lunes, 17 de octubre de 2022

"Brainstorm", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).

 

Image taken from the site www.incidentalcomics.com

"El primo Henry", de Anthony Trollope.

  Una de las últimas novelas del gran autor victoriano, fuera de las llamadas Crónicas de Barsetshire (las más exitosas, todas ellas ambientadas en la pequeña ciudad ficticia de Barchester) y de las Novelas de Palliser (sátiras inmisericordes de la nobleza y gobernanza británicas); de hecho, es una de sus últimas novelas, muy breve para un autor victoriano y de menor complejidad que las otras.
 Sin embargo contiene las características de Trollope: extensísima descripción psicológica de los personajes, sutil sátira (a veces, no tan sutil) de las costumbres sociales de la época, ritmo lento y sosegado... Lo que ocurre es que en nuestra época gustan más las novelas ambientadas en Barchester, que son mucho más complejas o las de Palliser por el morbo de ver las corruptelas políticas propias de la época victoriana (y de toda época, lamentablemente). En todo caso, a pesar de las escasas doscientas cincuenta páginas del texto (un relato largo para esta gente) se puede disfrutar suficientemente de la inmersión intelectual en un mundo ya desaparecido en lo externo, pero no en los sentimientos.
 Porque precisamente de eso, de sentimientos, va la novela. El argumento en sí es secundario cuando se tiene la capacidad de crear personajes como lo hace Anthony Trollope. Aquí el argumento gira en torno a la herencia de una casa solariega con varias fincas agrícolas añadidas que el anciano caballero Indefer Jones, cercana ya su muerte, tiene que dejar en testamento a una u otra persona. El anciano no tiene hijos, tan sólo un par de sobrinos (primos entre sí) que son como la noche y el día. Ella, Isabel Brodrick, estuvo sus últimos años a su lado, es impetuosa, terca como una mula, falta de empatía, trabajadora y materialista; él, Henry Jones, trabaja como oficinista en Londres, es introvertido, dubitativo, apocado y espiritual. Esas son las dos opciones. Indefer Jones prefiere nombrar heredera única a Isabel, pero también quiere cumplir con la tradición de hacer heredero al primogénito varón, tradición que trataba de evitar que las posesiones se fueran dividiendo y se perdieran con gente que tenían otros apellidos (como es el caso, Brodrick en lugar de Jones). El caso es que el viejo, con la cabeza no muy clara ya, redacta varios testamentos, anulando cada uno el anterior, claro, el último conocido respetando la primogenitura varonil, pero haciendo otro posterior privado nombrando a Isabel heredera universal. Este último testamento es conocido por la propia Isabel y un par de arrendatarios, pero no por el notario ni funcionario alguno del registro. Así, al morir Indefer Jones, entra en vigor el último testamento registrado, el que hacía heredero universal a Henry (el famoso "primo Henry") que se apresta a dejar su oficina y apartamento londinenses para ser dueño y señor de la finca solariega. Tanto Isabel como los arrendatarios saben que existe un testamento posterior que no llegó a ser registrando anulando el que ha sido ejecutado, por lo cual desprecian profundamente a Henry que, sabiendo dónde está oculto el mismo, no lo hace público.
 Ese es el argumento principal, ya digo, pero la novela, verdaderamente, empieza a partir de aquí, con una descripción psicológica extraordinaria de todos los remordimientos, sensaciones y pensamientos de Henry, que se debate entre callarse la localización del testamento de marras y quedarse con todo, o ser honradez y entregar al notario el testamento que lo perjudica.
 Dicen en la contraportada los de Editorial Belvedere que El primo Henry "se trata de un estudio de caracteres". No puedo estar más de acuerdo, porque aunque la personalidad de Jones, con sus dudas, sus angustias, sus remordimientos es la principal parte de ese estudio de caracteres, tampoco se puede dejar de lado la descripción de Indefer Jones, "ultraconservador", tradicionalista, huraño y desconfiado; así como la de Isabel, una mula con apariencia humana, con una sola cosa en mente; o los leguleyos, con su moral inicua, capaces de despellejar a quien sea por un plato de lentejas...
 Además de ese estudio de caracteres, también se satirizan o, al menos, se ponen en solfa, las tradiciones inmemoriales como la de la primogenitura varonil, lo que ocurre es que Trollope lo hace de forma sutil, para que el lector tome conciencia de ello debido a los problemas que su aplicación generan en la sociedad.
 De nuevo, Anthony Trollope, un francotirador de élite que ametralla su hipócrita sociedad con una pluma por rifle y tinta por balas.

sábado, 15 de octubre de 2022

Inciso musical: concierto de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, obras de Haydn, Say y Brahms.

