Y concluyo la trilogía heliconiana con el invierno. Reconozco gustosamente haber sido arrastrado a un mundo de fantasía e imaginación no falto de un cierto rigor científico y solidez narrativa, muy probablemente de las mejores novelas de ciencia ficción que he leído.
En la última entrega, el planeta Heliconia se aleja en su órbita mayor de Freyr, dejando sumido en la oscuridad y el frío a todos los continentes, pero de cruel manera a Hespagorat y Sibornal; esto provoca que los humanos encuentren terribles condiciones vitales, mientras que las criaturas no humanas del planeta, principalmente los phagors, se encuentren a sus anchas. En este contexto, nuevas generaciones humanas e inhumanas se debaten en su existencia con sus pasiones, sus éxitos, sus fracasos.
Es lamentable el desconocimiento que en nuestro país, y probablemente en todos aquéllos de habla hispana, hay de Aldiss. La genialidad del inglés y sobre todo ese equilibrio entre imaginación desbordada y escrupuloso respeto literario le coloca a la par de otros escritores mucho más reputados como Tolkien o Asimov. Debido a su avanzada edad, frisa las nueve décadas, no sería extraño que cuando desgraciadamente no esté entre nosotros se reeditase toda su obra, al menos en su lengua nativa.