Trigésimo primera entrega de la saga del Mundodisco. Ahora, Pratchett satiriza el mundo militar y todo lo que lo rodea, así como las obligaciones y roles de género. Es por ello una novela muy de actualidad, aunque fuera publicada por primera vez hace casi veinte años. También satiriza el autor inglés la cerrazón mental propia de los Estados que lleva a guerras cada pocos años por un "quítame allá esas pajas". Entre esas cerrazones están, claro, el patrioterismo disfrazado de defensa de lo propio, el fanatismo religioso disfrazado de espiritualidad, y la repetición sistemática de conductas estúpidas disfrazado de tradición. Todo muy en la línea de Terry Pratchett. Por otro lado, ya en mi caso concreto, comienzo a cansarme un tanto de los planteamientos "pratchettianos"; no sé si son las más de treinta novelas del Mundodisco, el agotamiento de un tema concreto o de una forma de narrar o incluso la avanzada edad de Pratchett que, ya en aquel 2003, había sido diagnosticado de alzhéimer... o puede que sea yo, que me estoy cansando de esto... pero lo cierto es que ha habido momentos en los que me parecía francamente predecible el argumento, algo que leyendo a Pratchett nunca antes me pasó... En fin...
El argumento es el siguiente: en un anticuado y autoritario país del Mundodisco, Borogravia, tienen un culto especial, el del dios Nuggan, para el cual casi todos los comportamientos y circunstancias normales son abominaciones. El dios, silente un tiempo, parece abominar todo, incluidas las naciones fronterizas; así, Borogravia está en guerra constante con sus vecinas. En el contexto de la última guerra, una cantinera, Polly se alista para buscar a su hermano desaparecido en combate; lo hará disfrazada de hombre puesto que el hecho de que las mujeres sean militares es una abominación a los ojos del dios Nuggan. Con ella se alistarán tres jóvenes chicos más perdidos que otra cosa, un vampiro abstinente de sangre, un troll llamado Carborundo y un Igor (esos personajes tan simpáticos hechos de retazos de otras gentes y que, a su vez, se desempeñan con gran éxito en la tarea de "recomponer" mutilados, tarea valiosísima en una guerra). Esa pequeña tropa, liderados por un fogueado sargento, Jackrum, y un novato teniente, Blusa, correrán toda suerte de complicaciones, aventuras y desventuras. Con el paso de los días, los distintos componentes de la patrulla van "saliendo del armario": se descubre que todos son mujeres disfrazadas de hombres, incluso el vampiro que es vampiresa, el Igor que será Igorina y el troll Carborundo que en realidad se llama Jade. A pesar de ello (o, como se insinúa en la novela, precisamente por ello), la patrulla tendrá unos éxitos militares inesperados, y acabarán por tomar un fuerte que los llevará a un acuerdo de paz ventajoso para ambas partes. Las mujeres demostrarán su valentía en el campo de batalla y, finalmente, se descubrirá que, en realidad, todos, inclusive el sargento Jackrum son féminas.
Por tanto, como antes decía, Pratchett satiriza los roles de género que tantos siglos han estado cincelados a sangre y fuego en la mentalidad colectiva occidental; además, por supuesto, de una sutil sorna sobre todo lo soldadesco. Esos roles de género han formado parte de mi educación desde la más tierna infancia, pero vamos... que yo sabía que las mujeres pueden ser (y muchas lo son) más brutas que cualquier hombre y que muchos hombres podemos ser mucho más tiernos y cariñosos que cualquier mujer también lo he vivido en carne propia...Apruebo y disfruto, por tanto, de esa sátira. Un servidor, sin embargo, echa de menos sátira sobre la guerra como método general de supervivencia de las naciones y su cultura (es un tema tan triste que no creo que se pueda hacer bromas sobre ello, en todo caso). Porque al leer la novela no aparece sátira alguna sobre la más animalesca (perdón a los animales, que no tienen culpa ninguna) costumbre de los seres humanos: la de matarse los unos a los otros de forma organizada de tiempo en tiempo. Está muy bien afirmar que no hay mejor soldado (ni mejor general, ¡eh!) que una mujer, pero igual era más útil para cualquier sociedad tratar de afirmar que no hace falta ser soldado ni general para sobrevivir dignamente. En fin, es mi opinión...
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