No me gusta la novela negra ni sus autores. De hecho, siempre me gustaron más las novelas y relatos de Conan Doyle que no tenían nada que ver con el detective literario por excelencia (obviamente, Sherlock Holmes); así que Georges Simenon y su Comisario Maigret no iban a ser diferentes. Pero en Simenon reconozco una maestría narrativa difícil de alcanzar, una capacidad de ir enlazando situaciones, de delinear personalidades que lo sitúan al nivel de los mejores prosistas. Por eso, aquellas novelas que no están protagonizadas por Maigret me estimulan tanto, ésta es una de ellas: La nieve estaba sucia.
La nieve estaba sucia está ambientada en una ciudad europea (se presume francesa, pero no se aclara) bajo ocupación nazi. La extrema miseria material se une, como siempre, a la miseria moral. El personaje principal, Frank, un chico de dieciocho años hijo de la dueña de un burdel aprende a vivir bajo las condiciones más duras y repulsivas posibles, como consecuencia se convierte en un gánster, en un asesino presuntuoso, en un machista sin moral alguna. Lo mejor de la novela es lo extraordinariamente bien que está narrada la psicología del tipo, lo convierte en un tipo de carne y hueso, repulsivo, sí, pero perfectamente verosímil.
Especialmente repugnante es el trato que el protagonista depara a alguna de las chicas que se prostituyen en el piso de su madre, que ven como su inocencia se rompe brutalmente en horas y son arrastradas al fango moral... un tipo como Frank se aprovecha de esos momentos de debilidad para explotarlas de la forma más ruin. En fin, una novela difícil, áspera, no para románticos enamoradizos... pero una novela que retrata como pocas veces se ha hecho el alma humana cuando la miseria se adueña de todo.