La muerte llega, siempre está agazapada sin que nos demos cuenta, como una fiera oscura y vieja conocida nuestra. Llega, da el zarpazo y deja el cadáver de nuestro familiar, de nuestro amigo, y a nosotros nos queda recomponer la cara de imbécil que se nos ha quedado, recoger el cadáver y darlo a la tierra y seguir con nuestras vidas anodinas, sabiendo que la vieja bestia negra está acechando otra vez...
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