sábado, 1 de junio de 2013

Ahora leyendo (en narrativa): "Heliconia Invierno", de Brian Aldiss

  Y concluyo la trilogía heliconiana con el invierno. Reconozco gustosamente haber sido arrastrado a un mundo de fantasía e imaginación no falto de un cierto rigor científico y solidez narrativa, muy probablemente de las mejores novelas de ciencia ficción que he leído.
   En la última entrega, el planeta Heliconia se aleja en su órbita mayor de Freyr, dejando sumido en la oscuridad y el frío a todos los continentes, pero de cruel manera a Hespagorat y Sibornal; esto provoca que los humanos encuentren terribles condiciones vitales, mientras que las criaturas no humanas del planeta, principalmente los phagors, se encuentren a sus anchas. En este contexto, nuevas generaciones humanas e inhumanas se debaten en su existencia con sus pasiones, sus éxitos, sus fracasos.
   Es lamentable el desconocimiento que en nuestro país, y probablemente en todos aquéllos de habla hispana, hay de Aldiss. La genialidad del inglés y sobre todo ese equilibrio entre imaginación desbordada y escrupuloso respeto literario le coloca a la par de otros escritores mucho más reputados como Tolkien o Asimov. Debido a su avanzada edad, frisa las nueve décadas, no sería extraño que cuando desgraciadamente no esté entre nosotros se reeditase toda su obra, al menos en su lengua nativa.

jueves, 30 de mayo de 2013

Inciso cinematográfico: "American Splendor", de Springer y Pulcini

  La adaptación al cine del homónimo cómic, transliteración, a su vez, de la vida de Harvey Pekar.
   En mi opinión, en lo que se refiere a fidelidad a la obra literaria, la película es espléndida, valga la redundancia. Nos muestra la vida de Pekar, su vida gris hasta la náusea en un barrio obrero de la no precisamente glamurosa ciudad de Cleveland, su trabajo sin futuro, y su pésima vida amorosa, todo complicado por un carácter huraño e inestable.
   La elección de los actores es también apropiada, por el físico y por la identificación con los personajes. Obviamente ha sido rodada en Cleveland y en los mismos barrios desfavorecidos que aparecen en las novelas gráficas.
  La pregunta clave es: ¿por qué nos atrae tanto la vida de un perdedor, amargado y olvidado? En mi opinión, es por el contrapunto absoluto a los super-héroes. La razón por la que nunca me gustaron los cómics de la factoría Marvel es porque todo eran super-héroes inverosímiles, irreales, frecuentemente con argumentos sencillísimos, pueriles. American Splendor  pertenece a esas novelas gráficas para adultos que reflejan vidas normales y corrientes, pero también con argumentos más complejos, más interesantes. Marvel es la responsable del descrédito del cómic, descrédito del que se va liberando, porque todo era demasiado infantil, para adolescentes granujientos con pésima vida social en su colegio o instituto; en contraposición, el cómic actual, con europeos como Vittorio Giardino, Jacques Tardi; americanos como Harvey Pekar o Art Spiegelman han elevado la novela gráfica a las categorías más altas de la literatura.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Me heriste

Me heriste.
Una vez más y mil más
A mis desprecios siguieron los tuyos.

Nada más que hacer,
Solo sonreír con protocolo
Sin alma, sin aprecio.

Todo seguirá igual...
hasta el final.

jueves, 23 de mayo de 2013

Ahora leyendo (en poesía): "Las bodas de Pentecostés", de Philip Larkin

  Un revolucionario de la lírica, sobre todo en la temática, aunque también algo en la forma: Philip Larkin.
   Larkin es uno de los mayores poetas en lengua inglesa del siglo XX. Pero destaca por su ruptura con la generación anterior, Yeats, Eliot y demás. Los temas de Larkin son la vida cotidiana, gris hasta la desmesura, con una fijación en la infelicidad. Escribió varios poemarios, no muchos, los primeros continuando con el estilo de los autores antes citados, sin duda, obras de juventud; sin embargo, a partir de su medianía de edad, se produce el cambio que le hace único y que provocaría un verdadero escándalo en la sociedad literaria anglosajona.
   Las bodas de Pentecostés pertenecen a esta etapa más suya. El escándalo vino como consecuencia de ser ya un poeta consagrado, alguien venerado incluso, que giraba sobre sí mismo, tocando temas ásperos, desabridos, probablemente como el carácter del propio Larkin. En definitiva, poesía sin concesiones a lo comercial, como debe ser.

