miércoles, 26 de julio de 2023

"La encargada de vestuario", de Patrick McGrath.

  Tercera novela que leo de este autor británico que tiene, al parecer, un gran éxito de público y crítica en el ámbito anglosajón. Las otras dos novelas tenían que ver con la enfermedad mental. El tal McGrath fue, según su biografía, hijo de un director de centro psiquiátrico cuando, allá por los años cincuenta, las familias de los trabajadores habitaban viviendas dentro del recinto del sanatorio; así, el niño Patrick convivió con esos internos, quedando fascinado por su comportamiento. Como consecuencia, el adulto McGrath se "especializó" en novelas cuyos protagonistas eran enfermos mentales que interpretaban la realidad con una deformación evidente; lo bueno de este autor es que el lector no se daba cuenta de esa deformación hasta el final, mantenía una intriga notable ocultándolo todo bajo ese manto psicopatológico. El resultado era muy atractivo, original, novedoso; conseguía enganchar hasta el giro final que lo aclaraba todo. Bien, temo que esta novela, La encargada de vestuario, mucho más reciente, no tiene ese componente propio, lo cual la convierte en algo más vulgar.
 Esta novela, en cambio, está ambientada en el mundo del teatro (del cual el autor también es deudor, en este caso por vía conyugal, según admite en los agradecimientos), ya que los protagonistas son actores o trabajadores del teatro en el West End londinense. Todo gira en torno a la representación de Noche de Reyes de Shakespeare en una época turbulenta para toda Europa: la posguerra, tiempos complicados incluso para los países que ganaron la contienda. En la Europa continental el nacionalsocialismo y, parcialmente, el fascismo han sido derrotados, pero no en Reino Unido, donde los acólitos de Oswald Mosley y su Unión de Fascistas Británicos siguen acogotando a las amplias minorías (valga el oxímoron) de judíos centroeuropeos refugiados en Londres. Entre esos refugiados judíos están los personajes principales de la novela, los cuales se infiltran en el partido fascista para poder boicotearlo; de por medio también hay tórridos romances entre actores de medio pelo y la encargada de vestuario.
 Es, como dice la contraportada, un "thriller", pero lo de "psicológico con tintes góticos" no lo he encontrado por ningún lado; de hecho precisamente es más plana y previsible que las otras de este autor. En fin, la novela  no está mal, pero, como antes decía, pierde esa originalidad de las otras novelas de McGrath. Tiene una prosa rápida pero suficientemente cuidada, eso sí, que se agradece en estos tiempos de escritores advenedizos.

domingo, 23 de julio de 2023

Inciso cinematográfico: "Kongen av Bastoy", dirigida en 2010 por Marius Holst.

  Extraordinaria película dura sobre un reformatorio noruego situado en una pequeña isla llamada "del Diablo". En español fue traducida como La isla de los olvidados, que quizá sea más clarificador que el original. Es, se puede suponer, la terrible vida de un grupo de chicos sometidos a todo tipo de abusos (físicos, sexuales...) a tempranísimas edades, todo por haber tenido mala suerte o haber tomado malas decisiones en el inicio de sus cortas vidas. Será tal vez el estereotipo noruego, pero la película se narra con frialdad, sin acaloramiento alguno, lo que abunda en la sensación de abandono y maltrato que sufren los chicos. Lo más terrible es que la película está basada en hechos reales, que alguna de esas pequeñas islas a pocas millas náuticas de la costa albergaron ese tipo de instituciones hasta los años cincuenta del pasado siglo, y que las condiciones de vida de los chicos eran tan insoportables que en algunas se produjeron motines que fueron reprimidos por el ejército.
Imagen tomada del sitio www.filmaffinity.com
 La fotografía y ambientación de la película es extraordinaria, no podía ser de otro modo. Los hermosos y desolados paisajes noruegos dan esa verosimilitud de indiferencia ante el sufrimiento de los jóvenes, que, como decía antes, ya están sentenciados socialmente antes de llegar a ese infierno.
 El elenco actoral está encabezado por Stellan Skarsgard como director del centro penitenciario, que permite el abuso físico y sexual de los carceleros aunque sea por indiferencia; otro reconocible es el actor noruego Kristoffer Joner, el gran canalla que abusa sexualmente de los chicos más débiles. El resto son jóvenes actores noruegos que cumplen a la perfección con sus requerimientos.
 La inhumana opresión acaba con un motín, más por desesperación que por búsqueda de libertad. La insurrección será sofocada a sangre y fuego, dejando claro que las vidas de esos chicos no son motivo de preocupación para la burguesa sociedad que los aleja en una isla remota.
Imagen tomada del sitio www.moviemeter.com
 Una gran película, en suma, una de esas que nos recuerda que el hombre siempre será un lobo para el hombre, en Noruega o en Kazajistán, que en cuanto un ser humano tiene poder se corrompe y lo aprovecha para aplastar a su otrora igual.

