Otra genialidad desparramada de Chesterton. Después de haber leído a Terry Pratchett es evidente que aquél fue maestro de éste: el humor irónico y sarcástico, tan típicamente inglés; la mofa de toda tradición y cultura hecha desde la respetuosa aquiescencia de alguien conservador y tradicionalista (tanto en el sentido social como en lo político); la creación de personajes entrañables, con los que cualquiera podría identificarse; y, por encima de todo, un potentísimo humanismo que se niega a perder la esperanza en la vieja sociedad creada por el hombre son las características comunes a Pratchett y a Chesterton. Entre ambos, no obstante, distan casi cien años, con lo cual las diferencias también son evidentes: la prosa de Chesterton es mucho más densa, más adjetivada, sus descripciones más minuciosas y detalladas, su cercanía temporal a la "literatura victoriana" es evidente; por el contrario, Pratchett tiene una prosa más rápida, menos enrevesada, sin tanto adjetivo ni frase subordinada, es una prosa más periodística, más apropiada para cualquiera del siglo XXI y su crónica falta de tiempo; pero la relación es obvia para cualquiera con cierta experiencia lectora.
El hombre vivo es otra de esas novelas geniales de Chesterton que le hacen a uno reconciliarse con el género humano. Describe un personaje inusual, extraño y sin embargo encantador llamado Innocent Smith (nótese la ironía del nombre, en la traducción española no se ha querido cambiar por Inocencio García, por ejemplo, aunque así hubieran hecho más evidente sus características), este tipo es un hombre cándido, bienintencionado, sin cinismo alguno, honesto y sincero. Su forma de ser enamorará ciegamente a la otra protagonista, Mary Gray, que verá en él la salvación que toda persona busca en la otra cuando se empareja. Esta Mary Gray es una inquilina de una casa de huéspedes en Swiss Cottage, Londres (barrio, por cierto, en el que vivió unos pocos meses quien esto escribe), y sus huéspedes tratan de hacer ver que esa presunta y adorable sencillez de Smith no es sino una máscara.
En fin, Chesterton en estado puro, unos frescos humanos de una calidad apabullantes. Un gran conocedor del alma humana. Una novela atemporal basada en la moral y la apariencia humana, algo que ha movido el mundo desde que el mono se convirtió en hombre.