
contra
de
la
muerte
es
una
reacción
normal,
pero
en
este
caso,
la
lucha
incrementa
el
riesgo.
El
resultado
es
el
síndrome
destresante
del
feto.
La
lucha
activa
consume
demasiado
oxígeno
y
hace
que
la
carencia
de
oxigeno
sea
aún
mayor.
Cuanto
mayor
es
la
lucha,
más
se
aprieta
el
cordón
umbilical
y
mayor
es
la
asfixia.
En
un
feto
en
lucha,
dos
cosas
pueden
ocurrir.
Bien
utiliza
los
depósitos
extras
de
oxígeno
y
cambia
la
alcalinidad
de
la
sangre,
o
se
activa
la
represión
para
parar
el
frenesí
y
conservar
el
oxígeno
con
el
fin
de
salvar
la
vida.
En
cualquier
caso,
sea
cual
sea
el
mecanismo,
el
resultado
es
la
inconsciencia.
Esta
reacción
es
grabada
en
el
bebé
como
una
"impresión"
y
va
a
servir
como
una
reacción
prototípica
más
adelante
en
respuesta
a
cualquier
clase
de
estrés.
Para
muchos
de
nosotros
esta
experiencia
puede
permanecer
enterrada
durante
toda
la
vida,
afectando
nuestra
salud
y
la
forma
en
que
funcionamos
en
el
mundo.
Un
trauma
de
nacimiento
con
anoxia
puede
tener
consecuencias
catastróficas,
y
con
frecuencia
se
traduce
en
enfermedades
infantiles:
alergias,
asma,
epilepsia,
etc.
De
adulto,
el
trauma
de
nacimiento
puede
llevar
a
la
depresión
e
intentos
de
suicidio,
síndrome
de
fatiga
crónico,
ataques
de
pánico,
fobias,
paranoias
o
psicosis.
Aunque
muchos
de
nosotros
recordamos
haber
sufrido
castigos
físicos
y
psíquicos,
resulta
difícil
creer
que
los
recuerdos
se
trasladen
hasta
el
nacimiento.
Sin
embargo,
los
recuerdos
más
poderosos
son
aquellos
que
no
tienen
palabras.
No
hay
palabras
o
ideas
con
los
que
describir
estas
experiencias
traumáticas
tan
tempranas.
Ninguna
forma
de
hacerlas
lógicas.
Aquellos
que
afirman
que
no
podemos
tener
sentimientos
antes
de
nacer
y
que
no
podemos
tener
recuerdos
antes
de
tener
palabras
con
las
que
recordar,
ignoran
la
evidencia
en
contra.
El
feto
es
capaz
de
registrar,
codificar
y
almacenar
dolor
antes
de
nacer.
Entre
la
séptima
y
la
vigésima
semana,
los
conductos
nerviosos
que
llevan
la
señal
de
dolor
desde
la
columna
vertebral
hasta
la
parte
baja
central
del
cerebro
están
casi
por
completo
desarrollados.
Muchos
de
los
neurotransmisores
empiezan
a
desarrollarse
a
partir
de
la
semana
trece,
y
continúan
desarrollándose
hasta
la
semana
treinta.
Los
conductos
de
las
endorfinas
parecen
estar
operativos
a
partir
de
la
semana
quince.
Si
una
madre
fuma
o
bebe,
toma
tranquilizantes
o
está
nerviosa
o
deprimida
durante
la
gestación,
sus
cambios
hormonales
y
sanguíneos
impactan
el
sistema
nervioso
del
bebé.
Un
trauma
de
esta
naturaleza
puede
conducir
a
la
fisiología
del
bebé
hacia
la
pasividad
o
la
hiperactividad,
dependiendo
de
la
clase
de
trauma.
Debido
a
que
esta
dislocación
de
las
funciones
es
determinada
durante
las
primeras
semanas,
puede
ser
fácilmente
confundida
con
una
determinada
predisposición
genética.
