Basada en una novela de Erich Remarque, Arch of Triumph no es, evidentemente, Casablanca, pero tiene calidad suficiente para ser una de las grandes películas de una de las décadas, la de los cuarenta, más prolíficas del séptimo arte. Con todo, en los años cuarenta del pasado siglo se rodaron películas insufribles, muchas, meros panfletos nacionalistas para inflamar el pecho de los incautos para que éstos se hicieran matar en cualquier trinchera defendiendo un trapo de colores; otras películas, sin embargo son maravillosas, aunque tengan un evidente posicionamiento nacional y político.
La novela de Erich Maria Remarque fue publicada en 1946, cuando residía ya en Estados Unidos, con lo cual la Segunda Guerra Mundial, época en la que se ambienta la novela, no la sufrió en carne propia. No le haría falta, en todo caso, Remarque fue veterano de la Gran Guerra y sus desastres, desarrollando allí un antibelicismo que trocó felizmente en una brillante carrera literaria con una obra cumbre, Sin novedad en el frente, extraordinaria novela de la que ya hablé en este blog y que generó dos adaptaciones cinematográficas; esta novela, por cierto, debería ser de lectura obligada para aquellos idiotas que todavía creen que las guerras sirven para algo que no sea destruir vidas y países. Bien, el caso es que Arco de triunfo, la novela de Remarque es, por supuesto, furibundamente antibelicista, aunque ya posee ese posicionamiento (proaliados, evidentemente) al que hacía referencia antes.
Imagen tomada del sitio www.filmaffinity.com
En fin, el argumento principal es una extraña historia de amor entre dos parisinos de adopción: Ravic, un médico sin licencia que opera clandestinamente, refugiado austriaco (interpretado por Charles Boyer), y Joan, una italo-rumana que se enamora de forma fatal de él, pero que a la vez mantiene un idilio con otro (ésta interpretada por Ingrid Bergman). La historia se entrelaza con otra de venganza por parte de Ravic hacia un oficial alemán, Von Haake, genialmente interpretado por Charles Laughton. El hecho de que los dos amantes sean refugiados sin pasaporte en el París de preguerra complica la situación sobremanera, llevando a Joan a mantener una relación amorosa con un tercero por una cuestión meramente práctica, sacarle dinero. La historia como todas las de Remarque no es, pues, dulce y almibarada en absoluto, de hecho, acaba trágicamente como para recordar que en tiempo de guerra todo ha de acabar mal indefectiblemente.
Aparte de la actuación de Laughton, siempre deslumbrante, Charles Boyer y la Bergman están sobrios y eficientes como siempre, y luego un puñado de actores de reparto que dan más empaque a la cinta y entre los que destaca Louis Calhern en el papel de un coronel zarista que se gana la vida en París como portero de un garito.
Imagen tomada del sitio www.IMDb.com
Y luego está la ambientación en las calles de París, que da ese aire de film-noir tan especial y que tanto nos gusta a los cinéfilos, un aire que uno, inmediatamente relaciona con Casablanca, Humphrey Bogart y la propia Ingrid Bergman, película que, como dije antes, está a años luz de esta notable cinta.