Tuve noticia de esta película al ser premiada con el "Pilar Miró al mejor nuevo director" de la Seminci 2013. Se trata de una cinta holandesa dirigida por Diederik Ebbinge y protagonizada por René Van't Hof y Ton Kas en la que se da una vuelta de tuerca más (siempre necesaria, nunca suficiente) al tema de la identidad, centrándose sobre todo en la asunción de las identidades propia y la de los seres más cercanos.
En la cuadriculada y aburrida vida de Fred, puntal de su pequeña comunidad rural holandesa, ejemplo a seguir para los fieles de su parroquia calvinista, se produce un terremoto: la llegada de Theo, aparentemente una alma sencilla, un "pequeño", alguien que, aparentemente, ha perdido todas sus cualidades intelectivas y que, sin embargo, será capaz de enfrentar a Fred con sus fantasmas, haciéndole reflexionar sobre su pasado, sobre su vida y la de su hijo, Johan. La asunción de la homosexualidad de Johan parece el tema principal, pero en realidad Fred se asume a sí mismo, rompe con los convencionalismos e inveteradas tradiciones y se asoma a la verdad de vivir sin las anteojeras de los principios.
El papel de Theo está a cargo de René Vant' Hof, bien conocido en su país por numerosas actuaciones tanto cinematográficas como televisivas, pero conocido fuera tan solo por la lamentable comedia de situación Los Flodder, humor barato y chabacano; sin embargo, en Matterhorn su participación casi silente llega al espectador, como un niño, un inocente que ha de sacar lo más auténtico que todos tenemos. Ton Kas, el sistemático Fred, es su contrapunto, el paroxismo del orden, que está mucho más cerca de la verdadera locura que Theo. La fotografía, con "pulcrísimos" y ordenados paisajes holandeses, está muy cuidada para reforzar la sensación de estabilidad, de tranquilidad que, como se demuestra a posteriori, es un orden forzado. La música de Bach, por último, omnipresente hasta casi el final, facilita al espectador la sensación de puritano tradicionalismo.
En definitiva, una buena película para reflexionar, para buscarnos a nosotros mismos. Quizá demasiado sutil para los países del sur de Europa, pero que seguro que allende los paralelos del Hemisferio Norte, será claramente entendida.