O sea, que Orhan Pamuk no me gusta porque es un escritor contemporáneo... ¿y Stephen King qué es, un escritor de la Roma clásica? Así son mis inconsistencias. Para muchos (los más estirados), escritores de best sellers como King no entran siquiera en el rango de escritores serios. Están equivocados. Como siempre, los prejuicios son nuestros peores defectos como lectores. Pues sí, leo a Stephen King, un escritor contemporáneo de temas de terror con novelas que entran entre las más vendidas de la actualidad y algunas de ellas convertidas en exitosas películas. No sé por qué será, tal vez el cliché de que en el verano apetecen lecturas menos profundas, pero lo cierto es que raro es el verano de los últimos años que no he leído algo de King. Ésta es la que leo ahora:
Es una de sus últimas novelas publicadas (al menos en español), aunque ya ha sido convertida en miniserie (del canal HBO). Es, algo que no es del todo extraño en King, mezcla de novela policíaca y de terror; la primera forma ocupa la mayor parte del texto, con la investigación minuciosa de los horrendos asesinatos que se cometen en una pequeña localidad de Oklahoma; la segunda es el descubrimiento de un ser sobrenatural como artífice de los anteriores. Como anécdota (aunque destripe algo) decir que King se inspira en el folclore popular hispánico (y lo reconoce en el texto), pues el visitante acaba siendo el hombre del saco, el coco, aquel individuo con el que se asustaba a los niños que no querían dormir ("duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y te comerá..."). Afortunadamente ya no asustamos a los niños con figuras horrendas que los raptarán y devorarán si no duermen o se portan bien, pero los que tenemos peinamos canas recordamos bien esas ancestrales costumbres.
Stephen King une esa leyenda con el ámbito policial cuando la investigación apunta indefectiblemente a un sujeto como único culpable posible (imágenes de cámaras de seguridad, testigos, pruebas de ADN...) con la posibilidad de que ese hombre del saco adopte la apariencia de aquel sujeto. El resultado es brillante, una novela de casi seiscientas páginas que no se hace pesada ni farragosa a pesar de la minuciosidad en los detalles; tampoco, por supuesto, es previsible en ningún momento (esto si que es un rasgo característico de King, capaz de provocar giros del argumento que te dejan con el alma en vilo).
En fin, una novela entretenida, bien pergeñada e imaginativa que rellena los periodos de relax y tedio siempre presentes en cualquier periodo vacacional.
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