Lo llevaba percibiendo desde hace años, pero se hace más evidente con la edad: siento necesidad de leer simultáneamente narrativa y poesía. Necesito una lectura que me sumerja, que me aísle de este miserable mundo que habitamos, con sus crisis, sus corrupciones, sus violencias, sus mediocridades... para eso es perfecta la narrativa: una buena novela con un hilo argumental potente que me arrastre, me anule y me lleve a donde sus páginas quieran. Pero también necesito leer algo que me emocione, que reactive mi pulso, que excite mi ya de por sí hiper-excitada sensibilidad... para eso nada mejor que la poesía.
Por supuesto no se trata de poesía de corte clasicista, aquélla para declamar en lujosos salones oficiales... no, necesito poesía intimista, poesía que busque la belleza, la esencia de aquello que permite latir a mi maltratado corazón. Un buen ejemplo es Juan Gelman.
Ciertamente maltratado debe estar el corazón de este pobre hombre, después de haber sufrido la brutalidad humana en la "carne de su carne". Es sabido: los hijos de Juan Gelman fueron "desaparecidos", torturados y asesinados por la salvaje dictadura militar que asoló Argentina en los años 70; afortunadamente pudo recuperar a su nieta, que había sido secuestrada igualmente... Debe tener, por tanto Juan Gelman, un corazón sensible pero fuerte, capaz de luchar hasta la extenuación por recuperar la memoria de sus hijos.
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