Con
posterioridad,
cuando
se
producen
aflicciones,
será
prácticamente
imposible
decir
cual
es
el
origen.
Una
empresaria
va
de
vacaciones
a
una
playa
de
un
paraíso
tropical,
esperando
escapar
de
su
estresante
estilo
de
vida
durante
unos
días.
Pero
una
vez
allí
descubre
que
no
puede
parar
y
relajarse.
Si
no
se
mantiene
ocupada
con
algo,
jugando
a
las
cartas
o
haciendo
deporte,
se
siente
intranquila
y
tensa.
Cuando
una
persona
no
puede
estar
relajada
en
una
playa
tranquila,
y
no
puede
identificar
que
es
exactamente
lo
que
la
está
poniendo
en
tensión.
¿De
donde
nace
ese
estrés?
Según
la
teoría
primal,
se
trata
del
"intruso
primal"
que
empuja
por
debajo
de
la
superficie
de
nuestra
consciencia
alerta.
El
trauma
impreso
desde
hace
ya
décadas
continúa
afectándonos
y
empujándonos
a
hacer
cosas,
aunque
no
sintamos
lo
que
es.
¿Cómo
puede
ser
esto?
Porque
poseemos
diferentes
estructuras
en
el
cerebro
que
procesan
diferentes
niveles
de
consciencia,
y
mecanismos
bioquímicos
que
median
en
la
represión.
Estructuras
del
cerebro
o
niveles
de
consciencia:
La
1ª
línea
de
consciencia
se
corresponde
con
el
"cerebro
instintivo"
o
complejo
cerebral
reptiliano.
Esta
línea
de
consciencia
incluye
el
sistema
nervioso
primitivo
y
es
la
primera
línea
en
evolucionar.
Las
funciones
vitales
están
mayoritariamente
bajo
su
control:
la
respiración,
la
actividad
cardiovascular,
las
hormonas,
los
procesos
digestivos,...
y
controla
la
homeostasis,
manteniendo
la
presión
arterial,
los
latidos
del
corazón
y
otras
funciones
vitales.
Los
traumas
que
suceden
al
feto
o
al
bebé
antes
de
los
seis
meses
de
vida
tienen
una
probabilidad
muy
alta
de
afectar
a
estas
funciones.
Los
dolores
de
la
primera
línea
son
los
menos
accesibles.
Es
el
nivel
de
donde
es
más
difícil
recobrar
los
recuerdos.
Aunque
los
pacientes
hacen
progresos
durante
toda
la
terapia,
sólo
cuando
acceden
a
esta
primera
línea
se
producen
cambios
biológicos
importantes.
Sin
el
acceso
a
este
nivel
no
podemos
determinar
el
impacto
tan
increíble
que
el
trauma
en
la
primera
línea
produce
en
el
desarrollo
de
síntomas
y
conductas
posteriores,
y
como
moldea
lo
que
somos
y
lo
que
hacemos.
La
2ª
línea
de
consciencia
se
corresponde
con
el
"cerebro
emocional"
o
sistema
límbico.
Es
el
nivel
afectivo
o
la
mente
del
sentimiento.
Se
relaciona
especialmente
con
la
emoción
y
la
motivación.
Se
empieza
a
desarrollar
hacia
el
sexto
mes
y
continúa
durante
la
infancia.
Este
es
el
nivel
en
que
los
individuos
pueden
disfrutar
la
música,
desarrollar
imágenes
o
apreciar
la
poesía.
La
segunda
línea
no
puede
hacer
cálculos
matemáticos,
pero
puede
soñar
y
mezclar
emociones
con
las
sensaciones
de
la
primera
línea
para
formar
la
experiencia.
La
3ª
línea
de
consciencia
es
el
"Cerebro
Intelectual"
o
corteza
cerebral.
Se
corresponde
con
la
capa
externa
de
la
materia
gris
del
cerebro
y
cerebelo.
