martes, 4 de diciembre de 2012

Fragmento del sexto y último capítulo de mi novela: "Honrarás a tu padre"

6 – Paco Largo

Las imaginarias de garita, eso era lo que más detestaba. Las patrullas por Denia y su término municipal, las tareas auxiliares en el control de alcoholemia, la escolta en el transporte de detenidos hasta los Juzgados de Alicante... todo lo llevaba bien, menos hacer guardias de garita. El guardia civil Francisco Largo reflexionaba así, aburrido como estaba de la tediosa imaginaria. ¿A qué tanta seguridad? -se preguntaba- La posibilidad de un atentado o un robo de armas era escasa. Estábamos en el año 1967, la única hostilidad hacia el Régimen, hasta el momento, era el de los maquis, que habían sido eliminados hace tiempo de la zona más cercana a Denia, el Maestrazgo. Pero allí estaba Paco, como todos le llamaban, haciendo frente al húmedo relente de la brisa marina, él, que, nacido en una pequeña pedanía toledana, no había visto el mar hasta que llegó al destino.
Paco Largo era un típico guardia civil de los años sesenta: Había dejado su pueblo, Casasnuevas, tan pronto como supo que sería admitido en la Escala de Cabos y Guardias del Colegio de Guardias Jóvenes “Duque de Ahumada” de Valdemoro. La disciplina y el prestigio de la Benemérita le atraían, pero también trataba de huir de la miseria que rodeó su infancia y los maltratos de un padre brutal y alcoholizado. Sabía leer y escribir, pero cometía demasiadas faltas ortográficas y leía demasiado despacio, casi silabeando, como para poder ascender a Guardia Civil de Primera; esto, sin duda, le frustraba en extremo. Lamentaba haber abandonado tan pronto la escuela, para iniciar sus correrías de pillo por su comarca; fue entonces cuando las palizas que le propinaba su padre se hicieron más frecuentes, casi diarias. La dureza de la vida en la Guardia Civil se le antojaban un dulce descanso, comparado con su existencia en aquella desestructurada familia. Estando en el Colegio de Guardias Jóvenes tuvo que casarse de forma apresurada con su novia de siempre, Concha, natural de la limítrofe localidad de Layos, cuando aquella había quedado encinta del que sería su primer hijo, Francisco; luego llegaría la niña, Pilar, y su vida entraría en una rutina de trabajo y familia que le angustiaba sobremanera. Poco a poco había empezado a beber; en el ambiente castrense no parecía estar mal visto tomar unas cuantas copas de más, y él parecía tener cierta propensión hereditaria al alcoholismo, con lo que, sin darse cuenta, empezaba a estar borracho noche sí, noche también. Tenía lo que se llama “mal beber”, esto es, se le agriaba el carácter con el alcohol, y lo pagaba con la mujer y los chicos, que ya temían su vuelta tras pasar por el bar.
  • ¡Paco, ya estoy aquí! Ha llegado tu relevo. - Su compañero, el guardia civil Miguel Ayuso, entraba en la garita.
  • ¡Ya era hora! Tengo los pies que no sé si son míos o del vecino...
  • ¡Hala! Vete a casa y deja de quejarte, que estás siempre igual.
  • ¿Y para qué me voy a ir a casa si tengo patrulla a las diez? ¡Maldita sea mi suerte!
  • Tranquilo, Paco. Vete a casa que te esperan Concha y los chicos...
  • ¡Bah! Voy a ver si encuentro un bar abierto...
Así hizo. Dejó las armas reglamentarias en el pequeño arsenal de la casa-cuartel; se cambió con sus ropas de civil, siempre humildes, recuerdo, quizá, de su pasado; y salió a la busca de un bar abierto a aquella intempestiva hora. Lo encontró. Aguardó a la llegada del día entre copas de coñac y se despidió de aquel antro con un café, por aquello del aliento...
  • ¡Paco, hijo! ¿Dónde has estado? ¿No salías de guardia a las seis? - Concha preguntaba retóricamente, conocía demasiado a “su Paco” para saber que venía del bar.
  • ¡Bah! ¡Déjame en paz!
Mientras ella arreglaba a los niños para llevarlos al colegio, Paco se echó en la cama, apenas le quedaba una hora para volver a ponerse en uniforme.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Lecturas de juventud: H.P. Lovecraft