   Concierto del 14 de octubre de 2022, Auditorio Miguel Delibes, Valladolid. Primer concierto dirigido por Thierry Fischer, director suizo de amplia trayectoria, director también de la Orquesta del Estado de Sao Paulo y de la Sinfónica de Utah. La obra de Fazil Say (Concierto para violonchelo y orquesta, "Never give up", op. 73) con el violonchelista Alban Gerhardt, también de amplísima carrera profesional y múltiples grabaciones. Y, por supuesto, la orquesta "poseedora de la cátedra" en el Miguel Delibes, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, compuesta por talentosos músicos venidos de todo el mundo, ya con una trayectoria de más de treinta años.
 Concierto clásico (en el sentido de esperable, frecuentemente representado) y rompedor, valga el contrasentido. Me explico: es esperable un concierto sinfónico con obras de Haydn y de Brahms; quizá la Sinfonía nº 95 "El milagro" (aunque sea más habitual representar la Sinfonía nº 101 "El reloj" o la 94 "La sorpresa") del compositor austriaco; del alemán es precisamente la Sinfonía nº 1 la más tocada a lo largo y ancho del mundo. La obra de Fazyl Say, sin embargo, y no sólo por contemporánea, es mucho más infrecuentemente representada, quizá por su dureza, ahora lo veremos; de aquí lo de "rompedor" que antes decía, por el contraste tremendo entre los compositores centroeuropeos y el turco.  
 El programa es toda una declaración de intenciones por parte del nuevo director de la OSCYL, de Thierry Fischer. Obviamente hay intencionalidad en la condición contrastante del concierto: dos obras amables, conciliadoras y reconfortantes, conocidas por todos, que nos llenan de paz y buenas vibraciones... con el bocadillo intermedio de una obra contemporánea brusca, impactante, que trata de que el espectador se sienta incómodo en su butaca (en el buen sentido de la expresión, claro, para hacerle sentir y pensar). El orden del programa tampoco es baladí. Puedo asegurar que si un servidor hubiera salido a la calle después de haber escuchado la obra de Say, sin ningún otra obra a continuación, habría salido con un estado anímico cercano al desequilibrio, a la excitación indignada... luego explicaré la razón.
 Pero, primero, Haydn. El "Padre de la sinfonía" nos regala cuatro movimientos con la elegancia y la sublime belleza que sólo la música del Periodo Clásico nos puede dar. Poco más de veinte minutos para reconciliarse con la vida, su hermosura y carencia de maldad. Por cierto, parece que el sobrenombre de "El milagro" se debe a que cuando fuera representada en Londres a finales del siglo XVIII cayó una gigantesca lámpara de araña sobre el patio de butacas, siendo un verdadero "milagro" que no resultara nadie herido.
 Y así, como quien no quiere la cosa, llegamos a Fazyl Say, compositor y pianista turco que tiene la misma edad que quien esto escribe y que ha deslumbrado a crítica y espectadores por su talento y su personalidad musical. De su obra aquí escuchada, el Concierto para violonchelo y orquesta "Never give up", op. 73, no se puede decir nada más, al menos para empezar, que mantiene al oyente en una montaña rusa anímica, en una tensión, buscada, por supuesto, que te despierta del "buenismo" (perdón por el palabro) de Haydn. Hay que explicar que el compositor turco creó este concierto para violonchelo y orquesta tras los terribles atentados terroristas de París de noviembre de 2015. Tanto recuerda la obra a aquella barbarie que incluso llega a reproducir el sonido de las ametralladoras a golpe de timbal ¡verdaderamente angustiante! Afortunadamente, el tercer movimiento de este concierto, titulado precisamente Song of Hope, "Canción de esperanza", es más amable, más esperanzador, esperando que todos hayamos sacado una lección del inaceptable uso de la violencia con la finalidad de que no se vuelva a repetir. La elección del violonchelo es, claro, la apropiada por la capacidad que tiene ese instrumento de mostrar sentimientos desgarrados.
 Y así se llega al descanso del concierto, con una sensación de desasosiego unida a la admiración por la capacidad que tiene Fazyl Say para transmitir sentimientos de desesperación y brutalidad, ya digo con los "ametrallamientos" de los timbales se saldría a la calle en un estado de ansiedad y nerviosismo que podrían ser peligrosos... Pero que nadie se alarme... llega la paz...llega Brahms.
 Y nada menos que la Sinfonía nº 1, una de sus obras más representadas, como es lógico. Es lógico que se represente a menudo en todo el planeta porque lo tiene todo: tiene momentos dramáticos y oscuros (sobre todo en el primer movimiento); escenas más relajadas y suaves (en el segundo movimiento), con tonos juguetones (de scherzo, "broma" en italiano) en el tercer movimiento; para acabar con un cuarto movimiento con melodías inmortales, que todo melómano ha escuchado cientos de veces y que nos sacan una sonrisa de satisfacción al escucharlas. Dicen los musicólogos que Brahms trató de homenajear a Beethoven en esta sinfonía, hasta el punto de utilizar algunos acordes de la Sinfonía nº. 9 del genial sordo; parece ser, incluso, que algunos críticos musicales tacharon a Brahms de plagiador, algo estúpidamente injusto habida cuenta su talento compositor.
 En fin, un concierto contrastante, como decía antes, un "bocadillo musical" de una calidad sublime, para poder sentir la música en todas sus dimensiones: acariciante, enervante, tranquilizadora, energizante...

