L'enfant terrible de la literatura europea de todos los tiempos, provocador, inteligente, amante de lo sórdido... Jean Genet es un creador imprescindible, en mi opinión más en teatro que en narrativa, pero imprescindible al fin para entender la revolución literaria que se llevó a cabo en el siglo XX. Su proyección de lo más sórdido, lo más brutal, lo más descarnado no es accidental, busca redimir a la sociedad encontrando la belleza en el mal, lo sublime en lo más oscuro...
Leyendo Diario del ladrón uno no puede por menos que sorprenderse, ir de salto en salto, acompañando a un reconocidísimo autor en los más bajos fondos de la sociedad humana. Genet no escatima detalles, incluso algún detractor afirmaba que buena parte era exagerada o incluso inventada; lo cierto es que consigue lo que quiere: provocar, hacer que el lector quede impactado, con sus narraciones sobre sórdidos centros penitenciarios, violencia sin fin entre chorizos de poca monta, mendicidad en una sociedad lujosa, utilización mercantilista del sexo... en la biempensante sociedad europea, que no quiere ver mendigos en sus calles -que se los lleven lejos, "ojos que no ven..."-; que se horroriza ante la homosexualidad, más si cabe ante la prostitución homosexual, como si la prostitución heterosexual a la que todos los grandes prohombres de la sociedad acuden fuera algo limpio, virginal... para esa biempensante sociedad, digo, este texto, mitad novela mitad diario, supone un escupitajo a la cara, un inaceptable desdén a su honor.
En teatro, Genet es aún más interesante. El mismo afán provocador está presente, las ansias de reventar la sociedad burguesa y sus hipocresías. Obras inolvidables que, felizmente, se representan con asiduidad son Las criadas, El balcón o Los negros.
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