La impresionante calidad prosística de Dickens le permite alternar narración con descripción de una forma perfecta, pues las minuciosas descripciones no detienen nunca el sosegado pero firme ritmo narrativo. Un ejemplo notable es la descripción que hace del padre de la señora Plornish en el capítulo XXXI del primer libro, Dignidad.
martes, 4 de enero de 2022
"La pequeña Dorrit", de Charles Dickens.
La impresionante calidad prosística de Dickens le permite alternar narración con descripción de una forma perfecta, pues las minuciosas descripciones no detienen nunca el sosegado pero firme ritmo narrativo. Un ejemplo notable es la descripción que hace del padre de la señora Plornish en el capítulo XXXI del primer libro, Dignidad.
domingo, 2 de enero de 2022
"Ladrón del tiempo", por Terry Pratchett.
Se trata de especular sobre el paso del tiempo, la importancia relativa de las cosas con el paso del mismo... En esencia, el argumento es éste: los auditores de la realidad (seres espirituales, incorpóreos e incapaces de tener emociones o sentimientos) quieren acabar con la realidad, quieren detener el tiempo y reorganizar todo lo existente. Para ello encarga a Jeremy Relójez, excelso maestro relojero, que construya un reloj que marcará con absoluta precisión el tiempo, para poder, en última instancia, detenerlo. Ese es, digamos, el “equipo de los malos”, el de los buenos son los Monjes de la Historia, protectores del paso impertérrito del tiempo; de ellos, un simple barredor, Lu-Tze, es el más capacitado. Lu-Tze toma como aprendiz a Lobsang, que luego se revelará como hermano gemelo (antitético, en realdiad) de Jeremy. Lobsang y Lu-Tze se encargarán de que no se detenga el tiempo y de eliminar a los auditores. Para ello contarán la ayuda de Susan Sto Helit, nieta de la Muerte, y de una auditora que descubre el placer de ser imperfecto y falible, esto es, de ser humano. La Muerte en persona no podrá ayudarles porque tendrá que hacer su entrada triunfal con los otros Jinetes del apocalipsis, que, por cierto, aquí no son cuatro, sino cinco, a saber: la Muerte, la Peste, la Guerra, el Hambre y... y un lechero llamado Ronnie Soak (véase aquí la broma de Pratchett al invertir el nombre al supuesto quinto jinete que no es otro que el Kaos, nombre más punki y guerrero que el tradicional Caos).
Como siempre digo, lo que más me gusta de la apabullante imaginación de Terry Pratchett es su facilidad para ironizar sobre todo lo humano, ambientado en un planeta imaginario, con personajes de ficción, pero con atributos meramente humanos. En Ladrón del tiempo, Pratchett delinea a un tipo obsesionado con el tiempo (en la novela, Jeremy Relójez), exacto hasta la náusea, incapaz de la más mínima creatividad, un hombrecillo gris cumplidor de su obligación sin corazón ni alma; luego está otro personaje, desgraciadamente poco frecuente, que es el sabio humilde (encarnado en Lu-Tze), alguien que no destaca por nada, que desempeña las tareas más modestas, pero que es, con diferencia el más sabio de todos; por último, los auditores representan a los controladores compulsivos, que tienen que llenar sus vidas de reglas y normas sin las cuales se sienten perdidos, gente cuadriculada en fin, sin imaginación alguna.
domingo, 19 de diciembre de 2021
Nativitas Iesu.
Uns ist ein kindlein heut geborn
von einer Jungfrau auserkorn,
Des freuen sich die engelein;
solten wir menschen nicht fröhlich sein?
Lob, Preis und Dank sei Gott bereit'
für solche Gnad in Ewigkeit.
Er hat erlöset uns vom Tod
und wieder bracht zu Gnad bei Gott;
er heilt der gift'gen Schlangen Biß,
den wir bekamen im Paradies.
Lob, Preis und Dank sei Gott bereit'
für solche Gnad in Ewigkeit.
Drum preiset dieses Kindelein
mit allen heilgen Engelein,
das freundich aus sein' Windelein
uns lachet an im Krippelein.
Lob, Preis und Dank sei Gott bereit'
für solche Gnad in Ewigkeit.