miércoles, 12 de octubre de 2022

"La visita del médico de cámara", de Per Olov Enquist.

  Leyendo la sinopsis de la contraportada de Ediciones Destino (Grupo Planeta)  parece que La visita del médico de cámara fuese una novela histórica, pues narra de forma verosímil hechos históricos acontecidos en la Dinamarca de segunda mitad del siglo XVIII. Pero conociendo a Enquist me extrañaba enormemente que fuera no ya novela histórica, sino siquiera  una biografía afrontada libremente. No me equivocaba. Per Olov Enquist narra hechos históricos, sí, pero dándole un enfoque tan personal, tan moderno e individual, que la novela se escapa a esos dos subgéneros tan abundantes hoy en día. En otras novelas de Enquist, los personajes son marginales, tipos salidos de manicomios, relaciones incestuosas, asesinatos dentro de una familia... eso sí, narrado con una indiferencia asombrosa, que nadie busque morbo en sus novelas, todo es tan natural que no da la impresión de haber juzgado en ningún momento la moralidad de esos protagonistas o de sus acciones. Bien, esta novela relata la vida de un rey, de su reina y de un valido, aparentemente en absoluto marginales, pero sus vidas fueron tan atribuladas, cortas y desquiciadas que no se alejan un ápice de sus otras novelas.
 Argumento de La visita del médico de cámara: el joven rey danés Cristián VII es una verdadera ruina humana, enfermo mental (¿esquizofrenia?), comportamiento obsesivo (masturbación compulsiva), conducta infantilizada en todo momento (sólo quiere jugar con su paje negro y su perrito)... pero, aun así, es rey. La Corte le busca una consorte, y eligen a Carolina Matilde de Inglaterra, hermana del rey de aquel país, una niña de quince años que nunca saliera con anterioridad de su palacio real. A pesar de tan desafortunado enlace, el matrimonio genera un heredero, pero pronto todo se tuerce y el rey, que recibió maltrato físico y psicológico durante toda su infancia, se convierte en un ser incapaz de regir no ya un país sino su propia vida. Así que la Corte danesa (eufemístico nombre para un puñado de nobles con garras afiladas como puñales) elige a un médico alemán de Altona para que ejerza como regente a la sombra del rey. Esta jugada les sale mal, puesto que el médico, Struensee, tiene ideas propias y pretende implementarlas en el pequeño país nórdico. Estas ideas no son otras que las de la Ilustración: comenzando por la libertad de expresión, continuando por la separación entre Iglesia y Estado, y acabando con la liberación de los siervos rurales. Pero, además, el médico alemán acabará por establecer una firme relación amorosa con la reina, con la que tendrá una hija. Ante estos cambios que, aunque sea como rumores, se filtran al conjunto de la población, esa Corte danesa reacciona, toma el control y acaba por detener, juzgar y decapitar a Struensee, expulsar del país a la reina, y someter al intanfilizado rey a los deseos de sus componentes.
 Así leído parece, efectivamente, otra historia más de intrigas y luchas de poder que tan frecuentes han sido y son en todas las cortes europeas, pero, como antes decía, Enquist lo narra desde un punto de vista humano, fijándose en que el incapaz del rey llevará una vida de reclusión y maltrato, que el ilustrado médico alemán será decapitado a sus treinta y cuatro años, o que la reina Carolina Matilde morirá de unas fiebres (con, tal vez, envenenamiento, esto nunca quedó claro) a la temprana edad de veintitrés años. Nadie los podría considerar, pues, como "gente de éxito", por mucho que formaran la cúspide social y política de un país. Así, Enquist no narra la vida de un rey sino la de un joven incapaz, maltratado, humillado, onanista compulsivo; Enquist no refiere la existencia de un poderoso valido, sino la de un hombre ilustrado que no pudo imponer las mejoras que décadas después se impondrían en toda Europa (al menos, nominalmente), y que acabó ejecutado brutalmente ante una multitud sedienta de sangre; Enquist no relata la realidad de una joven reina, sino la de una niña que, sacada de los algodones en los que fue criada, es enfrentada a la brutalidad de la vida y que acaba muriendo con poco más de dos decenios de existencia... Pero todo esto lo hace como si fueran tres amigos de barrio, como los personajes habituales de sus novelas.