  Recuerdo en la adolescencia tener largas charlas con un compañero de colegio, el había sido literalmente "abducido" por Asimov, cada semana aparecía con una nueva novela... Lo recuerdo con tristeza y nostalgia porque me enteré de su muerte hace no muchos meses... era un tipo peculiar, un poco aislado del resto del resto de la clase, especialmente del tema deportivo, algo que también me pasaba a mí. Cuando me enteré de su muerte, recordaba que algunas veces ibamos los dos leyendo por la calle hasta llegar a nuestras respectivas casas (ambos vivíamos en la calle Ibiza de Madrid, el en la acera de los impares y yo en la de los pares), hacíamos una parada en la todavía hoy existente librería Méndez, para extasiarnos ante su escaparate... Poco más me unía a él, de hecho, cuando dejamos el colegio cada uno siguió su vida y perdimos el contacto... solo ahora me acuerdo de él.
  La relación entre Asimov y Lovecraft puede parecer obvia al ser ambos autores de la llamada narrativa de ciencia ficción, pero es que, además, cada uno de ellos había creado un mundo propio paralelo, aunque a veces mucho más terrorífico, del anodino mundo en que morimos día a día.
  De Lovecraft leí relatos y novelas ya en mi juventud, muchos de aquellos libros eran prestados o tomados de bibliotecas, pero todos me absorbían días enteros. Me sumergía en historias tan alucinantes como las del propio Verne, pero con una cierta incomodidad que me producía las historias de terror en el vello del cogote... Recientemente, compré los dos tomos de la narrativa completa compilada por la excelente editorial Valdemar... Me volví a sentir como aquel veinteañero que escapaba de su sórdida realidad con la genial imaginación de Lovecraft... Dedico este nostálgico sentimiento a la memoria de mi amigo David.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Ahora leyendo: "El amante de Lady Chatterley" de D.H. Lawrence

  Posiblemente un autor adelantado a su tiempo. Un escritor muy capacitado, con una extensa producción en apenas 45 años de vida, admirado tras su muerte, pero incomprendido por sus contemporáneos.
  David Herbert Lawrence vive a caballo entre dos siglos, del final de la época victoriana, con la culminación de la revolución industrial y la xima expresión del Imperio Británico; la era eduardiana, que conlleva el inicio del declive imperial y la Primera Guerra Mundial que lo constataría. Fueron tiempos de cambios sociales, los rígidos corsés victorianos se hacían pedazos en favor de una sociedad menos clasista, más abierta en todos los sentidos (incluido el sexual)... en ese contexto, trabaja uno de los escritores ingleses más imaginativos de su época.
   El amante de Lady Chatterley pasa por ser la obra más importante de Lawrence. Todavía hoy es considerada como un obra erótica (quizá de forma un tanto simplista), pero en su época fue considerada pornográfica y llevó a su autor a la postración social más absoluta. Como explicaba antes, la obra de Lawrence refleja los profundos cambios que acontecían en la Inglaterra de su tiempo: los dos temas principales son la supresión de las barreras clasistas, con la relación entre una mujer de la nobleza y un hombre de clase trabajadora; y la aceptación con mayor naturalidad de la sexualidad y la pasión frente a los convencionalismos de la época.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Lev Tolstoi

