Hace casi cuarenta años, pero en mis recuerdos, en mis sentimientos fue ayer. Reconforta y duele a la vez ver que lo físico, lo material sigue existiendo, con mínimas variaciones, pero que las personas pasamos, nos esfumamos, desaparecemos. Solo quedan los recuerdos que, poco a poco, se van haciendo más evanescentes, anunciando nuestra pequeñez temporal.
Todos pasamos... con nuestras luchas, nuestros anhelos, nuestros pequeños éxitos, nuestros enormes fracasos, nuestras alegrías y penas... en realidad, es todo tan rápido que, si lo pensamos bien como decía el poeta medieval, antes de llegado ya es partido.
Si fuésemos conscientes de esta verdad inmutable seríamos menos dañinos, menos orgullosos, maltrataríamos menos al prójimo, especialmente a "nuestro prójimo". Sabiendo que somos tan poca cosa, tan volubles deberíamos enfocar nuestra visión, nuestras miradas, para conocer, para sentir al otro, "nuestro otro", y así reconfortar nuestras soledades en común.
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