viernes, 27 de octubre de 2017

"Cuentos crueles", de Auguste Villiers de L'isle Adam.

 Encomiable la labor de la editorial Valdemar que está reeditando en español a autores de enorme calidad que habían caído en el olvido. Con la excusa (en mi opinión, noble) de indagar en la narrativa de terror, gótica o de temas fantásticos, están consiguiendo que algunos empecemos a tener una biblioteca en este ámbito francamente extensa, especialmente, pero no solo, de autores anglosajones del siglo XIX. No solo de este periodo y cultura como lo demuestra el tomo que describo:
  Auguste Villiers de L'isle Adam es, como su nombre anticipa, francés, del siglo XIX, influenciado principalmente por el simbolismo. Cumpliría los requisitos para formar parte de la llamada "Colección gótica" de Valdemar por tratar los temas a los que antes hacía vaga alusión: fantasmas, fenómenos paranormales, espiritismo, vampirismo... y eso, tal vez, siembre para muchos una grave duda sobre su calidad literaria. Y es que, desgraciadamente, en las últimas décadas hemos asistido a la publicación de centenares de novelas y decenas de películas que ahondaban en estos temas y que tenían una calidad ínfima... era literatura y cine para adolescentes sin capacidad de crítica que se fijaban más en lo guapos que eran los protagonistas y lo bien que les quedaba la ropa... todo muy actual, muy superficial. Sin embargo, ya lo he defendido en varias ocasiones, el gusto por lo fantástico, por lo sobrenatural existe en la literatura de calidad desde hace mucho, y, definitivamente, fue retomado en el Romanticismo literario, especialmente en la cultura anglosajona, lo que algunos llaman "literatura victoriana".
  Villiers, como buen francés, es influenciado por el Simbolismo, hasta el punto de mantener relaciones personales con los grandes del movimiento (Mallarmé, Baudelaire, Verlaine...) que, por otra parte, también participa de ese gusto por lo oculto, lo misterioso. El movimiento simbolista fue considerado principalmente dentro del ámbito poético, pero, en realidad, se dio en todas las artes, también en la prosa, y aquí Villiers de L'isle Adam es uno de los maestros.

jueves, 19 de octubre de 2017

"Para que no te pierdas en el barrio", por Patrick Modiano.

 Otra novela breve (relato largo) de Modiano, ambientada en París (cómo no) y con personajes perdidos en un marasmo de ensimismamiento que los llega a hacer entrañable. Ahora el protagonista es Jean Daragane (tal vez un alter ego de Modiano, pues se trata de un escritor anciano que lleva una vida simple en un piso de París), que recibe una sorpresa cuando un desconocido le pide una cita para devolverle una pequeña libreta telefónica particular. La extrañeza se convierte en desconfianza ante las rarezas de la pareja que se lo entrega.
  Sin embargo, Daragane comienza a recordar escenas del pasado lejano (su infancia) gracias a estos intrusos que no se sabe si son simples bienhechores o puros chantajistas. Es algo común en las novelas de Modiano: los encuentros casuales que llevan a que el personaje recuerde tiempos pasados de una forma liviana, casi como un sueño. Eso y que los protagonistas parecen que les corra horchata por las venas son dos características siempre presentes. Tal vez eso es lo hipnótico en Modiano. Sus narraciones no son brillantes, todo lo contrario, narra vidas grises hasta la náusea, pero uno no deja de sentirse atraído ante la desidia general.
  Otra cosa ya es si mereció o no el Premio Nobel, y, al menos a mí, siempre se me ocurre lo mismo: no es mal escritor, pero si este tío merece un Nobel hay cientos más que lo merecen.

"Providence 3, lo innombrable", por Alan Moore y Jacen Burrows.

