Cada historietista, obviamente, tiene su propio estilo: el detallista de Vittorio Giardino, el de trazos aparentemente descuidados de Hugo Pratt, el más infantil de Art Spiegelman o el inconfundible de Jacques Tardi.
De los anteriormente citados, el estilo de Tardi es más parecido al de Pratt, aunque Corto Maltés tiene un terminado más artístico que los personajes del francés. Me gusta mucho, sin embargo, el tratamiento que hace Tardi de los paisajes urbanos en los que ambienta sus historias: no son más que calles comunes y corrientes con casas propias del país vecino, calzadas con pavés y coches de la época -años 40 y 50-, pero rezuma todo una atmósfera que presta una verosimilitud extraordinaria.
En esta ocasión, Una resaca de cuidado, es otra aventura del antihéroe "tardiniano" por excelencia, Néstor Burma, un atrabiliario y desmañado detective creado por "el Vázquez-Montalbán de las letras francesas", Leo Malet.
Porque, ya lo conté de Pratt, en el cómic hay demasiados ilustradores que pretenden meterse a escritores, y, aunque a algunos les salga bien -caso de Spiegelman o Giardino-, la mayoría suele naufragar en la intensidad de la trama. Jacques Tardi no se limita a dibujar, pues también interpreta las novelas de Malet, pero en las historias de Néstor Burma se observa la profundidad y el buen hacer que uno espera de un gran escritor.