En
la
tercera
línea
de
consciencia,
razonamos
y
desarrollamos
ideas,
integrando
la
información
de
los
dos
niveles
anteriores,
proporcionando
un
significado
a
la
experiencia.
El
cerebro
intelectual
organiza
las
cosas
intelectualmente,
se
relaciona
con
el
mundo
exterior,
e
integra
los
niveles
de
consciencia
inferiores,
ayudando
a
inhibir
los
impulsos
y
dando
un
sentido
a
los
sentimientos.
En
esta
línea
se
producen
ideas
para
defendernos
contra
los
traumas
de
la
primera
y
segunda
línea,
se
filtran
las
sensaciones
y
sentimientos
sobrecogedores,
y
se
doblega
la
lógica
hasta
que
se
acomode
a
nuestra
verdad
interior.
La
habilidad
de
la
tercera
línea
para
inhibir
los
sentimientos
nos
permite
hacer
planes,
proponernos
objetivos
y
conseguirlos,
seguir
funcionando
aunque
haya
mucho
dolor
a
otro
nivel.
El
cerebro
intelectual
empieza
a
jugar
un
papel
activo
hacia
los
seis
años
de
edad
y
continua
desarrollándose
hasta
los
veinte
años
aproximadamente.
Estos
tres
cerebros
funcionan
como
ordenadores
interconectados
entre
si,
cada
uno
con
su
propia
memoria
y
funciones
especiales.
Lo
que
hace
cada
uno
de
estos
cerebros
y
como
se
interrelacionan
entre
si
es
fundamental
para
entender
nuestra
salud
mental
y
física.
Cada
uno
de
los
niveles
de
consciencia
contribuyen
a
formar
lo
que
llamamos
la
mente.
En
una
persona
normal
y
saludable
estas
tres
mentes
distintas
funcionan
como
un
sólo
aparato
mental.
Trabajan
en
armonía
por
el
bien
del
organismo,
permitiendo
a
la
persona
ser
un
"ser
que
siente
y
piensa",
con
reacciones
emocionales
saludables
a
estímulos
exteriores,
y
la
habilidad
para
pensar
con
claridad
sobre
estas
emociones
y
usarlas
como
guías
para
la
conducta.
Pero
el
trauma
interfiere
con
esta
armonía,
provocando
la
inconsciencia.
La
represión
interfiere
con
la
integración
entre
estos
tres
niveles
y
causa
la
dislocación
global
de
la
función,
tanto
en
la
esfera
del
cuerpo
como
de
la
mente.
Con
la
represión
y
la
neurosis
podemos
sentir
en
una
dirección
y
pensar
en
otra,
podemos
reaccionar
a
cosas
que
están
conectadas
a
otras
que
han
sucedido
en
el
pasado
en
vez
de
a
lo
que
está
delante
de
nosotros
en
el
presente.
Reaccionamos
al
presente
a
través
del
filtro
de
los
recuerdos
almacenados.
Hay
que
hacer
énfasis
en
que
los
recuerdos
son
llamados
en
sus
propios
términos,
a
su
propio
nivel
y
a
su
manera.
No
tiene
que
ver
nada
con
las
palabras
en
si
mismas.
Si
los
padres
de
un
niño
le
abandonan
en
la
temprana
infancia,
puede
que
el
niño
no
sea
capaz
de
describir
lo
que
pasa
en
términos
como:
"no
me
quieren
y
no
quieren
estar
conmigo",
pero
el
mensaje
está
ahí
como
un
sentimiento.
Su
sistema
frágil
ya
no
puede
reaccionar
con
normalidad
y
"ser
el
mismo".
Tiene
que
desconectarse,
enterrar
el
sentimiento,
con
el
fin
de
seguir
adelante.
La
memoria
emocional
puede
contener
una
gran
tristeza
y
sensación
de
vacío
sin
una
imagen
específica,
pero
aquí
el
sentimiento
es
la
imagen.
Cuando
somos
adultos
lo
denominamos
depresión.