jueves, 6 de octubre de 2022

"Almas muertas", de Nikolai Gógol.

  Almas muertas no tiene la profundidad psicológica ni social de Ana Karénina o Guerra y Paz del inmortal Tólstoi, tampoco de Crimen y Castigo, Los hermanos Karamázov o El idiota de Fiódor Dostoyevski, pero ocurre que la novela de Gógol fue escrita casi veinte años antes (en 1842) que las otras que he citado; por ello se considera que Almas muertas fue la primera novela rusa moderna, una obra, por tanto, que inaugura una de las épocas más brillantes no sólo de la literatura rusa sino de la literatura universal. Desgraciadamente, el pobre Gógol, muerto a los cuarenta y dos años con gran deterioro físico y mental, destruyó una buena porción de la segunda parte por considerarla indigna de su producción. En todo caso y aunque no tenga la calidad de Tólstoi o Dostoyevski, la prosa de Gógol ya presenta esas frases largas, inacabables, bien preñadas de adjetivación, pero nunca impostadas o artificiosas. A diferencia de otros autores rusos, Gógol hace (al menos en Almas muertas, porque en Tarás Bulba no lo vi por ninguna parte) gala de un humor irónico más propio de autores ingleses como Dickens que de la supuesta seriedad rusa, algo que aligera la narración sin quitarle un ápice de calidad. Si Tarás Bulba es un relato heroico en el que se glosan las virtudes un tanto atrabiliarias de los cosacos, en Almas muertas se hace una crítica inmisericorde al carácter ruso, especialmente a los terratenientes haraganes y despreocupados que abandonan su heredad y viven sólo para la satisfacción de los más bajos instintos; en este sentido me ha recordado sobremanera al Oblómov de Goncharov, aquel terrateniente que se hubiera dejado morir tumbado en el diván por no hacer un solo gesto que le pudiera cansar. Al parecer, en la Rusia rural de principios del XIX debían abundar este tipo de sujetos, que, en buena medida, tenían enfangado uno de los grandes activos de la economía rusa: el mundo agropecuario.
 Argumento de Almas muertas: vida de un tal Chíchikov, corrupto funcionario que compra siervos (almas) sabiendo que a partir de un cierto número de siervos, el Imperio ruso entrega tierras de forma gratuita. La trampa del tal Chíchikov es que compra siervos que ya han fallecido pero que todavía no han sido retirados de los registros oficiales, así, al vendedor de esos siervos se les quita las obligaciones e impuestos que tienen por "algo" que ya no tiene utilidad; por supuesto, Chíchikov trata de comprar esas "almas muertas" al precio más bajo posible, gratis si puede, con todo tipo de argucias y engaños. He entrecomillado la palabra "algo" porque hasta 1861 no se decretará en Rusia la emancipación de los siervos rurales, por lo que hasta entonces los siervos son tomados como posesiones materiales que se pueden enajenar legalmente; está terrible situación que pone el vello de punta no era exclusiva del Imperio ruso, recordemos que en España se abolió la esclavitud en 1837, esto sólo tuvo efecto en la Península, ya que en las colonias americanas (que por aquel entonces ya habían mermado mucho, dicho sea de paso) como Cuba o Puerto Rico se continuó mercadeando con seres humanos durante todo el siglo XIX. En fin, uno de los más tristes episodios de la humanidad...
 Con todo, como antes decía, lo que se pone en sorna en Almas muertas no es la esclavitud, que apenas se toca, sino ese supuesto carácter apocado y vago de los terratenientes rusos. De ese carácter es del que se aprovecha el tal Chíchikov, encontrando personajes deformes, grotescos, algunos coléricos y otros pastueños, unos suspicaces y otros confiados... Cada capítulo es una nueva aventura del protagonista que se las ingenia para, en función del carácter de su víctima, urdir una estratagema que le consiga esas "almas muertas" al menor precio posible. Así, en cada capítulo, Gógol describe esos personajes de una forma maestra, pergeñando caracteres verosímiles a pesar de su rareza.
 Lamentablemente, la segunda parte de la novela es un desastre por los capítulos que el propio autor condenó a la pira y que no permiten comprender plenamente porqué Chíchikov es llevado a juicio ante el gobernador en San Petersburgo y cómo consigue librarse de la cárcel o de la deportación a Siberia. Se intuye que sigue comprando siervos fallecidos para conseguir esa ansiada tierra gratis que ha de proporcionarle el imperio en la ucraniana región de Jersón, pero, faltando tantos capítulos, todo queda emborronado y oculto. Una lástima, porque la falta de ese remate final desmerece mucho la novela, dejando al lector en una suerte de obnubilación un tanto frustrante. A pesar de ello, se puede disfrutar de esa capacidad de descripción de la psique de los personajes, tan minuciosa, tan detallada que llega uno a sentirlos a su lado.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Diez años de blog.

