Primer concierto de abono de la temporada 23-24 de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, ¡qué ganas de volver! Dirigida por segundo año por Thierry Fischer, la OSCYL se propone el muy encomiable propósito de elevar el ambiente cultural de este territorio tan olvidado por sus propios habitantes. El tema de ayer fue la sinfonía, así, en grande; tema prácticamente inabordable por su magnitud, pero que se afronta con valentía, con una valentía tan loable que han decidido representar las nueve sinfonías de Beethoven a lo largo de ésta y las dos próximas temporadas, ¡magno propósito!
Bueno, pues, para hoy, se inicia el concierto con La representación del caos del padre de la sinfonía, Joseph Haydn; continúa con la Sinfonía nº1 de Beethoven, obra que los musicólogos incluyen en su "periodo temprano"; y termina con el plato fuerte de la velada: la Sinfonía fantástica de Berlioz, inconmensurable obra cumbre del compositor francés.
La representación del caos es el preludio de La creación, un oratorio que musicaliza los primeros versículos del Génesis. Según los estudiosos, Haydn rompe con la forma clásica del oratorio que tanto se ha admirado de Haendel, por ejemplo, inicia un modelo musical que elevará a canónico con la sinfonía clásica de la que, ya digo, es considerado progenitor. Es, por tanto, un anticipo de lo que será la sinfonía, para un concierto que quiere dar una visión global de la misma es un inicio, un prolegómeno ineludible para pasar a Beethoven.
¡Claro, Beethoven! Una visión de conjunto de la sinfonía no estaría completa sin una de las nueve del genio de Bonn. Pero esta vez se ha optado por representar la Primera sinfonía, (aparte, por supuesto, de ser el inicio de ese propósito al que aludía antes de representar las nueve sinfonías en tres años) obra clave del periodo temprano (que dura hasta 1802), época en la que Beethoven era claro deudor de Joseph Haydn y el propio Mozart, luego llegarían los periodos heroico y tardío en los que la apabullante personalidad del alemán lo encumbraría como un genio sin parangón. Con todo, en su primera sinfonía Beethoven ya comienza a innovar con unos contrastes un tanto bruscos para una sinfonía clásica (aunque no tan exagerados como más tarde lo caracteriza), pero sobre todo por su scherzo, evolución natural del minueto, lo que será también definitorio de la música "beethoviana" y de todo el Romanticismo musical. En todo caso, para aquellos que consideran a Beethoven "demasiado Beethoven", es decir, que les agota tanto contraste, tanto altibajo sonoro en contraposición del clasicismo más comedido de Mozart o del propio Haydn encontrarán en la Primera sinfonía una moderación más "para todos los públicos".
Y, después del descanso, la obra clave del concierto de hoy: la Sinfonía fantástica de Héctor Berlioz. En el ámbito sinfónico es, que duda cabe, una explosión gloriosa del género sinfónico, sobre todo en el ámbito más rotundo de la sinfonía, el Romanticismo musical; es una exploración minuciosa de todo lo que se puede transmitir en una sinfonía, y, créanme, Berlioz puede transmitir mundos enteros. El subtítulo de esta obra es Episodio de la vida de un artista en cinco partes, y narra, en cinco movimientos, como un apasionado joven se enamora perdidamente de una chica (primer movimiento, "Rêveries, Passions"); luego acude a un baile, donde ve a su amada de nuevo (segundo movimiento, "Un bal"); medita sobre su enamoramiento en una escena campestre, considerando cuán terrible sería que lo rechazara (tercer movimiento, "Scène aux champs"); llega a angustiarse tanto que, sin haber sido rechazado realmente, teme el desenlace negativo y decide suicidarse ingiriendo una dosis mortal de opio, pero ésta no lo es y tan sólo lo induce a un sueño "pesadillesco" en el que sueña que ha matado a su amada y es condenado a muerte y enviado al cadalso (cuarto movimiento, "Marche au supplice"); por último, se sueña a sí mismo en un aquelarre con todo tipo de monstruos y brujos que se han reunido para su funeral (quinto movimiento, "Songe d'une nuit de Sabbat"). Verdaderamente, una novela musicada, como fue tan frecuente fue en el Romanticismo. Dicen que el propio Berlioz la escribió bajo la influencia del opio, del que era consumidor habitual, dicen... Lo cierto es que el resultado sinfónico es apabullante, es una obra "total", en la que no se deja nada por experimentar, desde lo que llamaron la "idée fixe", una idea fija que se repite machaconamente hasta el Dies irae, día de la ira, himno que describe el Juicio Final.
En fin, un menú de lujo para iniciar la temporada 23-24. Una lección magistral sobre la evolución del género sinfónico, desde sus inicios, con su padre, Haydn; la continuación con la fase final del imprescindible Beethoven; y la culminación con una de las sinfonías románticas más variadas y poderosas.
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