viernes, 14 de noviembre de 2014

Ahora leyendo: "Los demonios", de Fiódor Dostoyevski

 No es Crimen y castigo, Los hermanos Karamazov o El idiota, pero Los demonios participa de todas las características de Dostoyevski: realismo social, gran capacidad de análisis psicológico de los personajes, un cierto existencialismo enfocado hacia un pesimismo y una temporalidad temática que, sin embargo, alcanza lo intemporal.
  Porque con Dostoyevski pasa que, a veces, el desarrollo de la psicología de cada personaje acaba por ocultar la trama de la novela. En este caso, pinta un fresco de la sociedad rusa de la segunda mitad del XIX, época como bien es sabido harto convulsa, con las brutales desigualdades que se cebaban en la paupérrima clase obrera y que, como era previsible -ayer igual que hoy- preconizaba la llegada de un periodo revolucionario que acabaría en guerra civil. Se fija el autor en la aparición de grupos nihilistas que buscaban provocar el cambio social a base de violencia pura y dura. Y, sin embargo, la lenta y adjetivada prosa describe tan minuciosamente la evolución psicológica y de comportamiento de todos y cada uno de los personajes, que la violencia de los hechos queda oculta.
  Todo ello, como es habitual en la literatura rusa, en cerca de mil páginas de sesuda prosa. 
 Leer a Dostoyevski supone, al igual que con Tolstoi, Proust y otros, entrar en un mundo en la que el reloj no parece correr. La descripción de un individuo concreto es tan exhaustiva, que da la impresión de estar describiendo a la totalidad de la especie humana; de ahí que pese a tener una estrecha relación temporal, se puede decir que es una novela eterna.

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