  Espero no caer en el autobombo, pero no podía dejar de celebrar que este humilde blog, que prácticamente nadie lee, cumple un decenio. Sí, concretamente con una entrada sobre uno de mis escritores favoritos, Primo Levi, empecé este blog hace hoy justo diez años. Sé que no es gran cosa, pero en la época que nos ha tocado vivir, en la que nadie escribe nada (ya, al correo postal, sólo llegan recibos y publicidad), mantener este blog, con sus (de momento) mil ciento noventa y tres entradas es una suerte de desafío al aborregamiento generalizado y a la dejación en escritura y en lectura que, aunque muchos no lo entiendan, tiene a la sociedad embotada e idiotizada. No sé si cumpliré un año más escribiendo, ya sea en este blog o en una simple cuartilla, pero, desde luego, intentaré no caer en esa suerte de marasmo intelectual al que parece haber sucumbido la mayor parte de la sociedad.

domingo, 25 de septiembre de 2022

"Arriva l'autunno".

 Arriva l'autunno

Autunno, Giuseppe Arcimboldo. Pittura a olio su tavola. Museo del Louvre, Parigi.(Immagine presa da Wikimedia Commons).

"Regimiento monstruoso, una novela del Mundodisco", de Terry Pratchett.

  Trigésimo primera entrega de la saga del Mundodisco. Ahora, Pratchett satiriza el mundo militar y todo lo que lo rodea, así como las obligaciones y roles de género. Es por ello una novela muy de actualidad, aunque fuera publicada por primera vez hace casi veinte años. También satiriza el autor inglés la cerrazón mental propia de los Estados que lleva a guerras cada pocos años por un "quítame allá esas pajas". Entre esas cerrazones están, claro, el patrioterismo disfrazado de defensa de lo propio, el fanatismo religioso disfrazado de espiritualidad, y la repetición sistemática de conductas estúpidas disfrazado de tradición. Todo muy en la línea de Terry Pratchett. Por otro lado, ya en mi caso concreto, comienzo a cansarme un tanto de los planteamientos "pratchettianos"; no sé si son las más de treinta novelas del Mundodisco, el agotamiento de un tema concreto o de una forma de narrar o incluso la avanzada edad de Pratchett que, ya en aquel 2003, había sido diagnosticado de alzhéimer... o puede que sea yo, que me estoy cansando de esto... pero lo cierto es que ha habido momentos en los que me parecía francamente predecible el argumento, algo que leyendo a Pratchett nunca antes me pasó... En fin...
 El argumento es el siguiente: en un anticuado y autoritario país del Mundodisco, Borogravia, tienen un culto especial, el del dios Nuggan, para el cual casi todos los comportamientos y circunstancias normales son abominaciones. El dios, silente un tiempo, parece abominar todo, incluidas las naciones fronterizas; así, Borogravia está en guerra constante con sus vecinas. En el contexto de la última guerra, una cantinera, Polly se alista para buscar a su hermano desaparecido en combate; lo hará disfrazada de hombre puesto que el hecho de que las mujeres sean militares es una abominación a los ojos del dios Nuggan. Con ella se alistarán tres jóvenes chicos más perdidos que otra cosa, un vampiro abstinente de sangre, un troll llamado Carborundo y un Igor (esos personajes tan simpáticos hechos de retazos de otras gentes y que, a su vez, se desempeñan con gran éxito en la tarea de "recomponer" mutilados, tarea valiosísima en una guerra). Esa pequeña tropa, liderados por un fogueado sargento, Jackrum, y un novato