Otro compositor genial del Romanticismo musical (tengo que hacerme mirar esto, últimamente sólo parece gustarme la música barroca y la del Romanticismo, he perdido gusto por el clasicismo y por la música antigua, -por las vanguardias nunca me interesé, la verdad-). Edvard Grieg (1843-1907) ha sido incluido en ese enorme cajón de sastre del Romanticismo y del nacionalismo musical. Lo bueno que tuvo el nacionalismo musical noruego (según yo lo veo, claro) es que no se basó en episodios históricos, generalmente bélicos, destacados, sino en una alabanza a esa maravillosa naturaleza escandinava de fiordos y nieves perpetuas. Pues sí, Grieg sí evoca esa anfractuosa orografía noruega en sus melodías, muchas verdaderamente épicas.
Edvard Grieg. Imagen tomada de Wikimedia Commons.
Grieg también incluye melodías populares noruegas en sus obras, al igual que harían Sibelius con las finesas o Smetana con las checas, pero no son tan evidentes; predominan, ya digo, las odas a la grandiosa naturaleza de su país. Con todo, la obra fundamental del noruego, que habría de asombrar a cientos de millones de oídos y corazones a lo largo del planeta (al menos, los míos fueron afectados desde la juventud y no han dejado de emocionarse), es, ya se sabe, la adaptación musical de la obra teatral de su compatriota Henrik Ibsen, Peer Gynt. Peer Gynt es una auténtica epopeya del personaje homónimo, que pasará mil y una aventuras (encuentro con troles y el mismísimo diablo incluidos). Grieg compondrá su obra como música escénica, pues, adaptada al drama de Ibsen. Lo cierto es que las epopeyas (Peer Gynt incluida) han ido perdiendo fuelle, mientras que la música de Grieg se mantiene como canónica de la excelencia musical hasta nuestros días, combinando suaves melodías ensoñadoras como la de La mañana o La muerte de Aase con rítmicas piezas como La danza de Anitra o En la gruta del rey de la montaña. El resultado final, en todo caso es una composición redonda, perfecta, una de las grandes obras musicales de todos los tiempos.
Imagen tomada del sitio stretta-music.com
La composición de Grieg, claro, se adapta al libretto de Ibsen, con dos suites (la imagen anterior es de la segunda suite, como se puede leer); los movimientos de la primera son mucho más conocidos, aunque los ocho de ambas suites son verdaderamente geniales.
He de confesar que cuando se trata de hablar de piezas musicales que tengan un efecto balsámico sobre mi atormentada alma me debato entre el primer movimiento de la Sexta sinfonía de Beethoven (la Pastoral) y el de Peer Gynt de Grieg (La mañana), encuentro en ambos esa ansiada reconciliación con la vida que sólo la buena literatura y la buena música pueden conseguir.