sábado, 18 de mayo de 2013

Inciso cinematográfico: "Más allá de las colinas", de Cristian Mingiu

  Más allá de las colinas, "Dupa Delauri" en rumano, es una película dura, diría realista, con un tempo muy lento, casi el de la eternidad. Las protagonistas son dos chicas, una de ellas, Alina, ha vuelto de trabajar de Alemania, para buscar a Voichita, con quien tuvo, así se insinúa al menos, una relación sentimental en el pasado.
   Pero las cosas han cambiado radicalmente, ahora Voichita es monja en un pequeño convento ortodoxo. La situación de Alina es desesperada, provocando un desenlace previsible: su muerte en una suerte de exorcismo. 
  Lo mejor de la película, a mi entender, es la originalidad del tema, la excelsa sobriedad de la fotografía y ese ritmo lento del que hablaba antes. Realismo puro, sin pretensiones efectistas... ni siquiera banda sonora. El resultado final es una película dura pero hermosa que mereció la "palma" al mejor guión y a la mejor actriz en el Festival de Cannes de 2012.

viernes, 17 de mayo de 2013

Fragmento del cuarto capítulo de mi novela:"Dulce et decorum est pro patria mori"

IV WILLIAM

- ¡Vamos inútiles, moved el culo! ¡Terminad de una vez!
¡Cómo me duele la espalda! Ya no tengo edad para acarrear sacos durante más de diez horas. No puedo más.
- ¡Tú! ¿Qué pasa, no quieres seguir trabajando?
- Un momento, capataz, me duele mucho la espalda...
- ¡Pobrecito! ¿Habéis oído? A este pobre le duele la espalda... ¿Llamamos a tu mamá? ¡Ponte en pie inmediatamente y sigue descargando o te muelo a palos!
- No... no puedo más...
- ¡Sigue trabajando o lárgate! ¿Quién te crees que eres?
- Está bien, me voy... págueme lo que me debe.
- ¡Esta sí que es buena! ¿Que te pague, encima? ¡Fuera de mi vista, no vuelvas nunca por aquí, eres la escoria de todo Londres, desaparece!
- He trabajado toda la semana, hoy casi seis horas... merezco mi salario.
- ¡Fuera de aquí, perro andrajoso! La gentuza como tú tenía que desaparecer de la faz de la tierra... No verás ni un penique, vete antes de que suelte a los perros.
- ¡Explotador, hijo de puta!
- ¡Fuera, chusma, no vales para nada!
- ¡Eso, vete llorando, “mediohombre”, no eres capaz ni de ganar un jornal! 

¡Mierda de vida, qué asco de gente! Me voy, no quiero saber nada de ellos... ¡Dios, tan difícil es que uno pueda ganar algún dinero para poder sobrevivir! No quiero nada más, solo que me respeten como yo respeto a los otros...
No, no era fácil para William ganarse la vida. Su baja capacitación profesional le llevaba a trabajos subalternos, mal pagados y mal considerados, pero su sensibilidad no estaba hecha para eso... con alma de poeta tenía que ganarse la vida como estibador de muelle.
No lograba encontrar acomodo en Londres, como tampoco lo había conseguido en su ciudad natal, Cardiff. Todo lo sentía, todo le dolía, lo que le hacían a él y lo que veía que hacían a los otros. Era un hombre sin maldad en un mundo de malvados, de amargados, de tipos duros; un mundo en el que los hombres no lloran, y él, siendo un hombre, no tenía miedo a llorar. Tenía que poner cara de duro, de insensible, como si a él no le afectara nada; sus “amigos” eran simples truhanes, embrutecidos prostibularios que se alienaban con el alcohol barato, gente sin alma, meros animales con forma humana. Él, sin embargo, necesitaba del contacto humano, buscaba ese guiño de entendimiento, de complicidad, pero solo encontraba muecas de borracho.
No consigo mantener un trabajo, pero ¿qué culpa tengo yo? No estoy hecho para estas labores, si no puedo, no puedo... Voy a tomar una pinta.
William tenía una clara tendencia a huir de los problemas con el alcohol, aunque a la vez lo temía, había visto demasiadas veces borracho a su padre como para anularse completamente con la cerveza.
Entró en un pub cercano a los muelles. Los parroquianos eran obreros en traje de faena, quizá la única que tenían, que bebían para embrutecerse y perder el miedo a la miserable existencia que arrastraban; todos eran hombres jóvenes, menores de cuarenta años, pero por sus ajados aspectos y cansados ademanes parecían más de sesenta.
- ¡Una pinta Joe!
- Marchando... ¿qué tal el trabajo? Has salido pronto hoy...
- Me han echado... ese fascista de Moore... así se muera...


