martes, 26 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Mazurca para dos muertos", de Camilo José Cela

  Y pensar la cantidad de críticos literarios que malgastan sus vidas elaborando complejas teorías literarias, examinando con microscopio todas las obras de un gran autor consagrado como Cela, elucubrando sobre el significado último de la más mínima frase de una novela... todo para nada, para no entender ni mu, para confundir la intencionalidad del autor con sus vanidades hiperdesarrolladas... en fin, si por lo menos les pagan, podrán permutar ese salario por un plato de lentejas, que si no...
  Mazurca para dos muertos no tiene nada que ver con La colmena o con La familia de Pascual Duarte o quizás sí: en principio no tiene nada que ver porque no hay una estructura lineal típica de la novela del XIX,  o porque no está tan claro el tremendismo que marca esas dos obras; pero sí tiene que ver en que comparte la descripción de la vida, sin florituras, sin hipocresías, mostrándola tal como es, con su sexualidad omnipresente, una sexualidad animal, instintiva; con sus vidas y muertes casi aleatorias, como si no hubiese razón para vivir o para morir ahora mismo... los personajes de Mazurca para dos muertos tienen más de animales que de seres humanos, al menos de seres humanos como nos han sido descritos por la concepción teísta de la vida -la de ser hechos a imagen y semejanza de un Dios-.
   La grandeza de Cela consiste en sobreponerse a esa bienintencionada labor del escritor honesto, que trata de contar "su" historia, pero siempre haciendo concesiones hacia el lector para que lo pueda entender y compartir; no, Cela escribe como quiere, como si nadie fuera a leerlo, sin mezquindades mercantiles ni sociales.

lunes, 25 de marzo de 2013

Exclusividades y concesiones

    Esa es la vida de buena parte de nuestra sociedad; algunos de estas exclusividades tienen siglos o incluso milenios, y les aporta toda suerte de comodidades materiales. Exclusividad tienen los curas para hablar con Dios, que, aunque es el Padre de todos, solo escucha a los que llevan alzacuellos... por supuesto hay que mantenerlos económicamente por ello. Exclusividad tienen un puñado de familias para "administrarnos y regirnos", claro está que ellos están más dotados que nadie para esas labores, pues las han heredado de sus mayores, y claro está también se han de mantener pecuniariamente por encima del resto de los mortales. Esa es nuestra sociedad, la de las exclusividades, concesiones y privilegios.

domingo, 24 de marzo de 2013

Feria del libro antiguo y de ocasión, Valladolid 2013

  No son muchas casetas, ocho de librerías de la ciudad y el resto de fuera, pero siempre es un gustazo este tipo de ferias. Puede que no se encuentre mucho, pero la tentación de encontrar algún libro perdido desde la infancia o encontrar viejas joyas que alguien ha desapreciado (nótese la sutil diferencia entre despreciar y desapreciar, consúltese) es francamente interesante.
Gracias especiales a la fotógrafa (sí, la RAE admite el femenino)
Gracias especiales a la fotógrafa (sí, la RAE admite el femenino)
   Me gusta especialmente que estas ferias sean en primavera y en otoño, sobre todo cuando el tiempo está lluvioso... siempre pensé que los libros viejos y las nubes hacen buena mezcla... maridaje dirán los horteras de hoy.

sábado, 23 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Historias de San Petersburgo", de Nikolai Gogol