 No me gusta Alan Moore. Reconozco que ha supuesto una revolución para el mundo del cómic, que ha ampliado las miras de la novela gráfica... pero tiene un ego insufrible que se llega a respirar en todos sus guiones... en éste también.
  Moore debe ser uno de esos tan enamorados de sí mismos que se regodean en admirarse más que en crear. Las pocas entrevistas disponibles en Youtube y otras plataformas muestran a un tipo que se ha terminado creyendo que en verdad es un genio sin igual en el mundo de la novela gráfica. Es probable que su culmen lo alcanzara con V de vendetta, una obra francamente buena, en la que no tenía miedo de juntar temas tradicionales (el de la conspiración de la pólvora de Guy Fawkes, por ejemplo) con temas atemporales (la lucha contra el poder omnímodo al que tienden las clases dirigentes) y darle a todo un ambiente mitad ciencia ficción mitad realidad que le aportaba verosimilitud. Luego se lanzó a reinterpretar el mito-realidad de Jack el destripador con From Hell, y aquí ya se puso superestupendo y acabó creando un cómic pretencioso e inacabable. Y ahora ya disfruta de sí mismo hasta el onanismo más inconfesable con esta saga de ámbito lovecraftiano.
  No quiero ser injusto, hay originalidad y valor en estas historias, pero leyéndolo no puedo dejar de pensar en el ego desmedido del bueno de Alan, que quiere dejar bien claro que es un erudito sobre el tema.
 Por otro lado, las ilustraciones de Jacen Burrows son de lo mejorcito que hay hoy en día en el cómic. Sus dibujos de línea clara son espectaculares, y el color, firmado por Juan Rodríguez, da un ambiente opresivo a la narración que casa a la perfección con el guión.

martes, 17 de octubre de 2017

"Patterns" (patrones) por Grant Snider. De nuevo la soledad voluntaria... www.incidentalcomics.com.

Imagen tomada del sitio www.incidentalcomics.com

"Fresas", por Joseph Roth.

 Lo de este tío es digno de encomio. No he leído nada de Joseph Roth que no tuviera una calidad literaria muy pero que muy por encima de la media. Es una prosa rápida, moderna, periodística, con frases cortas, escasa pero ajustada adjetivación, sin circunloquios vanos... es fácil de leer, pero tiene condición excelsa a la que hacía referencia. Quizá lo peor (ahondando en los defectos propios de su profesión de periodista) sea que los relatos son demasiado cortos; este en concreto está inacabado, pero los que claramente han sido concluidos también se me acaban demasiado pronto, apenas tiene novelas, y se me antoja que algunos relatos podrían haberse convertido en excelentes composiciones extensas.
  Fresas es un relato muy "rothinesco": narra lo perdido con una nostalgia muy característica. En este caso es la infancia y juventud (ficticia, no la suya propia) en su Brody natal (o en una pequeña ciudad semejante por lo que hoy es el oeste de Ucrania o el sureste de Polonia). Por supuesto es una ciudad de mayoría judía (comunidad variada, desde los ultraortodoxos que viven acorde a la Torá y no a los tiempos que corren hasta los laicos de rabiosa modernidad -de su época- capitalista o comunista), con tipos peculiares que dan contexto de tragicomedia a la narración. Este aspecto tragicómico (característico de otros escritores judíos como Sholem Aleijem o Isaac Bashevis Singer) lo da tanto los personajes como las aventuras un tanto inverosímiles que experimentan. La vida es agridulce pero recordada con melancolía, con un tono de antigüedad propio de tiempos medievales.
  En realidad, este pequeño relato inconcluso de poco más de sesenta páginas no da para más. La información que dan los de Acantilado en la contraportada es muy amplia y adecuada. Esto es un merecido elogio de la editorial, el reproche principal, como ya he dicho, es que no debiera publicarse relatos tan breves de forma aislada, una compilación de varios de ellos sería más deseable... los intereses económicos de la editorial y los lectores van, en este caso, en sentido contrario.

domingo, 15 de octubre de 2017

"El desertor", por Siegfried Lenz.