viernes, 21 de julio de 2023

"Two Types of Stories", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com)

Image taken from the website www.incidentalcomics.com

"El anillo del rey Salomón", de Konrad Lorenz.

  Con la canícula apretando a fondo, uno tiene ganas de leer cuestiones más ligeras y triviales. Quizá sea un tanto injusto calificar así este pequeño ensayo de divulgación de uno de los padres de la etología animal, el austriaco Konrad Lorenz quien, por cierto, recibió el Premio Nobel de medicina en 1973, pero al menos no es narrativa, y ha de reconocerse que tiene un enfoque más liviano, menos grave que lo que un servidor acostumbra a leer. Por otro lado, claro está, es condición sine qua non para que guste este autor ser un enamorado de los animales, disfrutar de su compañía e interesarse por el más mínimo cambio en su comportamiento. Esto forma parte de mi carácter desde que tengo uso de razón y supongo que me acompañará mientras aliente.
 El título hace referencia a esa leyenda recogida en algún libro veterotestamentario en el que el sapientísimo rey Salomón tenía un anillo que le permitía hablar fluidamente con los animales. Bien, ese sería el sueño de cualquier etólogo, poder comprender plenamente a la especie animal que se esté estudiando como si el científico mismo fuera uno de ellos.
 En el prólogo, el etólogo austriaco presenta sus notas como un pequeño ensayo divulgativo, no científico, por ello están ausentes las farragosas explicaciones que sólo interesarían a los zoólogos, mientras que la amenidad del texto facilita su lectura para legos en la materia, pero interesados en el comportamiento animal. Todos aquellos que nos hemos visto sorprendidos por el comportamiento de animales cercanos a nosotros, ya fuera primitivos peces o complejos mamíferos, disfrutamos de las aventuras y desventuras de Lorenz, que, humildemente y con cierto humor, son puestas en negro sobre blanco de manera encantadora. Aunque el libro no sea académico no está exento de rigor, pues en apenas doscientas páginas están recogidas a vuelapluma las investigaciones minuciosas de decenios.
Konrad Lorenz. Imagen tomada de Wikimedia Commons
 Comienza con los acuarios, verdaderos ecosistemas en miniatura en la que a través de un cristal uno puede inmiscuirse en la privacidad de plantas acuáticas, invertebrados y peces, de una forma que supera la amenidad de cualquier medio de comunicación tipo televisión. Lo que se aprende (y lo que entretiene) un acuario sólo lo sabe quien ha mantenido uno durante años buscando, claro, el bienestar animal en todo momento. Luego continúa con el estudio de aves, ya sean grajillas (Coloeus monedula) o gansos comunes (Anser anser); precisamente de estos últimos son los estudios más famosos de Lorenz, que tienen que ver con el fenómeno de la impronta (proceso de aprendizaje de los animales en sus primeras etapas de vida que marca toda su existencia). Termina explicando algo que todos los interesados en buscar el máximo bienestar animal hemos comprendido siempre con un simple vistazo: que en un zoológico la calidad de vida de los animales depende de su idiosincrasia específica, al margen del tamaño o su exotismo; así, por ejemplo, leones y tigres se adaptan espléndidamente bien a recintos relativamente pequeños, mientras que otros animales más pequeños como guepardos o lobos lo hacen siempre de muy mala manera.
 En fin, el libro es una pequeña joya para los amantes de los animales. Siendo riguroso (y teniendo conocimientos avanzados de etología animal) algunas conclusiones de Lorenz caen en los errores clásicos de los primeros estudios de esta disciplina: humanización de los animales, finalismo y generalización. Es más notable el primero de ellos, cuando el autor aplica a los sujetos de estudio verbos exclusivamente propios de humanos como "piensa", "considera" o "siente". En fin, no debemos olvidar, en todo caso, que este texto fue publicado hace casi cien años, y que el verdadero valor de Konrad Lorenz está en que fue un verdadero pionero de la etología animal.

domingo, 16 de julio de 2023

"Una ventana al mundo y otros relatos", de Isaac Bashevis Singer.

