Un autor poco conocido de la época de oro de la literatura rusa, contemporáneo de Tolstoi, Dostoievsky o Turgueniev, este último lo citó como gran novelista, a pesar de ser tan solo autor de relatos. Desgraciadamente murió muy joven, 33 años, arrojándose por el hueco de una escalera. Su, aparentemente, desgraciada existencia se trasluce en su obra la cual está preñada de negatividad y pesimismo. Lo poco que he leído hasta el momento me ha recordado sobremanera a la prosa de Richard Barham Middleton, otro autor maldito, en este caso inglés, que acabó sus días de forma voluntaria en su juventud.
Sin embargo, la narrativa de Garshin es muy "rusa", con un tempo lento, rica en adjetivación y con numerosos monólogos interiores. Esta última característica, la de los monólogos interiores, es, según los entendidos, una constante en su obra. Los personajes, quizás como el propio autor, llevan vidas desgraciadas, como la del joven burlado que se enrola en el ejército y marcha a la guerra como promesa a una joven y que, cuando vuelve de la misma sin una pierna, encuentra que su prometida ha roto su palabra y está en trance de casarse con otro.
En el relato que da nombre a la recopilación, los protagonistas son esos osos domesticados que antaño no debían ser tan raros de ver en las pequeñas ciudades rusas acompañando a gitanos que los explotaban como monstruos de feria; los animales tendrán que ser sacrificados en aras de la modernidad, perseguida por las leyes locales. Este cuento es ejemplo de la transformación que sufría en el siglo XIX la sociedad rusa, que trataba de dejar atrás las tradiciones para buscar la convergencia con Europa.
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