 Un hombre prolífico donde los haya, autor de inolvidables novelas que retratan como pocas la sociedad zarista a lo largo de generaciones, "Guerra y paz", "Ana Karénina", "La muerte de Iván Illich", "Resurrección", "Hadji Murat"... prolífico porque tuvo nada más y nada menos que trece hijos con la misma mujer; pero sobre todo prolífico porque cultivó todos los géneros literarios, es mundialmente admirado por su narrativa, pero también escribió poesía, teatro y ensayo. En este último género me quiero centrar. 
  Los ensayos de Tolstoi giraron en torno a la naturaleza humana, la estructuración de la sociedad y sus creencias religiosas. El autor se movió dentro del Cristianismo Ortodoxo en el que fue educado, pero trató siempre de volver a las Escrituras para buscar la esencia última de los Evangelios: la liberación del ser humano.
   Tolstoi hace especial referencia al "Sermón de la montaña"; aquél que condena la religiosidad hipócrita, que ensalza la igualdad entre los seres humanos, más aún, busca la igualdad entre todos como hijos de Dios. El escritor era un hombre rico, poseedor de haciendas ("dachas" según la cultura rusa), fortuna e incluso título nobiliario; de todo se deshizo, en busca de una pobreza voluntaria (que no fue del todo permitida por el autoritario carácter de su mujer y alguno de sus hijos) y trató de vivir lo más acorde posible a dicho texto evangélico.
   Tolstoi es uno de los grandes teóricos, al igual que Luther King, Dostoievsky o Iván Illich (no confundir con el personaje de la novela tolstoyana, éste fue un sacerdote católico teólogo y pedagogo), del llamado anarquismo cristiano, que basa la igualdad entre los seres humanos en esa igualdad como hijos de Dios, propugna una sociedad sin autoridad, ya que la única autoridad admisible es la de Dios (ergo la autoridad humana tiene un origen demoníaco).
  El anarquismo cristiano promueve una sociedad sin desigualdades, una búsqueda del Reino de los Cielos en la misma tierra (de ahí el título del ensayo, epónimo de la frase evangélica), una no resistencia al mal y, por supuesto, reniega de todas las Iglesias como estructuras piramidales humanas muestra evidente de esa autoridad demoníaca (no en vano, el propio Tolstoi sería excomulgado de su Iglesia Ortodoxa Rusa), siempre, claro está, dentro del pacifismo que se supone a los discípulos de Jesús de Nazaret.
  

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Fragmento del quinto capítulo de mi novela: "Honrarás a tu padre"


5 - Gerhard Bremer

No fueron días fáciles. Sin embargo, físicamente se encontraba con más fuerzas casi cada hora que pasaba, las comidas y cuidados de Núria obraban cotidianos milagros en el, por otra parte, sano cuerpo de un joven de veintitantos años; pero en el ámbito espiritual, no parecían veinte años sino ochenta. El mazazo que supuso el asesinato de Sarah le dejó sin fe alguna en la humanidad; ahora entendía mejor como un individuo podía ser un guardián en una estructura carcelaria como es un campo de concentración, en el que se “almacenaba” y eliminaba sistemáticamente a miles de seres humanos, eran los mismos “principios” que seguían aquéllos que habían matado a sangre fría a Sarah Löwenstein, sin un juicio aunque fuera amañado, era el principio que se basaba en el más absoluto desprecio por la vida humana, la cosificación más brutal de un semejante.
Un abrazo, eso fue todo lo que aceptó su accidental casera como pago por su alojamiento, cuidados, alimentación. En realidad le habían salvado, una vez más, la vida, y él solo podía seguir adelante sin detenerse, ¡qué absurdo! Todo era indiferente: la muerte, la vida parecían simples casualidades a las que no se debería prestar gran atención. Un mundo animalizado, sin humanidad alguna. La guerra con sus barbaries había acabado hacía más de veinte años, pero la sociedad parecía haberse acostumbrado a la sinrazón y a la vida cuasi-animal. Había leído no sabía donde que los anglosajones llamaban a la vida apresurada y sin verdadero sentido algo así como rat race, y en efecto así lo conceptuaba él, como una carrera de ratas que no tenía lógica alguna. Hacía pocos días, una testigo de primera mano de la barbarie que nunca debiera repetirse, había sido abatida a tiros por una patrulla de la Guardia Civil española solo por haber pasado ilegalmente la frontera, o por ser confundida con contrabandistas, así, sin más. Imaginaba el desconcierto de los asesinos cuando hubieran registrado su documentación austriaca, quizá, incluso, no hubieran sido capaces de adivinar su condición de judía aún llamándose Sarah y apellidándose Löwenstein, en aquel país en el que casi cinco siglos antes se había eliminado todo resto de sangre judía. Un sinsentido, un absurdo. La vida o la muerte de un ser humano decidido en un momento como si fuera una hormiga... El sentido de irrealidad caprichosa dejaba la aventura de Lars totalmente fuera de lugar, ¿quién habría de creerle si lo contara? Y, sin embargo, esa irrealidad le impulsaba a seguir buscando a su padre biológico para tratar de hilar su existencia con el hilo de la lógica, aunque esta fuera brutal.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Lecturas de juventud: Miguel Delibes

