Junto con Historia de una escalera es la obra más célebre de Buero Vallejo, y también está hoy en el currículo de Lengua y literatura española para Bachillerato. Si hay que poner etiquetas, yo la definiría como un drama existencial, en el que se explora la razón última de la existencia, la mayor o menor importancia de los hechos, el pasado y el futuro...
Buero la escribió en 1967, después de haber pasado mil sinsabores desde la Guerra Civil (comenzando por el fusilamiento de su padre, su propio encarcelamiento y condena a muerte -que sería conmutada por condena perpetua y finalmente amnistiado-, y mil y una censuras) y la posguerra. Es una obra amarga y oscura (como Historia de una escalera), aunque yo no he visto razones políticas sino meramente humanas y sociales para esta amargura.
En la presentación de la obra, Buero rescata una presentación teatral típica de Pirandello, la de unos introductores que rompen la cuarta pared, entrando a escena por el proscenio e interactuando con el público. Estos "investigadores" provienen de un futuro lejano y presentan la obra como un "experimento" de un tiempo pasado, el siglo XX, y ocurrido en una antigua ciudad, Madrid, "capital que fue de una antigua nación llamada España". Una familia, con hijos adultos, uno de ellos ya independiente, Vicente, que tiene una editorial literaria, y su hermano menor, Mario, que vive con sus padres ya ancianos, el padre ya con la mente perdida. Para Vicente trabaja Encarna, con la que mantiene una relación carnal no exenta de sordidez dada la relación jefe-empleada, pero la propia Encarna tiene sentimientos amorosos hacia Mario.
La relación entre los hermanos es pésima. Vicente actúa con condescendencia hacia Mario, que lo rechaza y pretende mantenerse en la indiferencia social y laboral. La situación de enajenación mental del padre, que cree ver un tren en el tragaluz que tiene el semisótano que habitan dificulta más aún la relación. El tren es un símbolo muy interesante, pues se refieren a él en todo momento, debido a un hecho terrible que ocurrió en la infancia de los dos hermanos. Ese hecho fue, al final de la guerra, con el país destruido hasta los cimientos, el viaje catastrófico en trenes atestados de toda la familia, incluida la niña menor, Elvirita. A ese tren sólo pudo subir el chico mayor, Vicente, llevándose consigo las pocas provisiones que tenía la familia. Como consecuencia, la pequeña falleció de hambre y debilidad. Ese hecho destruyó a la familia y creó sentimientos de culpa que perduran hasta ese presente.
Sin embargo, aquí quiero hacer un hincapié: el propio Buero Vallejo daba importancia al tren, pero lo hacía de una forma más superficial, haciendo referencia a que era necesario "subirse al tren de la vida", seguir viviendo, algo que, aparentemente, sólo había conseguido Vicente.
Bien, el caso es que la diferencia de visión de la vida de los dos hermanos, la diferencia en el éxito o fracaso social, y la situación amorosa con Encarna llegará a destruir el entramado familiar que sostenía a duras penas.
Con respecto a los temas tratados, pues, destacaría el pasado no solucionado, que vuelve una y otra vez al presente; también el sentimiento de culpa, que se muestra en la confesión final de Vicente, admitiendo su mal obrar; y, por supuesto, las relaciones familiares, que de malas que son se obvian, creando un tabú que explota al final.
Ya digo, una obra áspera y amarga, muy en la línea del autor, pero que permite, como creo que debe hacer siempre el teatro y, en general, la literatura, escarmentar en cabeza ajena. Gran drama.