  Un gran narrador es un gran narrador: todo es bueno. Sin embargo, algunos destacan en relatos y cuentos de pequeño formato, en los que son capaces de exprimir su ingenio en apenas unas pocas hojas; otros, por el contrario, muestran su maestría con una narración larga, donde poder explayar su talento. En el primer caso se encuentra, por ejemplo, Julio Cortázar. Nunca me gustó Rayuela; la leí linealmente y como el autor sugería, saltando algunos capítulos y leyendo algunos del final antes que otros del principio... y no me gustó de ninguna de las dos maneras. Sin embargo, los relatos de Cortázar contenidos en su Historias de cronopios y de famas me parecen obras literarias inconmensurables; son relatos muy cortos pero impactantes, que te golpean como un puñetazo en el estómago y te dejan sin aliento, incitándote a volver a leerlos de nuevo. Bueno, en el caso de Isaac Bashevis Singer aparentemente cabe suponer que será mejor narrador de novelas que de relatos, pues sus historias ganan con la evolución de los personajes, frecuentemente inmersos en épocas de profundos cambios sociopolíticos; a veces, incluso, sus narraciones hacen protagonistas no a individuos aislados sino a dinastías familiares, con lo cual es imprescindible una longitud prosística verdaderamente extensa.
 Bueno, pues después de haber leído los seis relatos contenidos en este volumen de Nórdica Libros no estoy tan seguro de lo anterior. Sí, es verdad que, en algunas de las narraciones, se hecha en falta un poco más de longitud. ¡Vamos, no estoy despreciando al Nobel de literatura del 78! Quiero decir que los relatos son tan buenos que uno quisiera poder deleitarse unas cuantas horas más leyendo las aventuras pergeñadas por el genial escritor. Por supuesto, las características diferenciadoras del relatos sobre la novela están ahí, sobre todo aquel que dice que un relato es más una fotografía o un cortometraje, mientras que la novela es una película; vamos, que en el relato se narra una acción pasada ya inamovible, mientras que en la novela hay una evolución que hace que, aunque la acción sea pasado, está todavía viva. No sé, es una forma un tanto torticera de explicarlo, pero yo lo siento así.
 En todo caso, la maestría de Singer no deja mal sabor de boca al leer estos seis relatos. Siguen siendo los temas habituales: la cultura judía askenazí que es barrida de Europa y sus hijos se ven obligados a peregrinar por el viejo continente y por Estados Unidos tratando de encontrar una paz que, si bien en el ámbito social lo pueden encontrar, no lo harán en el plano interior. Así, los exiliados se debatirán entre la vuelta a la tradición de sus mayores, la huida hacia delante buscando credos políticos o personales que les permita seguir alentando; entre medias, los personajes viven intensamente, especialmente en el ámbito romántico y sexual, con la avidez de quien ha visto la muerte cara a cara y sabe que no puede desperdiciar un solo minuto. Como siempre, el resultado es una narración muy humana, comprensible incluso cuando no se hayan vivido experiencias tan extremas.
 De los seis relatos, precisamente el que da nombre al volumen, Una ventana al mundo, me parece el más flojo. El regalo es una joya cómica con su ironía en la que una acaudalada viuda judía residente en Florida recibe como regalo un retrete de jade macizo. Pero he disfrutado enormemente Job, la narración de un superviviente de todo (de la guerra, de los pogromos, del fanatismo político, del fanatismo religioso, de las más graves enfermedades...) a un periodista en Estados Unidos (éste, claramente, álter ego de Singer) con un optimismo y un humor que, precisamente, sólo un superviviente puede tener. Porque ahí está una belleza creativa de Isaac Bashevis Singer: la de personajes a prueba de bombas, verdaderos ejemplos de resiliencia y superación.

sábado, 15 de julio de 2023

Francisco Ibáñez (15-marzo-1936 - 15-julio-2023). In memoriam.