  Se le considera uno de los grandes escritores rusos, junto con Pushkin -de quien fue amigo-, Pasternak, Tolstoi, Dostoievsky, Chéjov o Gorki entre otros; parece ser que Nikolai Gogol era más ucraniano que ruso (no solo de nacimiento sino de origen, aunque son dos naciones con muy profundos lazos comunes que, a fecha de hoy, todavía son producto de discusiones acerca del uso de una lengua u otra en el parlamento de Kiev) e incluso que tenía orígenes polacos... fuera como fuese, él se sentía ruso -quizás muchos ucranianos de origen ruso consideren Ucrania como una región rusa- y en lengua rusa escribió siempre.
  Solo leí Taras Bulba que, según parece, no tiene mucho en común con el resto de su obra. Taras Bulba es una novela realista con rasgos historicistas que rayan en el género épico; narra las belicosas aventuras de un cacique cosaco -del cual el título es epónimo- y sus hijos, Andréi y Ostap.
  El resto de su obra tiene más claras raíces en el Romanticismo literario propio de finales del XVIII y principio del XIX.
  Según sus biógrafos, Nikolai Gogol se debatió toda su vida entre el amor a la literatura y el teatro inculcado por su padre y la superstición  y las leyendas que le enseñó su madre; esta mezcla tan aparentemente contradictoria en un pasado, no lo era tanto en el Romanticismo, en el que los temas populares, especialmente aquellos que tenían que ver con el sentimiento y no con la razón tomaron una preponderancia notable.
   Me adentro pues en otra aventura literaria rusa,  y me apresto a enfrentarme con la prolija y barroca prosa rusa que favorece una lectura lenta pero "jugosa".

martes, 19 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "La casa en el confín de la Tierra", de William H. Hodgson

  Otro autor de esos pertenecientes al llamado "círculo de Lovecraft", una suerte de grupo de escritores anglosajones de uno y otro lado del océano especialmente dotados para la fantasía y el terror.
   Y de nuevo publicado por Valdemar, una editorial joven a la que debemos mucho los amantes del género de terror, ya que están sacando a la luz un buen número de autores que habían quedado totalmente olvidados o como mucho editados deficientemente hace décadas.
  Hodgson es autor de relatos y novelas pobladas por seres fantásticos, en las que protagonistas "normales y corrientes" tienen experiencias aterradoras en rincones románticos -en el sentido estético, no afectivo- con esas criaturas infernales. Se dice que Lovecraft pudo inspirarse en La casa en el confín de la Tierra para escribir Los mitos de Cthulhu.
     Lamentablemente, la creatividad de William Hope Hodgson fue aniquilada en una de las actividades más primitivas y animalescas de entre las practicadas por el ser humano: la guerra; concretamente, una granada explosiva al servicio del káiser Guillermo le segó la vida y nos privó de otros excelentes relatos en la localidad flamenca de Ypres en el año 18.

lunes, 18 de marzo de 2013

Perlas de Ambrose Bierce

  Alguna que otra entrada como esta caerán para demostrar el profundo conocimiento del ser humano del que hace gala Bierce.

  Aberración:
  Cualquier desviación observable en otra persona respecto al modo de pensar de uno mismo.

  Abogado:
  Alguien especializado en zafarse de la ley.

  Adorar:
  Adular esperando algo a cambio.

  Al aire libre:
  Esa parte del entorno de uno por la que ningún gobierno ha logrado aún cobrar impuestos.

  Antiamericano:
  Malvado, intolerable, herético.

  Autoestima:
  Una antovaloración equivocada.

  Seguirá... 

domingo, 17 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Diccionario del diablo", de Ambrose Bierce

  De nuevo Bierce. Esta vez con la que es considerada su mejor obra, un montón de aforismos recogidos como vocablos de un diccionario.
   La genialidad y el sarcasmo de Ambrose Bierce hacen que no se pueda leer sin una sonrisa... ¡qué gran conocedor del alma humana! Bierce es uno de esos misántropos audaces; reduce a cenizas toda vanidad humana, probablemente el peor de los pecados humanos, toda vez que se constata una y otra vez la mezquindad del hombre.

sábado, 16 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Gabrielle de Bergerac", de Henry James