 Supongo que serán un cúmulo de características personales las que hacen que un individuo sea lector: carácter introspectivo, incluso solitario; gusto por las actividades tranquilas, reposadas; predominio de los intereses intelectuales sobre los físicos; necesidad de huir intelectualmente de una realidad subyugante... todo eso y probablemente algo más nos convierte en lectores. A algunos lo hace contra viento y marea, pues nacemos en familias ágrafas (y nos desarrollamos en sociedades igualmente iletradas) y recibimos todo tipo de presiones para que abandonemos la lectura desde la más tierna edad. Pues bien, a menudo he pensado que ser lector es uno de los peores defectos que puede tener una persona para conseguir un cierto éxito social. Pensémoslo bien, ¿cuántos supuestos "triunfadores" de nuestra sociedad reconocen leer al menos más de tres horas al día y tener en la lectura su hábito favorito? Pocos, poquísimos, y, evidentemente, algunos que lo afirman lo hacen por pura afectación, por postureo pseudointelectual. No me cabe duda: leer perjudica la vida social... y, sin embargo, cuando uno encuentra novelas como El desertor se alegra de haber cambiado el viperino y cambiante mundo social por la soledad del "negro sobre blanco".
  Porque se podría decir que ésta es una novela global, su coyuntura espacio-temporal, aun siendo importante, no es determinante y podría ser extrapolada a cualquier lugar y época de la humanidad. Esa coyuntura espacio-temporal la sitúa en la Segunda Guerra Mundial, en Prusia Oriental, hoy Polonia, a finales del año 44, cuando el III Reich estaba ya en plena desbandada. Allí, un puñado de soldados nazis son literalmente cazados uno a uno por partisanos. El protagonista, Walter Proska, sufre una evolución psicológica tan profunda que se puede decir que muere y renace varias veces en pocos meses; finalmente, haciendo honor al título, acaba por abandonar el nacionalsocialismo por el comunismo. Pero esa sería la lectura superficial de la novela, en una lectura entre líneas se pone en solfa el funcionamiento de la sociedad humana y sus individuos en función de unos principios inamovibles... El desertor muestra la fragilidad humana que busca la supervivencia física por encima de todo compromiso político, social o nacional. Eso es lo que hace esta novela atemporal.
  Y, como debe ser, todo esto es narrado sutilmente, para que solo los buenos lectores sean capaces de comprenderlo plenamente. 
 Me congratulo enormemente de que este gran autor, Siegfried Lenz, esté siendo traducido a nuestra lengua. Ese trípode fabuloso formado por Günther Grass, Heinrich Böll y el propio Lenz y que los críticos alemanes llamaron "Trümmerliteratur" (literatura de escombros) por enfocar la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial desde un punto de vista crítico, sin tapujos ni cortapisas, desnudando las miserias morales del país, es lo más interesante que ese país haya hecho por la humanidad en siglos.

domingo, 8 de octubre de 2017

Cita de "Joyita", de Patrick Modiano.

 Con esa lluvia que llevaba cayendo desde por la mañana me entraban ganas de marcharme de aquella habitación y de aquella ciudad. En cuanto tuviera algo de dinero me iría al sur de Francia, e incluso mucho más allá, al Sur. Intentaba aferrarme a esa perspectiva y no ceder e irme a pique de una vez. Había que hacer el muerte, tener un poco más de paciencia.
              Fragmento de Joyita, de Patrick Modiano.

sábado, 7 de octubre de 2017

"Equatoria", nueva aventura de Corto Maltés, ideada y dibujada por Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero.