 

Imagen tomada del sitio www.mortadelo-filemon.es
 Varias generaciones de niños españoles esperábamos con delectación que nuestros padres nos compraran el Mortadelo y Filemón cada fin de semana. Habrá quien no considere ni siquiera literatura a los tebeos, pero, teniendo en cuenta la escasísima edad de sus lectores, todo lo que acerque a los niños a letra impresa es un verdadero éxito; esto se ve más que nunca con el tsunami de imágenes en pantallas que nos anega. Obviamente, Francisco Ibáñez fue uno de los más grandes en el arte del tebeo, su humor fino e irónico supera el mero entretenimiento infantil, llega a la categoría de verdadero arte. ¡Descanse en paz!

viernes, 14 de julio de 2023

"Noviazgo y matrimonio", de Anthony Trollope.

  Los de Alba Editorial tienen un mérito notable, ya lo he comentado con anterioridad, al reeditar clásicos (especialmente de la llamada "Literatura victoriana") que habían quedado descatalogados o que incluso nunca se habían editado en nuestra lengua. En este último caso se encuentra este volumen de Trollope, que compila ocho relatos traducidos por Marta Salís. Son relatos en los que, como su título indica, el argumento principal tiene que ver con relaciones afectivas (esos noviazgos y matrimonios), con sus idas y venidas, sus dificultades y posibilidades, sus alegrías y sus tristezas. El tema romántico es, sin duda, uno de los más frecuentes en esa mal llamada "Literatura victoriana" (digo mal llamada, porque esa es una denominación exclusivamente nacional que hace referencia a un periodo histórico y político concreto, el de el reinado de Victoria en el entonces Imperio Británico, desatendiendo el hecho de que los escritores ingleses también estaban sometidos a las modas y cambios que el resto de los escritores occidentales), y es un tema habitual, digo, porque los lectores (en este caso, más abundantemente, las lectoras) así lo demandaban. No quiero ser injusto una vez más, pero no voy a retirar ese sobrenombre caprichoso que puse a la literatura victoriana: "literatura de té y pastas". Literatura de té y pastas porque estaba escrito para el puro entretenimiento intelectual de orondas señoronas ociosas cuya máxima aspiración en la vida era figurar socialmente. Me puedo imaginar a toda esa pléyade de féminas, señoras de su señor, en su pequeña mansión, maltratando al servicio y leyendo a Dickens, Thackeray, Trollope y demás un par de horitas al día para luego poder discutirlas con sus amigas (también orondas señoronas ociosas) en su propio "club de lectura". Sí, suena un tanto extremo, lo sé, pero también es perfectamente verosímil y así se explicaría la existencia de estos relatos romanticones...
 ¡Hombre, "relatos romanticones"! Sí, "relatos romanticones", no lo quito. Relatos de gentes ociosas (esta vez, jóvenes) que se enamoran, desenamoran, desengañan, apasionan, alegran, entristecen... porque un joven ingeniero recién llegado a la comarca la ha mirado de un cierto modo en un momento concreto, o porque un atractivo y joven empleado la ha sacado a bailar en una fiesta antes que a su amiga Menganita... Dicho de otra forma, son relatos protagonizados por mujeres jóvenes (y alguna madura de armas tomar) cuyos sentimientos románticos están a flor de piel y a punto de ser sublimados o atropellados por una sutil mirada. Estoy seguro de que las lectoras cuyo corazón latía frenético al leer estos relatos ya peinaban canas, pero recordaban avatares semejantes por los que pasaran unos pocos decenios antes. En fin, literatura romántica para románticas damas sin problemas (literatura de té y pastas, vamos).
 Pero, claro, uno de los mayores defectos que tiene el ser humano es ese capricho incomprensible de querer comer todos los días; este defecto lo tienen incluso los escritores. Así, el bueno de Anthony Trollope, como el resto de escritores de su época (y de todas, en realidad), tuvo que plegarse a los gustos y exigencias de su público, y no despreciar a esas orondas señoronas ociosas que también compraban esas revistas semanales en las que publicaban sus relatos. Puede verse como una concesión a la comercialidad y el mercadeo, pero es una necesidad impepinable...
 Vale, todo eso parece sensato, pero, entonces, ¿merece la pena leer este volumen? Hombre, sí. Al margen del tema principal, son relatos de Trollope, con su prosa cuidada, adjetivada y lenta, con esa extraordinaria capacidad de descripción del más mínimo detalle, minuciosidad que no se hace en absoluto pesada o empalagosa. La calidad literaria de Anthony Trollope está por encima de unos argumentos de mayor o menor relevancia social. ¡Siempre será Trollope!
 Y, bueno, como siempre hay altibajos en la calidad de una compilación de relatos. A mí me ha gustado La mère Bauche, ambientado en los Pirineos franceses, en el que la crueldad interesada de una madre, dueña de un hotel-balneario, lleva al suicidio a una joven enamorada de su único hijo. En otros como El viaje a Panamá, narración de un amor un tanto forzado por las circunstancias económicas, acaba con un final inesperado e imaginativo. En La hija del pastor de Oxney Colne, Trollope discurre sobre el descubrimiento del desamor en un matrimonio precipitadamente acordado. En fin, ocho relatos con unos argumentos que, francamente, me traen al pairo, pero aunque sólo sea por la calidad del autor, merecen ser leídos.