teniente, Blusa, correrán toda suerte de complicaciones, aventuras y desventuras. Con el paso de los días, los distintos componentes de la patrulla van "saliendo del armario": se descubre que todos son mujeres disfrazadas de hombres, incluso el vampiro que es vampiresa, el Igor que será Igorina y el troll Carborundo que en realidad se llama Jade. A pesar de ello (o, como se insinúa en la novela, precisamente por ello), la patrulla tendrá unos éxitos militares inesperados, y acabarán por tomar un fuerte que los llevará a un acuerdo de paz ventajoso para ambas partes. Las mujeres demostrarán su valentía en el campo de batalla y, finalmente, se descubrirá que, en realidad, todos, inclusive el sargento Jackrum son féminas.
 Por tanto, como antes decía, Pratchett satiriza los roles de género que tantos siglos han estado cincelados a sangre y fuego en la mentalidad colectiva occidental; además, por supuesto, de una sutil sorna sobre todo lo soldadesco. Esos roles de género han formado parte de mi educación desde la más tierna infancia, pero vamos... que yo sabía que las mujeres pueden ser (y muchas lo son) más brutas que cualquier hombre y que muchos hombres podemos ser mucho más tiernos y cariñosos que cualquier mujer también lo he vivido en carne propia...Apruebo y disfruto, por tanto, de esa sátira. Un servidor, sin embargo, echa de menos sátira sobre la guerra como método general de supervivencia de las naciones y su cultura (es un tema tan triste que no creo que se pueda hacer bromas sobre ello, en todo caso). Porque al leer la novela no aparece sátira alguna sobre la más animalesca (perdón a los animales, que no tienen culpa ninguna) costumbre de los seres humanos: la de matarse los unos a los otros de forma organizada de tiempo en tiempo. Está muy bien afirmar que no hay mejor soldado (ni mejor general, ¡eh!) que una mujer, pero igual era más útil para cualquier sociedad tratar de afirmar que no hace falta ser soldado ni general para sobrevivir dignamente. En fin, es mi opinión...

viernes, 16 de septiembre de 2022

"It ain't me, babe", Bob Dylan. (For my only one)

Bob Dylan (1963). Image taken from Wikimedia Commons.

Go away from my window
Leave at your own chosen speed

I'm not the one you want, babe
I'm not the one you need

You say you're lookin' for someone
Who's never weak, but always strong
To protect you and defend you
Whether you are right or wrong

Someone to open each and every door
But it ain't me, babe
No, no, no, it ain't me 
It ain't me, babe you're lookin' for, babe

Go lightly from the ledge, babe
Go lightly to the ground

I'm not the one you want, babe
I'll only let you down

You say you're lookin' for someone
Who'll promise never to part
Someone to close his eyes for you
Someone to close his heart

Someone who will die for you and more
But, it ain't me, babe
No, no, no, it ain't me babe
It ain't me you're lookin' for, babe

Go melt back in the night

Everything inside is made of stone
There is nothing in here moving

And, anyway, I'm not alone

You say you're lookin' for someone
Who'll pick you up each time you fall
To gather flowers constantly
And to come each time you call

A lover for your life and nothing more
But, it ain't me, babe
No, no, no, it ain't me, babe
It ain't me you're lookin' for, babe.

jueves, 15 de septiembre de 2022

"Venus en las tinieblas. Relatos de horror escritos por mujeres", compilado por Valdemar.

