lunes, 15 de julio de 2024

"El matón que soñaba con un lugar en el Paraíso". de Jonas Jonasson.

  Tercera novela del sueco Jonasson que leo. Las otras dos fueron sobre el centenario Allan Karlsson y sus inverosímiles aventuras en las más altas esferas del poder internacional, a las que accedía por pura casualidad. Ahora, Jonasson narra la vida de tres perdedores absolutos: un criminal que tras pasar media vida en la cárcel encuentra la redención en una lectura superficial y cómica del Evangelio, una pastora luterana que no cree en Dios y un recepcionista de un hotel de mala muerte para cerrar el triángulo; juntos escaparán a mil situaciones escabrosas y conseguirán triunfar al final.
 Ya con tres novelas leídas, veo varios lugares comunes en Jonasson: el principal es el humor negro con toques surrealistas que ha encandilado al gran público; otro es la huida de los personajes, huida tanto en sentido geográfico, ya sea por Suecia o por medio mundo, o en sentido figurado, huyendo de sus trágicas existencias; también aparece siempre una maleta repleta de dinero, puerta hacia esa nueva vida anhelada, dinero que acaba siendo malgastado antes de conseguir el ansiado cambio de vida.
 Argumento de la novela: Johan "Asesino" Andersson es un pobre diablo de cincuenta y tantos años que ha pasado más de la mitad de su vida adulta en centros penitenciarios acusado de tres asesinatos cometidos bajo el efecto del alcohol. Al salir de prisión decide no volver a caer más en la violencia, abandonar el alcohol (excepto la cerveza, claro) y reiniciarse como persona. Para ello se alojará en un hotel de medio pelo en cuya recepción trabaja un abúlico joven, antiguo empleado de burdel, desengañado de la vida sin haber vivido, que deja pasar el tiempo sin actuar. También en el "hotelucho" se aloja una antigua pastora luterana, harta de su oficio, que ya ni siquiera cree en Dios. Ninguno de los tres tiene un verdadero medio de ganarse la vida, y la pastora decide constituirse a sí misma en representante de "Asesino" Anders. Con ayuda del recepcionista utilizará a Andersson como ejecutor de palizas a domicilio previo pago de una tarifa establecida. Lo malo es que el matón ha descubierto en una lectura superficial de la Biblia que la violencia no está precisamente bien que digamos. Renuncia a las palizas como medio de vida, lo cual no impide que sus "apoderados" sigan admitiendo y cobrando encargos de zurras; esto es, claro, insostenible, pues los "clientes" son tan violentos como la acción que demandan, pero lo cierto es que los tres se encuentran con un pequeño capital de los trabajos cobrados y no ejecutados. Tienen tanto dinero que la pastora decide diversificar el negocio y comprar una pequeña iglesia en ruina y formar su propia  Iglesia, la "Iglesia de Anders" (algo legal y factible en Suecia). El pastor será el propio asesino pacificado que redescubrirá la Eucaristía bebiendo grandes cantidades del Cuerpo de Cristo. Por supuesto, los clientes estafados perseguirán a los tres tipos y no precisamente para felicitarles el Año Nuevo, lo cual les obligará a contratar guardaespaldas. A pesar de tan estrambótica situación, la Iglesia de Anders, por puro morbo, atrae a grandes cantidades de fieles que depositan pingües limosnas en el cepillo parroquial. De nuevo, una maleta repleta de billetes incita la huida por toda Suecia de los tres protagonistas. 
 Como se puede ver por el argumento, es una novela descacharrante, con un humor negro no exento, sin embargo, de cierta compasión y empatía hacia esos perdedores tan ridículos.  En cuanto a las formas, no tendrá éxito quien busque la excelencia en el texto; es una prosa rápida, muy narrativa, poco descriptiva, periodística (normal teniendo en cuenta que el tal Jonasson trabajó gran parte de su vida como tal) y sin grandes aspiraciones, pero tampoco carencias. Es una novela, como las otras dos, fácil de leer, ideal para esta época canicular.

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