jueves, 6 de julio de 2023

"El árbol de saliva", de Brian Aldiss.

  En este volumen se editan diez relatos, entre los que se incluye el que da nombre, que no el mejor, al menos a mi parecer. Tampoco son todos de ciencia ficción, y los que lo son, lo son de forma muy variada: algunos reinterpretan al inmortal H. G. Wells, otros son futuristas, y algunos exploran el morbo del asesinato como si fuera un arte.
 Brian Aldiss fue, que duda cabe, uno de los grandes de la ciencia ficción; tal vez no esté al nivel de Tolkien, Lovecraft, H. G. Wells o Arthur Machen, pero sí es uno de los mejores de la segunda mitad del siglo XX. Porque, en realidad, la llamada "ciencia ficción" no es sino un subgénero de la literatura fantástica, que tuvo un enorme desarrollo en la narrativa anglosajona de ambos lados del Atlántico en el siglo XIX. Después de la Segunda Guerra Mundial todo fue cuesta abajo: desaparecieron los grandes autores y las novelas más memorables. Probablemente los lectores occidentales habían sufrido mucho en las dos contiendas globales y las crisis intermedias como para interesarse por historias fantásticas. Tan solo el imparable avance de la tecnología espacial dio alas a autores tan respetables como Isaac Asimov o los hermanos Strugatski.
 El relato que da título al volumen es una versión de La guerra de los mundos de Wells, aunque también pudo estar influenciada por El color venido del espacio exterior de Lovecraft. El texto está poblado por extraterrestres carnívoros que aterrizan en nuestro planeta como quien entra en una hamburguesería, listos a licuar a los humanos para dar buena cuenta de ellos.
 Peligro, religión es un original relato de viajes temporales con universos paralelos en los que Gran Bretaña unas veces está bajo una dictadura comunista, en otros casos es un tiranía teocrática, en otros ha sido esclavizada por China... El resultado es brillante e imaginativo.
 En otros cuentos, como anticipaba, se explora el extraño morbo de un asesino que toma su "afición" como un delicado arte al que dedicar todas sus energías y talentos. Pese a todo, contiene una cierta elegancia que redunda en esa sensación morbosa.
 En fin, diez relatos de diversa calidad y longitud: algunos, perfectamente olvidables; otros, imaginativos y brillantes. Una buena opción para soportar la canícula.

domingo, 25 de junio de 2023

"Los hermanos Tanner", de Robert Walser.

