Otra más de Modiano. En el prólogo de la edición en la Colección Austral del Grupo Planeta, firmado por Adolfo García Ortega, dice textualmente: "Creo que he leído prácticamente todo lo que ha escrito, y por eso puedo decir que Dora Bruder es su mejor novela", me parece una exageración. Dora Bruder es muy "modianesca": ambientada en París, personajes evanescentes, aspectos biográficos integrados de forma sutil o brusca... pero de ahí a decir que es su mejor novela... En esta novela, Modiano trata de recuperar (más con ficción que con datos reales) la vida de una chica de quince años, Dora Bruder, que desaparece en el París de la ocupación nazi (periodo, por cierto, también muy modianesco), época terrible para desaparecer de una suerte de internado de monjas si se es de familia judía. Aquí están los mimbres de toda la novela, lo demás es el oficio de escritor de Modiano que recupera datos reales, inventa otros, deforma algunos, introduce aspectos propios... es decir los abecé de la creación literaria de ficción.
Eso es lo que más me gusta de escribir, lo que hace de mí un modesto advenedizo en ese campo: la capacidad de fabular a partir de un molde real, sin buscar la verdad indiscutible (que, muy probablemente, no exista) aunque sí que sea verosímil. Con ese principio se pueden idear millares de mundos imaginarios que, en mi opinión, son el gran aporte de la literatura (tanto para el lector como para el escritor) y que nos permite a muchos seguir alentando en la grisura de la existencia.
En fin, después de esta reflexión existencial un tanto tragicómica diré que Dora Bruder es otra novela que engancha sin que uno sepa por qué. La prosa de Modiano es como siempre: ligera, breve, directa, sin artificios y certera; los temas llegan al lector porque son fáciles de empatizar con ellos, aunque el trasfondo histórico es el del holocausto y la Segunda Guerra Mundial, Modiano lo enfoca en los sentimientos de personas corrientes y molientes; pero a pesar de la brutalidad de los hechos, el francés lo hace sin aspavientos, con una naturalidad que impacta más que los adjetivos grandilocuentes.
Los recuerdos personales del propio escritor son introducidos en la novela a la vez que va desgranando (o inventando, vaya usted a saber) lo poco que se sabe de la protagonista. Hay más de veinte años de diferencia (pues Dora Bruder desaparece en el 41 y Modiano nace en el 45), pero le da el mismo tratamiento a los pensamientos y sentimientos que debieron asediar a aquélla y los que le acongojaron a él a sus veinte años; por otra parte, el mismo escenario, aquel barrio de París, da la ligazón suficiente para que los flash-backs del escritor no queden extraños.