Otra más del autor más exitoso que ha tenido nunca el Estado de Maine. Una de las primeras, en verdad. Al menos de las que publicó, la primera fue Carrie, en 1973; después ésta que comienzo ahora; continuó con El resplandor y luego ya fue un éxito tras otro hasta convertirse en el mito que es en la actualidad. Y con el éxito y las superventas llegaron las envidias. "Que si era un escritor mediocre", "que si todas sus novelas se parecían demasiado", "que si sólo sabía escribir novelas de suspense y terror"... Lo cierto es que King ha llevado al summum el concepto del escritor exitoso que parece un verdadero Rey Midas de la literatura. Hace décadas que es un mito no porque todas sus novelas sean éxitos de ventas y críticas (al menos de los críticos que no son resentidos escritores fracasados), tampoco porque muchas obras suyas se hayan llevado con mayor o menor éxito a la gran pantalla (algunas sí que han conseguido llegar a ser obras de referencia en la cinematografía de la época), Stephen King es un mito porque ha creado un estilo literario que imitan o incluso plagian centenares de escritores por todo el mundo. Su estilo es rápido, directo, quizás incluso periodístico, pero no es narración pura, sus descripciones (tanto físicas como psicológicas) son extraordinarias; por otro lado, su forma de estructurar las novelas es excelente para mantener el suspense, explotando de golpe toda la trama en el tercio final. Eso es lo que lo convierte en un maestro.
La mayoría de la literatura de terror que he leído pertenecían a la época dorada del subgénero: la llamada "Narrativa gótica". Así, relatos y novelas de Bram Stoker, Mary Shelley, Edgar Allan Poe, Henry James, Arthur Machen, incluso algo del mismo Dickens han plagado mis sueños con sus miedos (que en realidad no son sino los miedos que todo animal tiene a ser depredado y que le pone en alerta para poder sobrevivir), con sus formas literarias un tanto anacrónicas y pretéritas. Otros más modernos pero que escribían con un estilo atávico, principalmente Howard Phillips Lovecraft, continuaron abundando en cantidad y calidad de este subgénero. Stephen King no es en absoluto anticuado. Su prosa es la típica de finales del siglo XX; sus ambientes, muy frecuentemente el Maine rural, son contemporáneos; las criaturas que atemorizan bien pueden provenir del pasado remoto, pero son, en sentido estricto, muy del presente; los personajes y las relaciones que establecen entre ellos son tan actuales que se podría decir que las novelas tienen un trasfondo de estudio sociológico de ese Estados Unidos de pequeñas ciudades que parecen haber caído en el olvido del imparable progreso tecnológico dominante en otras partes de ese país.
El misterio de Salem's Lot continúa con el tema del vampirismo, tan en boga en el siglo XXI (pero con películas y novelas de una calidad ínfima), traído a los tiempos actuales y un país moderno. Parece ser que el propio King contó en una entrevista que siempre fantaseo con escribir una novela sobre la llegada de Drácula a Estados Unidos en la actualidad, y bromeaba afirmando que acabaría siendo atropellado por un taxi. Lo cierto es que la manera en la que el autor crea un suspense hace que nada sea previsible hasta bien entrada la lectura, algo en lo que también era maestro Lovecraft, aunque, eso sí, con estilos prosísticos totalmente diferentes.
En esta época vacacional, para mí con largos viajes en avión, necesito autores que no sean muy exigentes, novelas que se lean fácil, que enganchen sin esfuerzo y me alejen del tedio de los aeropuertos y demás...
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