Reconozco leer poco teatro, y menos aún teatro español, lo cual es lamentable. Es lamentable leer poco teatro español, pero sobre todo si tenemos en cuenta el del Siglo de Oro, época en la que nuestro país marcaba el ritmo a nivel mundial, no sólo en el ámbito político y económico (Descubrimiento y conquista de Ámerica, expansión en Europa, Asia y África...) sino también en el cultural. Vamos, que (en mi opinión) no se puede tener un buen conocimiento de la cultura hispánica si no se ha leído las obras principales de Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Quevedo o Góngora. Mucho me temo que, con el correr de los siglos, el Teatro patrio fuera (al igual que la influencia del país a nivel mundial) decayendo. Con las augustas excepciones de Cervantes en la segunda mitad del XVII, Fernández de Moratín en el XVIII, Espronceda y Zorrilla en el XIX, y Benavente en el XX, nuestro país quedó al margen de los grandes movimientos teatrales. Es verdad que en el siglo XX abundaron los autores que desarrollaron una comedia muy coyuntural (en el sentido de estar relacionado con una sociedad y una época muy concreta) aunque muy rentable en taquilla (el teatro era la diversión principal de las clases medias de entonces). De entre estos autores de comedias populares cabe destacar a Carlos Arniches, Jardiel Poncela, Miguel Mihura y los Hermanos Álvarez Quintero. Así que, ni corto ni perezoso, me adentro en tres obras señeras de Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, un entremés (El ojito derecho), una comedia (Amores y amoríos) y un drama (Malvaloca).
Y la sensación que he sacado, lamento decirlo, no es positiva. Tengo la sensación de que estas obras han envejecido mal, reflejan una sociedad que ya no existe y están muy ligadas a un regionalismo cargado de tópicos y clichés (por cierto, los Álvarez Quintero defendían escribir tal cual sus personajes hablaban, con todos los andalucismos y vulgarismos propios de la Andalucía "profunda", lo cual hace muy incómoda la lectura).
El ojito derecho es un entremés, es decir una corta pieza cómica pensada para ser representada en el entreacto de una comedia de más enjundia. Es el engaño del vendedor de un burro viejo y enfermo, que está conchabado con un corredor, supuestamente amigo del comprador.
Amores y amoríos es una comedia romántica con enamoramientos, desenamoramientos y vuelta a enamorarse de una parejita de jóvenes muy al estilo de la época: retraída en un inicio ella, animosa y corajuda después; mujeriego y superficial en un principio él, enamorado y sincero después. Es previsible el desenlace desde el primer acto.
Malvaloca está considerada como drama, aunque tiene un final feliz en el que el amor se impone a todos los prejuicios y dificultades sociales. Presenta ese amor trágico que lleva a los enamorados a sentirse más desgraciados que felices. Ha sido representado en teatro multitud de veces, y llevada a la pantalla cinematográfica en tres ocasiones, en todos los casos con gran éxito de público y crítica.
Ya digo, temo que sean obras demasiado populares, pensadas para llenar teatros más que para dejar referencias culturales. No tratan de hacer pensar sino de entretener, no buscan la excelencia sino el pasatiempo.