¿Qué
peligro
llevan
los
sentimientos
ascendentes?
Casi
todas
las
maniobras
defensivas
que
hacemos
tales
como
beber
o
utilizar
drogas,
hablar
constantemente,
comprar
compulsívamente,
obsesionarse
con
una
cosa
u
otra,
dedicarse
de
forma
desmesurada
a
nuestro
trabajo,
etc.
es
un
intento
de
rebajar
nuestro
nivel
de
energía,
de
forma
que
la
tercera
línea
de
consciencia
pueda
mantener
su
coherencia,
aunque
sea
una
coherencia
neurótica.
Una
gran
cantidad
de
estrategias
utilizadas
en
la
medicina
de
la
conducta
utilizan
esta
conexión
de
la
mente
con
el
cuerpo.
Bio-feeback,
relajación
regresiva,
imágenes
creativas
y
otras
técnicas
similares
han
conseguido
ser
eficaces
contra
el
dolor
crónico
y
otros
trastornos.
Pero
¿qué
pasa
con
el
dolor?
¿desaparece?
¿o
tan
sólo
hemos
encontrado
un
remedio
temporal
para
impedir
que
nos
moleste?
El
poder
de
las
ideas
para
suavizar
el
dolor
explica
también
por
qué
la
ideología
de
grupos
como
alcohólicos
anónimos
funciona.
Parte
del
mensaje
de
las
reuniones
de
alcohólicos
anónimos
es:
"Tu
no
estás
sólo,
estamos
contigo
y
te
ayudaremos.
Siempre
vas
a
tener
ayuda".
Este
mensaje
contrarresta
directamente
el
sentimiento
reprimido
de:
"Estoy
sólo,
y
no
hay
nadie
que
me
ayude",
un
sentimiento
que
tantos
de
nosotros
hemos
llevado
muy
dentro
desde
la
temprana
infancia.
Son
precisamente
esos
sentimientos
reales
los
que
nos
hacen
recurrir
al
alcohol
con
el
fin
de
mantenerlos
reprimidos.
Asistimos
para
que
nos
ayuden
en
uno
de
esos
programas
de
autoestima
y
la
primera
cosa
que
hacen
es
llenarnos
con
una
ideología
que
contrarreste
nuestra
realidad
interior.
Muchas
personas
que
han
sido
abandonadas
temprano
en
la
vida,
bien
durante
unos
periodos
de
tiempo
cortos
pero
cruciales,
tal
como
ser
puesto
en
una
incubadora
después
de
nacer,
o
durante
periodos
más
largos
en
diferentes
casas
de
acogida,
puede
que
no
les
guste
estar
solos.
Estas
personas
prefieren
estar
y
trabajar
con
otros.
En
vez
de
relajarse
en
casa
con
un
libro,
prefieren
estar
fuera
con
los
amigos.
Ser
útiles
a
todo
el
mundo
es
otra
forma
en
que
las
personas
"actúan".
La
única
forma
en
que
una
paciente
conseguía
de
niña
la
aprobación
de
su
deprimida
madre
era
haciendo
cosas
para
ella
para
hacerse
útil.
Todo
lo
llevó
hasta
la
madurez.
Sabía
que
si
era
útil
sería
querida.
Cuando
era
invitada
a
una
cena
en
casa
de
unos
amigos,
era
ella
la
que
hacía
de
anfitriona,
limpiando
la
mesa,
lavando
los
platos,
etc.
El
sentimiento
real
era
que
no
valía
para
nada
y
por
consiguiente
no
merecía
ser
querida.
La
"actuación
hacia
fuera"
mantenía
lejos
el
sentimiento
real.
Aunque
lograr
muchas
metas
no
es
siempre
un
ejemplo
de
"actuar
hacia
fuera",
consideremos
a
un
individuo
que
con
gran
energía
siempre
ha
perseguido
y
conseguido
lo
que
quería.
Un
buen
trabajo,
mucho
dinero,
una
familia,
una
buena
casa,
tiempo
libre.