  ¿Quién no admira (ahora) a Miguel Delibes? Difícil encontrar a alguien... Comencé a leer su obra con "El camino", luego "Las ratas", después "La sombra del ciprés es alargada", "Los santos inocentes"... así hasta leer todas sus novelas y una buena parte de sus ensayos. La mayoría en la editorial destinolibro.
   De Delibes aprendí todo (o al menos traté de aprender o quizás aprehender), su descripción naturalista del medio rural, los personajes sencillos pero de gran hondura, un cierto pesimismo existencial, una resignación ante el destino...  Difícil no admirar la sencilla belleza de Delibes.
  Por razones que no vienen al caso, acabé viviendo en Valladolid, y me crucé en varias ocasiones con Miguel Delibes paseando, apoyado en una de sus hijas menores, por las calles Gamazo y Muro de esta capital castellana. Era curioso ver la reacción de todo el mundo al verle, se paraban, le miraban con una mezcla de respeto, admiración y lástima por el estado físico en el que estaba en sus últimos años. Y es que Miguel Delibes fue elevado a los altares de la literatura patria hace varias décadas. Y, ya se sabe, cuando se canoniza a alguien, muchos empezamos a buscar fallos...
   Seré incapaz de encontrar fallos en el escritor... atacaría así a uno de mis padres intelectuales, pero... ¿quién fue Miguel Delibes como miembro de esta sociedad? Muchos se sorprenderán al saber que un jovencísimo Delibes (18 años) se alistó voluntario en el bando franquista en la Guerra Civil, no era raro, pertenecía a lo que se llamaba "gentes de orden"... Sí, Miguel Delibes nació en una familia acomodada de Valladolid, al acabar la guerra consiguió trabajo en "El norte de Castilla", primero como caricaturista y luego como redactor. En 1952 llegará a ser subdirector  y en el 58 será director de dicho periódico, que jamás (ni siquiera hoy en día) se destacó como "azote del poder". El talento de Delibes está fuera de toda duda, pero aún así ¡vaya carrera meteórica la suya! ¿Explicación? Don Miguel Delibes era sobrino de Santiago Alba, fundador del diario y uno de los mayores caciques, defensor de la llamada "burguesía harinera" que dominó Valladolid en la primera mitad del siglo XX; además, Delibes era primo de un consejero de la empresa... Todo está dicho. Miguel Delibes tenía un "enchufe trifásico" en aquella entonces pequeña y caciquil capital.
  Me quedaré, sin embargo, con las emociones que me hizo sentir cuando mozo al leer sus novelas, sus personajes honestos, sencillos, sin doblez... sin duda muy diferentes de los que debieron promocionarle socialmente en su época.
   