  Walser, ese autor que me genera por igual admiración y rechazo. Admiración por su prosa cristalina, limpia, rica, lenta, adjetivada y magistral; rechazo por sus personajes neuróticos, acomplejados y abyectos, que llevan vidas indignas, sometidos a designios autoimpuestos que los humillan y hunden en la pusilanimidad. 
 Se dice que gran parte de la obra de los narradores es autobiográfica. Supongo que esto variará mucho, pero es verdad que, hoy que tenemos tanta información sobre el pasado reciente, es frecuente repasar la biografía del escritor y ver como ésta se refleja en sus novelas, que muchos protagonistas son álter ego de sus creadores. Quizá esto sea más notable en las primeras novelas de cada autor, como la que nos ocupa, escrita a los veintinueve años de Walser. En el caso de Los hermanos Tanner, además, es especialmente evidente, toda vez que narra la existencia de esos hermanos: Simon, el sosias de Walser; Klaus, hermano mayor que ejerce autoridad moral sobre el resto; Kaspar, pintor bohemio al igual que su hermano real Karl; y Hedwig, la hermana con un enorme parecido a la real Lisa, ambas maestras.
 Pero no acaban ahí las semejanzas. En el caso del protagonista, Simon, ejerce varios oficios (dependiente de librería, amanuense, campesino, criado...) sin llegar a encontrar plena satisfacción en ninguno de ellos (algo que le ocurrió a Walser) hasta que decide borrarse del mundo (en el sentido de borrarse de la sociedad), algo que llega a verbalizar en el capítulo séptimo cuando dice "se sentía a gusto haciendo cualquier cosa allí sentado, y entregándose a la idea de ser un hombre olvidado". Sí, Simon Tanner se siente alienado, extraño, fuera de lugar, tanto como su creador, que decidió pasar sus últimos veintitrés años recluido voluntariamente en un sanatorio psiquiátrico. 
 En el capítulo decimoquinto, por cierto, Simon tiene una relación afectiva e íntima, aunque no se llega a explicitar si física, con otro hombre. De nuevo lo cuenta como algo extraño, anómalo, no le disgusta, pero no lo comprende. Y un servidor se pregunta: ¿no sería posible tal vez que el propio Robert Walser, al que, dicho sea de paso, nunca se conoció relación sentimental con mujer alguna, fuera homosexual y no se aceptara plenamente? Lo digo porque esta circunstancia, a principios del siglo XX, podría ser suficiente para generar en un individuo una reacción de rechazo a sí mismo que lo llevara a conductas autolesivas y de autohumillación. Hoy, felizmente, la orientación sexual minoritaria es aceptada con normalidad gozosa y no es fuente de traumas y complejos, pero, ¿y en aquellos tiempos?
 Parece ser que Franz Kafka dejó por escrito su predilección por el autor suizo, y es muy probable que le marcara en su diseño de personajes alienados, extrañados y autolesivos... En verdad, cabría pensar que tanto Kafka como Walser podrían haberse introducido de rondón como personaje en las novelas del otro. Dudo que pudieran haber llegado a tener una amistad estable, pues eran emocionalmente demasiado inestables como para mantener relaciones duraderas, pero quizá podrían haberse nutrido literariamente el uno del otro; de hecho, es seguro que pasara de Walser a Kafka, pero muy improbable al revés, ya que, aunque Walser murió en 1956, cuando ya se habían publicado las obras del checo, probablemente no leyese ya nada en sus últimos veintitrés años de psiquiátrico.
 La calidad narrativa de Robert Walser está fuera de toda duda, pero yo me pregunto: ¿sería tan admirado hoy si no supiéramos de su enfermedad mental, de su comportamiento anómalo y de su hermosa soledad? Me viene a la memoria un pésimo libro de un gran cantautor, Leonard Cohen, titulado Beautiful Losers, que fue traducida aquí como "Los hermosos vencidos". En realidad, Robert Walser tiene el atractivo de esos hermosos perdedores, gentes que llevaron vidas desgraciadas, segregados de sus semejantes (en algunos casos, voluntariamente), incomprendidos, solitarios, pero a la vez geniales y extraordinarios. ¿Qué hubiera pasado si Robert Walser hubiera sido aclamado por crítica y público, recibido grandes honores literarios? ¿Qué hubiera pasado si el bueno de Walser hubiera sido un tipo sonriente y extrovertido, amigo de sus amigos, casado felizmente y con hijos? Tal vez en esas situaciones las novelas de Walser no tendrían la atracción morbosa que tienen hoy en día...

miércoles, 21 de junio de 2023

Der Sommer ist da.

 

Giuseppe Arcimboldo, "Der Sommer", 1573. Wien, Kunst Historisches Museum.
Bild aus Wikimedia Commons.