  En los últimos veinte años habré comprado decenas de libros de la editorial Valdemar, y, especialmente, me gusta su colección "El Club Diógenes", por su pequeño formato (que se traduce en un precio contenido, algo necesario para mí), cómodo para llevar y traer, y también porque han recogido un montón de compilaciones en función del argumento de los relatos contenidos. Así, por ejemplo, de El Club Diógenes de Valdemar tengo: Quién anda ahí... Los mejores relatos de fantasmas (dedicado, obviamente, a relatos de apariciones fantasmagóricas), Bienvenidos al Sabbath (con relatos basados en apariciones demoníacas y aquelarres), El gabinete de los delirios (relatos sobre sabios locos), Vampiros... y más que vampiros (no creo que haga falta decir de qué van esos relatos), La maldición de la momia (relatos ambientados en el Antiguo Egipto), Mares tenebrosos (antología de cuentos de terror en el mar), La sombra del asesino (relatos de crímenes y misterio), Con la risa en los huesos (relatos de humor) o La muerte, una antología (relatos a vueltas con la "muerte metafísica"). Vamos, que la editorial Valdemar ha sacado estas antologías basándose en las distintas tramas argumentales de relatos de terror, algo que yo he agradecido de la única forma que un lector puede hacerlo: comprando esos libros. Ahora, sin embargo El Club Diógenes saca un pequeño volumen de relatos de terror que no tienen en común más que el hecho de haber sido escrito por personas cuya dotación genética es XX... ¿habrá acertado la editorial?
 Pues hombre, depende... Depende porque, en principio, una editorial está para sacar libros vendibles, cuanto más, mejor; esto lleva a tener que plegarse a los cambios en los hábitos de los lectores y en la sociedad en general, cambios duraderos o modas pasajeras, pero vamos, que es mala cosa la intransigencia para vender libros. Con este principio tan prosaico, toda editorial se ha de acabar pareciendo a la sociedad para la que trabaja; a una sociedad superficial, una editorial superficial; "adaptarse o morir". Porque, en mi humilde opinión, considero que los relatos no se escriben con los testículos o los ovarios, y que los miedos que pueblan los relatos de terror no tienen absolutamente nada que ver con el sexo (ahora, género) del escritor o del lector. Retaría a cualquiera a que leyera cualquier relato de terror y, sin conocer el nombre del autor, se atreviera a decir si éste es hombre o mujer. Pero... las modas mandan y... ya digo: la editorial tiene que vender libros sí o sí. Para que entiendan que esto es una moda les recomendaría a los señores de la Editorial Valdemar que prueben a compilar relatos de terror en función de que los autores compartieran otra particularidad tan irrelevante como el sexo, ahí les mando unos títulos (modo jocoso, claro) por si necesitan inspiración: Terror por la izquierda. Antología de relatos de horror escritos por zurdos, o bien, Miedo en colorado. Relatos de terror escritos por pelirrojos, así como, Horror con peluca, Compilación de relatos de terror escritos por calvos. Ridículo, ¿verdad? Pues eso...
 Pero, claro, un servidor, voraz lector de narrativa de terror, compró el pequeño volumen e ignorando las infumables introducciones del compilador, lo leyó. 
 Al margen del sexismo del título, el tomo está mal titulado, debería llamarse algo así como Historias de fantasmas relatos fantasmagóricos, así como hacer referencia a la época en que fueron escritos (de nuevo, un aspecto muchísimo más importante que el sexo de las autoras); en este sentido, todas las autoras son anglosajonas y de finales del siglo XIX, lo que los ingleses llaman "época victoriana". Esto ya por sí solo habla de la calidad de los relatos de terror, que tuvieron su época dorada en aquel siglo y fueron escritos por autores ingleses, a uno y otro lado del Atlántico.
 De los relatos contenidos, El empapelado amarillo, de Charlotte Perkins Gilman, es un excelente relato de una obsesión que acaba en enfermedad mental, narrado en primera persona, lo que hace que el lector sienta el descenso a los infiernos de la autora. Otra pequeña joya es La joven invisible, de Mary Shelley, no tiene la calidad de Frankenstein o el moderno Prometeo, pero contiene todos los elementos de éste (ambientado en una torre semiderruida, tormenta amenazante, amores trágicos...) que lo convierten en un clásico cuento del Romanticismo literario. Otro relato interesante, aunque más humorístico que terrorífico es el de la inmortal Charlotte Brönte, Napoleón y el espectro, que no es sino una burla del pequeño gran general. Con todo, el texto que más me ha gustado es el de Clemence Housman, La mujer-lobo, más una novela breve que un relato, con un argumento extraordinariamente bien pergeñado y unos personajes redondos y arrebatadores.