domingo, 25 de noviembre de 2012

Ahora leyendo: "El cielo protector" de Paul Bowles

  Nunca me atrajo Bowles, pero no como escritor, sino como gurú de masas de ricos europeos y americanos que visitaban su casa en Tánger y organizaba todo tipo de orgías sexuales y de estupefacientes como si fueran números circenses. Lo tuve por un subproducto del antiguo colonialismo europeo, ya se sabe: occidentales que, deslumbrados por el tipismo y colorido norteafricano, viven exóticas vidas de rico hombre blanco indiferente a la dura vida y muerte de los lugareños, una especie de modernos Lawrence de Arabia...
  Sin embargo, al margen de las bacanales tangerinas, sus novelas han sido elogiadas por casi todo el mundo; algunos las relacionan con la generación beat, con gente como Kerouac o Ginsberg; autores como Gore Vidal le consideran unos de los grandes "contadores de historias" del siglo XX. Sea como fuere, "El cielo protector" pasa por ser su mejor novela, la adaptación al cine por Bertolucci (que por cierto no fue de todo del agrado del escritor) es una de esas grandes películas (maravillosa fotografía como todo lo de Bertolucci) que podríamos calificar de modernas epopeyas existenciales, ayudado por dos espléndidos John Malkovich y Debra Winger.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Fragmento del cuarto capítulo de mi novela: "Honrarás a tu padre"


4 – Enric Trespasses


Habían pasado unas pocas semanas desde que se aceleraran las cosas entre aquellos tres. Lars y Sarah parecían haber pisado el acelerador en su afán por buscar a Berghoff: haciendo planes de trayectos en tren y autobús hasta la frontera franco-española; distribuyendo dinero por días para gastar en su viaje; consiguiendo los visados para pasar a Suiza y a Francia, visados de turismo, por supuesto falsificados. Judith también había avanzado mucho sus planes de hacer aliyá: dejando en manos amigas el mantenimiento de la casa de Viena, que en principio quería mantener; haciendo los trámites burocráticos permanentes; eligiendo el kibutz en que viviría, al menos al principio. Es probable que fuera una huida hacia delante: para Lars desde que muriera su madre y supiera su verdadero origen; para Sarah desde que fuera despedida y perdiera buena parte de la razón de su existencia; para Judith desde que previera quedarse sola en aquella casa, excesivamente grande. Huida hacia delante, sí, pero avance al fin.
  • ¿A que no sabes a quien me he encontrado hoy? -La cara de Sarah refulgía de alegría, así que Lars no se alarmó mucho ante la pregunta.
  • Pues si tú no me lo dices...
  • Al tonto de Oliver Smichdt.
  • ¡Vaya! Espero que no pasara nada entre vosotros... Lo pasado, pasado está.
  • ¡Qué va, mejor aún! Ya sabes que no soy de las que mira para otro lado, así que me acerqué a él para decirle cuatro cosas y con un poco de suerte cruzarle la cara de un tortazo...
  • ¡Por Dios, Sarah! ¿No harías eso, verdad? ¿En medio de la calle?
  • No, no. No hizo falta. El muy imbécil me debió ver venir, pues se parapetó detrás de un kiosco como si estuviera jugando al escondite. Me tenía tanto miedo que, sin yo decirle nada, me empezó a pedir disculpas y me dijo... ¿a que no sabes qué?
  • Pues no, obviamente...
  • Me dijo que me había delatado por despecho (como yo ya figuraba) pero que el tiro le salió por la culata y que a él también lo despidieron... Me quedé tan sorprendida, que no pude por menos que soltar una carcajada... Me dio pena el desgraciado. Me fui, no sin antes desearle que le ocurrieran toda suerte de desgracias a él y a su familia.
  • ¡Sarah, por Dios! De acuerdo que el tipo se comportó como un cerdo, pero de ahí a montarle una escena así en la calle... si a él le han despedido también, ya ha pagado lo suyo...
  • Le está bien empleado. Así de triste es, en todas partes hay gente que actúa mal por verdadero despecho, por frustración, son gente mezquina, miserable... Si vieras la cantidad de casos en que judíos que estaban escondidos fueron delatados por sus propios vecinos a cuenta de pequeñas rencillas vecinales... lo peor es que en muchos casos, los delatores sabían que enviaban a sus vecinos a una muerte segura... ¡Repugnante!
  • Sí, el comportamiento humano es deleznable... En fin, dejemos las amarguras y sigamos con nuestro viaje... Mirando el mapa, no queda duda: lo mejor la línea recta.
  • ¡Otra vez! ¿Pero qué línea recta? La línea recta de aquí a la frontera franco-española pasa a través de Italia, y nosotros solo tenemos visado para Suiza y Francia. Ya verás lo complicado que es incluso llegar a Innsbruck, sería más fácil por Alemania; de Innsbruck a Ginebra es atravesar toda Suiza, casi seiscientos kilómetros; de Ginebra a la frontera, a Le Perthus, otros setecientos kilómetros largos, pasando por Grenoble, Nimes, Montpellier y Perpiñán. Tenemos más de mil setecientos kilómetros hasta Le Perthus...

