La manía del ser humano de clasificar, categorizar y ordenar, lleva a errores de bulto en todos los campos. Porque, por mucho que nos empeñemos, las cosas no son tan cuadriculadas, y mucho menos en ámbitos creativos. Incluso algo tan poco académico como el mundo del cómic está ya metido en la horma que todo lo fuerza; y así los sesudos estudiosos de la novela gráfica han dividido geográficamente en "cómic europeo" y "cómic americano", dando al primero características más adultas y realistas, mientras que el segundo se dejaba en su totalidad para los superhéroes de la todopoderosa factoría Marvel. Harvey Pekar es americano, de Cleveland, Ohio, para más señas, pero ¿encaja en las supuestas características del cómic americano?
Pues no, evidentemente. Un tipo de mediana edad, siempre malhumorado, calvo y solitario, que vive en barrios empobrecidos de una ciudad en claro declive y se mantiene con empleos sin futuro y mal pagados tiene muy poco que ver con los brillantes -e irreales- héroes de Marvel. De hecho, el llamado -otra etiqueta- "cómic underground" surgió en Estados Unidos contra la tiranía de unos personajes y unas historias que no tenían nada que ver con las vidas grises y corrientes que realmente llevaban sus lectores. Alan Moore, otro de los gigantes del cómic, explica que en un principio, los superhéroes de Marvel rompían la monotonía y escasa previsión de futuro de los lectores, pero que al final acabaron por ser una droga idiotizante para muchos. Frente a esto, Harvey Pekar o Robert Crumb -amigos, por otro lado- inundaban los kioscos de un realismo social que, probablemente, no era del agrado de quienes ejercían el poder; no creo que ningún alcalde de Cleveland haya disfrutado con las imágenes -duras pero según parece ajustadas a la realidad- que Pekar nos transmite en sus cómics.
La obra más conocida de Harvey Pekar es American Splendor, un título irónico para narrar las experiencias de un joven de clase obrera del Medio Oeste americano: el descubrimiento de la sexualidad, la amistad y el compañerismo, las crisis de identidad... todo en el gris escenario de una otrora exitosa ciudad industrial. Cleveland fue su última entrega, una suerte de reconocimiento final a ese escenario de sinsabores y pequeñas alegrías que debió ser su vida; un cómic que a todas luces tiene más de europeo que de americano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.