Schemelli-Liederbuch, Johann Sebastian Bach.
lunes, 13 de diciembre de 2021
Cartas paulinas (I)
Las cartas paulinas son verdaderamente fascinantes. Son fascinantes porque son el mejor ejemplo de lo que una mente privilegiada, la de Pablo de Tarso, puede pergeñar, organizar y planear para expandir una creencia a lo largo del mundo conocido por entonces. Tanto es así, que muchos teólogos se preguntan si en verdad lo que hoy practican los que se llaman a sí mismos cristianos es, en verdad, cristianismo o “paulinismo”. Es seguro que nunca un hombre influyó tanto en las creencias y costumbres de miles de millones de hombres a lo largo de la historia como san Pablo; la pregunta que yo me hago (más que proceso intelectual, es algo que me sale del corazón) es si no debemos liberar la fe de los pesadísimos ropajes de liturgia y costumbres no religiosas que han ido acumulándose con el paso de los siglos, empezando por el asombroso Pablo de Tarso. Vayamos paso a paso:
Carta a los romanos: Es decir, “carta para nosotros”, para los herederos históricos, sociales y culturales de los romanos, los occidentales de hoy en día. Es por ello una epístola que se entiende sin ambages en nuestro ámbito cultural, ya que estaba dirigida a gentes con nuestros mismos hábitos y costumbres (para bien y para mal). Primero nos dice que da igual ser judíos que gentiles, algo lógico, ya que los romanos eran gentiles pero dominaban política y militarmente a los judíos, con lo cual no tendría sentido que fueran gentes de segundo rango en esta religión. También nos dice que seamos “obedientes a las autoridades terrenas”, algo que contradice plenamente el Evangelio (la única y verdadera Palabra de Dios). Esto es muestra de la gran habilidad social de Pablo de Tarso, un tipo que entendía que en su época era necesaria la cooperación, al menos por tolerancia, de la todopoderosa Roma, dueña y señora de casi todo el mundo conocido. Roma era en aquella época el territorio más regulado por leyes, más jerarquizado y, hasta cierto punto, autoritario que había en el planeta; Pablo, listo como un zorro, es consciente de esto y pide obediencia al César y a Dios, algo, ya digo, que contradice abiertamente el Evangelio.
Carta a los corintios: Segunda gran civilización tras los romanos, esta vez la griega. Corintio era supuestamente famosa en la época por su “corrupción moral”, el “gran peligro” para el cristianismo: el helenismo. Hoy tenemos al helenismo como una corriente meramente cultural que emborrachó a casi toda Europa por su belleza sin igual, pero para Pablo de Tarso era una suerte de herejía insoportable. Aquí, el bueno de san Pablo cae de lleno en nada menos que el primer pecado capital, la soberbia, por ponerse como ejemplo a seguir, especialmente en la Primera carta a los corintios, en la segunda, tal vez consciente de su inmodestia, trata de justificarse y que no fue en absoluto soberbio.
Carta a los gálatas: en esta carta a la tribu anatolia de los gálatas, Pablo previene contra los judaizantes y muestra un triple objetivo: deja claro la autoridad de Pablo como ministro de Dios (probablemente necesario porque ellos sabían que Pablo no conoció a Jesús y, consecuentemente, no le daban autoridad); segundo, para hacer que esa comunidad judeizante dejara de circuncidar a los niños, y así conseguir expandir el cristianismo tanto a los judíos como a los gentiles; tercero, convencer a los judeizantes de abolir la ley mosaica y sustituirla por el cristianimos. Conclusión: Pablo está inmerso en una batalla inmensa: crear una Iglesia y darle homogeneidad. Homogeneidad de criterios y normas, jerarquías claras... en fin, todo muy respetable, pero no es más que un tema humano, no divino. Para no ser injusto, habría que decir que, tal vez, hace dos mil años, fuera necesario crear esta estructura humana, la Iglesia, con el fin de dar a conocer el Evangelio. En todo caso, hoy creo que no es necesaria.
Carta a los efesios: Una epístola de la cual se duda su autoría. Temas: recordatorio sobre la esencia del cristianismo y exhortación a la unidad de judíos y gentiles (para unificar, de nuevo, la Iglesia que se estaba formando).