  Comienzo con Gabrielle de Bergerac, de James. Un autor a medio camino entre su Nueva York natal y Londres, camino no geográfico que lo situaría en mitad del Atlántico sino cultural, un yanqui -en el sentido exacto del término, alguien natural del noreste de Estados Unidos- enamorado de la más rancia cultura inglesa.
   Tanto es así, que para muchos críticos literarios anglosajones, James es incluido entre los escritores victorianos, por su estilo, su prosa barroca y lenta, sus temas sociales ambientados en Inglaterra... todo esto en un americano. No es una excepción, en la metrópoli de nuestros tiempos -con el permiso de la inmensa potencia emergente, China, que Dios nos asista cuando esta última pase a ser nuestra metrópoli- es muy frecuente que en el noreste, principalmente Nueva Inglaterra, pero no solo, también Nueva York e ingluso Washington, muchos de sus más aclamados intelectuales tengan una vieja añoranza romántica de "la vieja Europa", especialmente de la "pérfida Albión"; nada que ver con aquellos del sur -tejanos y demás morralla- o los avasalladores del oeste -léase californianos-.
  Gabrielle de Bergerac es considerada una de las novelas más románticas de Henry James, según dice con profunda influencia de Jane Austen; a diferencia de la mayor parte de sus obras, ésta está ambientada en Francia, donde una joven señorita aristócrata sufre los desmanes de una vida prefijada y aburrida contando un carácter vividor y rebelde.

viernes, 15 de marzo de 2013

Jean Genet

  L'enfant terrible  de la literatura europea de todos los tiempos, provocador, inteligente, amante de lo sórdido... Jean Genet es un creador imprescindible, en mi opinión más en teatro que en narrativa, pero imprescindible al fin para entender la revolución literaria que se llevó a cabo en el siglo XX. Su proyección de lo más sórdido, lo más brutal, lo más descarnado no es accidental, busca redimir a la sociedad encontrando la belleza en el mal, lo sublime en lo más oscuro...
  Leyendo Diario del ladrón uno no puede por menos que sorprenderse, ir de salto en salto, acompañando a un reconocidísimo autor en los más bajos fondos de la sociedad humana. Genet no escatima detalles, incluso algún detractor afirmaba que buena parte era exagerada o incluso inventada; lo cierto es que consigue lo que quiere: provocar, hacer que el lector quede impactado, con sus narraciones sobre sórdidos centros penitenciarios, violencia sin fin entre chorizos de poca monta, mendicidad en una sociedad lujosa, utilización mercantilista del sexo... en la biempensante sociedad europea, que no quiere ver mendigos en sus calles -que se los lleven lejos, "ojos que no ven..."-; que se horroriza ante la homosexualidad, más si cabe ante la prostitución homosexual, como si la prostitución heterosexual a la que todos los grandes prohombres de la sociedad acuden fuera algo limpio, virginal... para esa biempensante sociedad, digo, este texto, mitad novela mitad diario, supone un escupitajo a la cara, un inaceptable desdén a su honor.
  En teatro, Genet es aún más interesante. El mismo afán provocador está presente, las ansias de reventar la sociedad burguesa y sus hipocresías. Obras inolvidables que, felizmente, se representan con asiduidad son Las criadas, El balcón o Los negros.

jueves, 14 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Libros de maravillas para niñas y niños", de Nathaniel Hawthorne

   Así, con ese título que parece un chiste en sí mismo: Libro de maravillas para niñas y niños, la editorial Acantilado publica una de las "obras menores" de Hawthorne.
   Según cuentan, se trata de una idea del propio autor, quien intenta modernizar (adaptar a mediados del XIX) ciertos mitos grecolatinos para que fueran más entendibles por la población del momento, especialmente la juvenil. Así se reescribe los mitos de Perseo y Medusa, el rey Midas, la caja de Pandora o el viaje de Hércules al Jardín de las Hespérides entre otros.
  Interesante experimento para uno de los autores considerado como "padre de las letras norteamericanas", autor de la Letra escarlata, archiconocida historia -sobre todo por las varias versiones cinematográficas- en la que denuncia la actitud puritana y fanática de la sociedad del Este de Estados Unidos en el siglo XVII. Nathaniel Hawthorne nació, de hecho, en Salem, Massachusetts, donde se encarnaría una de las mayores aberraciones sociales de aquel país con la "quema de brujas". En ese rincón noreste de aquel país, lo que se llama Nueva Inglaterra, se darían grandes genios literarios y filosóficos, además del propio Hawthorne: Thoreau, del que hablé en otras ocasiones; Ralph Waldo Emerson, más filósofo que novelista; mi muy admirado H.P. Lovecraft, nacido en Providence, Rhode Island; o la genialidad depresiva de Sylvia Plath.