De
repente
se
siente
deprimido,
desesperado.
Habiéndolo
conseguido
todo
¿a
que
más
puedo
aspirar?
Ya
no
hay
nada
por
lo
que
luchar.
Pero
la
necesidad
subyacente
de
conseguir
permanece.
Lo
que
ha
conseguido
en
el
presente
no
es
precisamente
lo
que
necesitaba
como
niño,
así
que
se
siente
defraudado.
Y
ese
sentimiento
puede
no
ser
consciente.
La
persona
simplemente
pone
su
atención
en
otras
metas:
más
dinero,
más
éxito,
más
negocios,
más
libertad.
Esto
mantiene
la
lucha
viva.
No
es
ninguna
novedad
que
la
mayoría
de
los
problemas
en
las
relaciones
surgen
de
las
"actuaciones"
de
las
necesidades
insatisfechas.
Un
niño
querido
no
es
llevado
a
"actuar
hacia
fuera".
La
satisfacción
de
las
necesidades
durante
la
infancia
nos
permite
tener
necesidades
y
relaciones
maduras.
Podemos
como
adultos
dar
y
recibir
amor
sin
usar
a
nuestro
compañero/a
como
un
símbolo
para
obtener
el
"viejo
amor".
No
necesitamos
reafirmaciones
constantes
de
que
nuestro
compañero/a
nos
ama.
Una
vez
que
se
instala
el
dolor,
reaccionamos
a
ese
dolor
constantemente,
cambiando
la
forma
en
que
vemos
el
mundo.
Mientras
la
impresión
traumática
permanezca,
ciertas
situaciones
en
el
presente
resonarán
con
el
trauma
temprano.
Por
eso,
muchos
de
nosotros
estamos
tensos
y
nerviosos
gran
parte
del
tiempo.
Esta
es
la
razón
por
la
que
mucha
gente
reacciona
con
tanto
estrés
a
las
críticas.
Incluso
pequeñas
críticas
resuenan
con
las
severas
reprimendas
de
sus
padres
cuando
eran
pequeños.
Esta
es
la
razón
por
la
cual
tanta
gente
se
siente
destrozada
cuando
su
novio
o
novia
decide
dejar
la
relación.
Ese
rechazo
resuena
con
el
significado
sombrío
del
abandono
en
su
infancia.
Más
aún,
la
cadena
de
dolor
explica
por
qué
vamos
a
reaccionar
al
estrés
del
presente
de
forma
muy
similar
a
como
reaccionamos
al
estrés
original.
Al
igual
que
otros
desordenes
de
la
ansiedad,
las
fobias
son
un
ejemplo
excelente
de
cómo
el
pasado
actúa
en
el
presente
a
través
de
la
cadena
de
dolor.
Cuando
una
persona
que
padece
una
fobia
entra
en
un
ascensor
el
cerebro
rastrea
la
historia,
descubre
una
historia
de
sofocación,
al
nacer
o
quizás
en
una
incubadora,
y
dicta
las
mismas
reacciones
frenéticas
y
aterradoras.
La
señal
presente
activa
la
vieja
memoria
que
inunda
el
sistema.
La
persona
no
sabe
que
es
del
pasado
de
lo
que
huye,
pero
¿cómo
podría?
¿Cómo
podría
imaginar
que
a
los
40
años
de
edad
aún
está
reaccionando
al
tiempo
que
pasó
en
una
incubadora
después
de
nacer?
El
sentimiento
de
ansiedad,
paradógicamente
a
veces
aparece
cuando
empezamos
a
sentirnos
contentos.
Imaginemos
una
situación
agradable,
la
cena
perfecta
con
la
persona
perfecta,
buena
música
y
un
entorno
acogedor.
De
repente
uno
percibe
una
sensación
de
incomodidad,
una
sensación
de
que
la
felicidad
no
puede
durar
mucho,
de
que
algo
terrible
va
a
pasar.
