Tengo una aberrante tendencia a repetir lecturas de autores concretos. En vez de irlos dosificando e intercalando con otros autores, leo todo aquello que encuentro en las bibliotecas; craso error, pues acabo empachándome del autor en cuestión. Ahora me he enviciado con autores escandinavos, principalmente suecos, relativamente contemporáneos. Digo "relativamente contemporáneos" porque Söderberg murió en el 41 y Enquist hace poco más de un año. De este último acabo de leer El libro de las parábolas, del cual he sacado conclusiones semejantes al primero que leí, La biblioteca del Capitán Nemo, y alguna más que me huele a cuerno quemado. Lo cierto es que, según los de Planeta, El libro de las parábolas fue publicado por primera vez en sueco en 2013, y en español en 2017; es decir, es uno de los últimos libros del autor sueco, y a su estructura deslavazada, que ya noté en el primero que leí, se suma la repetición de temas de una forma alarmante. Temo ser demasiado prejuicioso contra las editoriales, pero es que estoy tan harto de leer cosas ilegibles cuando un autor deviene famoso... Pues eso, que no tengo claro que El libro de las parábolas debiera haberse publicado si no fuera por la fama notable que adquirió el bueno de Enquist. Ya se sabe que todo escritor escribe muchos más libros de los que publica, en parte porque algunos no lo merecen y en parte porque se tienen muchas historias que acaban siendo desechadas; pero, claro, si la editorial presiona, se publica hasta lo que se escribe en papel higiénico...
Releyendo lo anterior puede parecer un poco extremista, pero muchos estarán de acuerdo conmigo en que esas poderosas máquinas de hacer dinero que son las editoriales no se paran en mientes a la hora de publicar cosas impublicables si piensan que les es rentable.
Bueno, al turrón, El libro de las parábolas narra, de nuevo, la vida de un individuo que se parece mucho, pero mucho mucho al propio Enquist. En ningún momento se dice que es un alter ego, pero releyendo la biografía del autor no queda duda. Ahora es un chico joven que, al igual que el autor fue criado en el norte remoto de Suecia (ya comenté lo peculiar que ha de ser la vida en en condiciones climáticas tan extremas); también, al igual que Enquist, queda huérfano de padre en la primera infancia, es criado inicialmente por su madre, que, al tener graves problemas mentales, cede la custodia a los abuelos. También coincide con La biblioteca del Capitán Nemo en provocar la avalancha de recuerdos con un objeto antiguo, recuperado de forma casi milagrosa; ahora es un pequeño cuaderno de su padre, rescatado de las llamas, aunque marcado por ellas y en el que apuntaba poemas propios. La llegada a su poder de ese cuaderno desencadena todo ese torrente de recuerdos, entre los que el más importante es su primera relación sexual, a los quince años, con una mujer de más de cincuenta. Lo anómalo de esta relación, su excepcionalidad extrema, como rodeada por un paréntesis, permite que Enquist hile su adolescencia de forma, como ya dije, un tanto deslavazada.
Además, coincide con la otra novela en las referencias religiosas, de una religiosidad un tanto obsesiva e insana, claramente impuesta por algunos familiares que parecen querer solucionar todos los problemas con referencias directas a la Biblia. La mezcla de las reflexiones de ese chico de quince años sobre las duras experiencias familiares, las filípicas religiosas y la extraña relación sexual forman el cuerpo central de esta novela, todo, claro está, con el poso que va dejando el paso de las décadas que hace ver todo de distinto color.
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