viernes, 23 de noviembre de 2012

Lecturas de juventud: Julio Verne

  Inauguro una nueva sección de este blog, las lecturas de mi ya lejana juventud, que me marcaron indeleblemente y formaron el adulto que, bueno o malo, soy hoy.
  No podía iniciar por otro que no fuera Verne. Lo sé, no soy nada original, cientos de miles tuvieron como primeras lecturas de juventud las maravillosas novelas de Verne; sus originales temas, sus heroicos personajes sin tacha, sus desenlaces gloriosos... Pocas novelas de aventuras pueden ser tan atrayentes para un chico de catorce o quince años como las de Verne. 
  En mi caso leí casi todas sus novelas en una colección de Ediciones Dalmau Socias de los años 70 que, felizmente, todavía conservo. Abrir uno de esos libros de hojas amarillentas, aspirar el añejo olor que desprenden... me retrotrae a aquellos veranos que pasaba en casa de mis abuelos en Denia... nostalgia pura.
  De las que más me gustaron, probablemente 20.000 leguas de viaje submarino, de la que también recuerdo la espléndida película (aunque fuera producida por Disney) que fue protagonizada por James Mason, Kirk Douglas y Peter Lorre entre otros.
    A pesar de ser una producción Disney, la película se ciñe bastante a la obra de Verne, y James Mason está sublime en el papel de Capitán Nemo, con su halo de hombre cultivado que se aleja del mundo tras haber perdido a su familia de forma trágica por el malvado imperialismo británico.
  Recuerdo las novelas de Verne como verdaderos refugios ideales para aquel desgarbado adolescente que se iniciaba en todas las facetas de la vida. Esos libros sí que eran mis verdaderos amigos...

jueves, 22 de noviembre de 2012

Inciso cinematográfico: "M, el vampiro de Düsseldorf "


  Otra película dirigida por el gran Fritz Lang, protagonizada por un maravilloso Peter Lorre. "M, el vampiro de Düsseldorf" (en alemán simplemente "M") narra la caza y captura de un asesino de niñas, pero no lo hará directamente la policía, sino que ésta promoverá que sea el hampa de la ciudad quien lo haga para que se reduzca la presión policial.
  Ciertamente el argumento  no es espectacular, pero la actuación de Lorre es sublime, llega a ser un modelo a seguir en la interpretación de un villano, tanto que los nazis, en su paranoia antisemita, llegaron a incluir su actuación en aquel panfleto racista llamado "Los protocolos de los sabios de Sión" como la "capacidad de los judíos para actuar y disimular en la sociedad alemana".
  Dejando de lado la estupidez nazi, la película es una joya de esa tristemente finiquitada República de Weimar que tantos espléndidos ejemplos de creación artística dio.