Cuando
los
buenos
sentimientos
alcanzan
un
cierto
nivel,
su
propia
intensidad
puede
activar
otros
sentimientos
buenos
o
malos,
incluyendo
los
recuerdos
traumáticos.
Esto
puede
suceder
después
de
hacer
el
amor,
al
tener
un
niño,
después
de
una
boda,
al
conocer
a
una
persona
especial,
o
después
de
recibir
un
premio
o
unas
muy
buenas
noticias.
Un
trauma
impreso
en
lo
más
profundo
del
sistema
nervioso
tiene
un
largo
camino
que
recorrer
antes
de
llegar
a
nuestra
consciencia.
Un
elaborado
sistema
de
compuertas
entre
los
diferentes
niveles
pueden
cerrarse
cuando
hay
un
dolor
fuera
de
lo
normal.
El
propósito
es
mantener
los
niveles
superiores
sin
sobrecargas
por
lo
que
está
pasando
en
los
niveles
inferiores
y
así
mantener
el
sufrimiento
del
dolor
temprano
lejos
de
la
consciencia.
Los
elementos
químicos
que
sirven
de
intermediarios
en
las
compuertas
y
que
nos
pueden
hacer
inconscientes
son
los
neurotransmisores
inhibidores,
los
opios
naturales
del
cuerpo
humano.
Hay
más
de
50
y
sirven
para
que
la
transmisión
de
los
mensajes
de
dolor
no
pasen
a
otros
circuitos
del
cerebro.
En
definitiva
para
mantenernos
inconscientes.
Ya
han
pasado
dos
décadas
desde
el
descubrimiento
de
muchas
de
las
moléculas
neurotransmisoras.
Algunas
de
los
endorfinas
que
el
organismo
fabrica
para
bloquear
y
contrarrestar
un
dolor
excesivo
son
increíblemente
poderosas,
cientos
de
veces
más
fuertes
que
las
morfinas.
Para
recapitular,
nuestro
cerebro
contiene
diferentes
niveles
de
consciencia.
Nuestros
mecanismos
neurológicos
y
bioquímicos
codifican
y
almacenan
los
recuerdos,
incluso
las
memorias
que
suceden
antes
de
nacer,
y
pueden
cortar
la
comunicación
entre
los
diferentes
niveles.
El
hecho
de
que
la
represión
corte
la
comunicación
entre
los
diferentes
niveles
de
consciencia
nos
explica
por
qué
tanta
gente
se
siente
desesperada
y
miserable,
aunque
sus
vidas
parezcan
satisfactorias
en
la
superficie.
Cuando
la
parte
de
dolor
de
un
trauma
es
desconectado
de
la
consciencia,
se
produce
una
separación
entre
el
"yo"
real
que
sufre
y
el
"yo"
que
no
es
consciente
de
ello.
Hay
dos
"yos"
separados
en
conflicto
en
el
mismo
cuerpo,
presionando
en
los
diferentes
subsistemas
y
utilizando
valiosa
energía
para
reprimir
el
sufrimiento.
Debido
a
que
no
ha
alcanzado
la
consciencia
y
reaccionado
ante
ello,
la
impresión
traumática
continúa
afectando
la
fisiología
y
la
conducta
de
la
persona,
como
si
estuviera
sucediendo
en
el
presente.
El
dolor
primal
puede
ser
desviado,
recanalizado
o
reprimido,
pero
no
puede
ser
borrado
con
consejos,
programas
de
autoestima,
visiones
iluminadas,
la
voluntad
o
medicación
psicotrópica.
Una
vez
que
queda
impreso
en
el
sistema,
se
puede
movilizar
toda
una
montaña
de
voluntad
para
mantener
la
necesidad
controlada,
pero
es
una
empresa
inútil.
La
única
forma
en
que
el
dolor
primal
(y
las
"actuaciones"
que
genera)
puede
ser
erradicado
es
reviviendo
el
recuerdo
del
trauma
original
para
hacerlo
consciente.