miércoles, 15 de mayo de 2013

Ahora leyendo (con los peques): "El viento en los sauces", de Kenneth Grahame

  Probablemente no haya país en el mundo que haya dado mayor número de escritores de calidad en literatura infantil y juvenil que Reino Unido (principalmente Inglaterra), desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Entre ellos es destacable Kenneth Grahame, quien, por lo visto, tenía como ocupación principal ser un alto cargo del Banco de Inglaterra. Grahame pasó a la posteridad por crear unas escenas maravillosamente bucólicas con el señor Topo, el Ratón de agua, la Nutria o el Tejón, protagonistas principales de El viento en los sauces.
  Siempre me gustó leer para y con los niños, algo que jamás hicieron mis padres con mi hermana o conmigo. Creo que es la forma más evidente de promover la lectura entre las nuevas generaciones. Este tipo de novelas hoy universales, en su tiempo inequívocamente inglesas, son ideales para leer con ellos.

martes, 14 de mayo de 2013

Ahora leyendo en poesía: "País que fue será", de Juan Gelman

  Lo llevaba percibiendo desde hace años, pero se hace más evidente con la edad: siento necesidad de leer simultáneamente narrativa y poesía. Necesito una lectura que me sumerja, que me aísle de este miserable mundo que habitamos, con sus crisis, sus corrupciones, sus violencias, sus mediocridades... para eso es perfecta la narrativa: una buena novela con un hilo argumental potente que me arrastre, me anule y me lleve a donde sus páginas quieran. Pero también necesito leer algo que me emocione, que reactive mi pulso, que excite mi ya de por sí hiper-excitada sensibilidad... para eso nada mejor que la poesía.
   Por supuesto no se trata de poesía de corte clasicista, aquélla para declamar en lujosos salones oficiales... no, necesito poesía intimista, poesía que busque la belleza, la esencia de aquello que permite latir a mi maltratado corazón. Un buen ejemplo es Juan Gelman.
   Ciertamente maltratado debe estar el corazón de este pobre hombre, después de haber sufrido la brutalidad humana en la "carne de su carne". Es sabido: los hijos de Juan Gelman fueron "desaparecidos", torturados y asesinados por la salvaje dictadura militar que asoló Argentina en los años 70; afortunadamente pudo recuperar a su nieta, que había sido secuestrada igualmente... Debe tener, por tanto Juan Gelman, un corazón sensible pero fuerte, capaz de luchar hasta la extenuación por recuperar la memoria de sus hijos.

Ahora leyendo en narrativa: "Heliconia, verano", de Brian Aldiss

  Inicio la segunda parte de esta trilogía. La primera, Heliconia, primavera, era un verdadero prodigio de imaginación compensado con rigor científico.
   El planeta sigue girando en su órbita a Batalix, pero además acercándose cada vez más a Freyr, lo que provoca cambios climáticos extremos; llevando una tierra helada a convertirse en una zona verde, fértil; pero también provoca cambios bruscos en las poblaciones humanas e inhumanas, que han de adaptarse como pueden a dichas alteraciones.
   Es una pena que este gran autor británico haya pasado sin pena ni gloria por nuestro país, que sin embargo sí conoce, merecidamente, por supuesto, a Asimov. En el caso de la trilogía "heliconiana" no se trata de futurismo espacial, sino astronómico, con un argumento localizado en un sistema solar binario que provoca evoluciones verdaderamente interesantes. Aldiss consigue dar verosimilitud a esa situación astronómica, a la vez que nos introduce en la realidad palpitante de los habitantes de Heliconia.

lunes, 13 de mayo de 2013

Stéphane Mallarmé

  Me sorprendo a mí mismo de no haber leído a Mallarmé hasta ahora. Leyendo y releyendo con frecuencia a los simbolistas franceses, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud; teniendo como poema sinfónico favorito el Preludio a la siesta de un fauno, de Debussy... No tengo perdón, sencillamente...
   Sigo prefiriendo a Baudelaire, pero es necesario reconocer a Mallarmé como su mayor influencia -aunque el discípulo, en mi opinión, superara al maestro-; además, la búsqueda de la belleza sin concesiones, su ruptura con la moral y costumbres burguesas, la hiperexcitación de la sensibilidad... hacen que le tiemble a uno el pequeño libro de Alianza Editorial en las manos.