 Sabido es que los grandes personajes sobreviven a sus creadores, y Corto Maltés no podía ser diferente. Lo importante, en todo caso, es que se mantengan las líneas maestras del mismo tanto en sus historias como en ellos mismos. Eso es, precisamente, lo que han conseguido Díaz Canales y Pellejero con Corto.
  De hecho, si no fuera porque todos sabemos que el genial italiano murió en el 95 y por los propios créditos bien podríamos pensar que esta nueva aventura hubiera sido creada por Pratt. Porque se parece incluso en sus defectos: siempre pensé que Hugo Pratt era mejor dibujante que escritor, que sus historias tenían puntos flojos, mientras que sus ilustraciones eran impecables; en Equatoria pasa algo semejante, el guión no es muy fuerte pero los dibujos son estupendos.
  En fin, en todo caso el nivel de este volumen es suficientemente alto y digno como para merecer su edición y llevar el nombre y la fama de Corto Maltés.

"Joyita", por Patrick Modiano.

 A medida que uno envejece va adquiriendo una cierta maestría en la discriminación de las formas de escribir de cada autor, supongo que será la experiencia de tantas décadas como lector. Lo cierto es que, modestia aparte, creo que podría determinar el autor con tan solo leer un par de párrafos. Eso ocurre con Modiano, un tío que tiene una prosa tan característica y un tipo de paisaje urbano y protagonistas que no es confundible con ningún otro autor contemporáneo.
  En Joyita todo ocurre en París, cómo no, y sus personajes son gente joven con apariencia de vidas rotas o, al menos, sin un futuro claro; su prosa, por otro lado, es rápida, periodística y poco complicada, con escasísima adjetivación y frases subordinadas.
 No sé qué tiene Modiano, pero reconozco que me engancha. Hay que reconocer que son lecturas sin complicaciones, sus novelas (más bien relatos) se leen en apenas un par de días y, desde luego, no son complejas ni tienen dobles lecturas. Con todo, hay algo extraordinariamente moderno en Modiano que enlaza con Kafka: esa supuesta deshumanización social que lleva a sus personajes a una alienación asumida con resignación, sin lucha pasional. El ensimismamiento de los personajes "modianescos" coincide con los de Gregorio Samsa o Josef K.
  Son, por tanto, vidas perdidas pero que siguen adelante en una suerte de marasmo sin fin, pero todo narrado sin dramas, con una normalidad aparente libre de cualquier arrebato pasional.

viernes, 29 de septiembre de 2017

"La nieve estaba sucia", por Georges Simenon.

 No me gusta la novela negra ni sus autores. De hecho, siempre me gustaron más las novelas y relatos de Conan Doyle que no tenían nada que ver con el detective literario por excelencia (obviamente, Sherlock Holmes); así que Georges Simenon y su Comisario Maigret no iban a ser diferentes. Pero en Simenon reconozco una maestría narrativa difícil de alcanzar, una capacidad de ir enlazando situaciones, de delinear personalidades que lo sitúan al nivel de los mejores prosistas. Por eso, aquellas novelas que no están protagonizadas por Maigret me estimulan tanto, ésta es una de ellas: La nieve estaba sucia.
  La nieve estaba sucia está ambientada en una ciudad europea (se presume francesa, pero no se aclara) bajo ocupación nazi. La extrema miseria material se une, como siempre, a la miseria moral. El personaje principal, Frank, un chico de dieciocho años hijo de la dueña de un burdel aprende a vivir bajo las condiciones más duras y repulsivas posibles, como consecuencia se convierte en un gánster, en un asesino presuntuoso, en un machista sin moral alguna. Lo mejor de la novela es lo extraordinariamente bien que está narrada la psicología del tipo, lo convierte en un tipo de carne y hueso, repulsivo, sí, pero perfectamente verosímil.
  Especialmente repugnante es el trato que el protagonista depara a alguna de las chicas que se prostituyen en el piso de su madre, que ven como su inocencia se rompe brutalmente en horas y son arrastradas al fango moral... un tipo como Frank se aprovecha de esos momentos de debilidad para explotarlas de la forma más ruin. En fin, una novela difícil, áspera, no para románticos enamoradizos... pero una novela que retrata como pocas veces se ha hecho el alma humana cuando la miseria se adueña de todo.