Carta a los filipenses: epístola no dogmática, pero sí moral, contraria, por tanto, a las anteriores. Es una carta más acorde al espíritu evangélico, especialmente al Sermón de la montaña (humildad y abnegación, principalmente).
Carta a los colosenses: breve carta dirigida a los habitantes de Colosas. Refuta a los judaizantes y los aspectos helenísticos, de nuevo buscando la unidad de la Iglesia (gran misión que se autoimpuso Pablo). Aspectos que creo positivos en esta carta: habla del hombre viejo (aquel que no conoce el Evangelio) frente al hombre nuevo (el que vive de acuerdo con él), proclama la humildad y el amor entre los hombres como verdaderas virtudes de la vida cristiana.
viernes, 10 de diciembre de 2021
"The Illusion of Self", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).
Sociedad de la desinformación, nuestra sociedad, vamos. Según Ray Bradbury.
jueves, 9 de diciembre de 2021
"Los milagros de la vida", por Stefan Zweig.
Vuelvo a la prosa lenta, florida y adjetivada del autor vienés. Un verdadero placer. Leer a Zweig es como entrar en una cafetería delicatessen y tomar lentamente, sin prisas, disfrutando del momento, el mejor café del mundo; una experiencia exquisita, deliciosa. Stefan Zweig consigue sacarme del momento en el que vivo, de las preocupaciones cotidianas, de las ansiedades existenciales, para disfrutar del placer de leer a uno de los escritores más talentosos de su generación. El argumento es, en realidad, secundario, pues la forma lo ocupa todo, sublima el tema, lo eleva... Lo que ahora leo es una novela breve, casi un relato, éste:
Los milagros de la vida está ambientada en Amberes, bajo dominio español. Hay en ella características típicas de Zweig: la relación hombre-mujer, con sus ambigüedades, muy tradicional para la estúpida época que nos ha tocado vivir, pero que, por mi experiencia personal sigue siendo (y lo será siempre, se quiera o no) dominante, relación en la que la mujer seduce y el hombre, creyéndose seductor, cae en la trampa, la trampa de su orgullo, principalmente; por otro lado la difícil relación entre el catolicismo y el judaísmo, relación compleja sobre todo en el propio escritor. Desarrollaré un poco más esto: Stefan Zweig era de origen judío, ya se sabe. Tan sólo de origen, pues ni era creyente ni siquiera mantenía las tradiciones, ahora bien, se sabía judío, o, mejor dicho, le habían hecho judío (a él y a millones más de personas en toda Europa que, casi de la noche a la mañana, estaban excluidos de iure y de facto de poder participar libremente en la vida social, política y económica de sus países por el hecho mero de ser judíos); sin embargo, Zweig no prestó mayor interés a su judaísmo que el meramente cultural. Por otro lado, Austria-Hungría (esa Criatura de Frankenstein hecha con retazos de varias naciones, lenguas y religiones) era, nominalmente, católica. Zweig, que al igual que Joseph Roth, se sentía profundamente afecto al viejo Imperio, respetaba este catolicismo como una forma de ser austriaco, como su religiosidad más perfecta, cabe decir. Así, en esta breve novela, la lucha y el amor entre el judaísmo y el catolicismo son, en verdad, los sentimientos que albergaba el corazón de Zweig, relaciones casi siempre complicadas, cuando no abiertamente contradictorias.
Toda esas relaciones entre judaísmo y catolicismo lo personifica Zweig en la modelo judía que habrá de ser la Virgen María para el pintor, fervoroso católico. En esta relación aparentemente profesional, ambos, como dicen los de Acantilado, se malinterpretan. El pintor cree que la joven judía siente el don de la fe al interpretar a la Virgen, cuando ella siente a los cristianos como bárbaros agresores, pues su padre y hermanas murieron, se insinúa en la novela, a manos de una furibunda turba antisemita. La joven judía también se equivoca, pues nace en ella el instinto maternal hacia el niño con el que posa, instinto maternal posesivo, celoso y ultraprotector, hacia un niño que no es suyo ni nunca lo podrá ser. En fin, la novela tiene un argumento muy bien traído, perfectamente verosímil en casi cualquier época de la historia europea, pero, como ya decía antes, destaco más la forma, la textura fina y suave, cual seda de la prosa de Zweig.