Película muy personal de Emilio Estévez (hijo de Martin Sheen, hermano de Charlie Sheen, según parece, uno de los pocos de su familia que no tiene miedo a dar su nombre verdadero), ya que es director, guionista e incluso productor ejecutivo de la misma. Se podría decir que es un drama social pues aborda los problemas de pobreza y exclusión a la que se ve sometido un porcentaje cada vez mayor de la población de las sociedades occidentales. Stuart Goodson (Estévez) es bibliotecario de la Biblioteca Pública de Cincinnati, alguien que lleva una vida rutinaria, anodina y cuadriculada, aunque oculta un pasado que luego se desvela. En un país como Estados Unidos en los que los niveles de pobreza aumentan a la vez que disminuyen los caudales públicos para asistencia social, la biblioteca pública es un oasis en el desierto: decenas de personas sin hogar utilizan el edificio para asearse y huir del intenso frío imperante en aquella ciudad del Medio Oeste.
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El bueno de Goodson es el santo Job a juzgar por la paciencia con la que trata a estos personajes (que son siempre retratados de forma extraordinariamente benigna), aunque su vida no es fácil ni plenamente satisfactoria. Cuando se acentúa la ola de frío que asola la región y comienza a aumentar el número de mendigos muertos cada noche, los que merodean la biblioteca deciden no abandonarla por la tarde y pasar allí la noche. El bibliotecario, confuso al principio, acaba por aceptar su demanda e incluso se convierte en el abanderado de los desfavorecidos al permitir que se atrincheren en el edificio. Por supuesto, esto no pasa desapercibido, la policía sitia la biblioteca, los medios de comunicación retransmiten en directo el conflicto y el fiscal (el gran canalla de la película) aprovecha la coyuntura para hacer campaña electoral pues se presenta a la alcaldía. Total, que se forma un circo monumental en el que un centenar de personas sin hogar además de unos pocos empleados se atrincheran en la biblioteca pública ante la vista de millones de espectadores que, se supone, empiezan a tomar partido por unos u otros. No destriparé el final, aunque diré que los ocupantes son desalojados pero consiguen una gran victoria en la derrota.
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La película cosechó una crítica agridulce y un fracaso de taquilla. En mi opinión, es un cinta bienintencionada (buenista, dirían algunos) que toca una situación social con un enfoque un tanto simplista, ya se sabe, hay buenos buenísimos (Estévez y los propios sin hogar, víctimas todos de la cruel sociedad) y malos malísimos (el fiscal -Christian Slater- y el jefe de policía -Alec Baldwin-, que son todo ambición e inmoralidad). Tal vez hay que pensar que esta película tiene menos sentido en Europa que en Estados Unidos, toda vez que aquí la asistencia social a desfavorecidos es, de momento, aceptable en comparación con el capitalismo salvaje del otro lado del Atlántico.
En todo caso hay una dimensión que se escapará a muchos pero para otros nos es muy querida: la exaltación de la biblioteca pública como lugar de lucha frente a la injusta sociedad humana (animalesca sociedad, mejor dicho) y, en última instancia, la lectura como salvavidas que ha sido y es para muchos de nosotros. Eso es lo que más me interesa, por eso me siento más cercano a esta película y la considero tan entrañable... tan entrañable como leer en el silencio de una amable sala de lectura de una biblioteca pública en un desapacible día de lluvia y viento...