Reconozco que leí por primera vez sobre Boris Vian hace pocos meses, en uno de esos certámenes literarios a los que uno lanza relatos y novelas como un náufrago lanza botellas al mar. A través de ese concurso me enteré de que el tal Vian fue un escritor francés de primera mitad del siglo XX (nacido en 1901 y muerto en 1939) que se asocia a aquel grupo de escritores un tanto desbarrantes (tendentes al surrealismo y a la experimentación literaria, diría un "erudito") que se reunió en torno al ficticio "Colegio de patafísica" que contó además con gente tan acreditada como Marcel Duchamp, Raymond Queneau o el propio Fernando Arrabal. Era gente con una visión artística y lúdica de la existencia, muchos de ellos dominaban distintos artes y conocimientos (Duchamp como artista pictórico y ajedrecista, Queneau como matemático y escritor, el propio Vian como escritor y músico de jazz...); en fin, eran tipos ciertamente interesantes. Así que, ni corto ni perezoso, decidí leer algo del tal Vian... y compré Que se mueran los feos.
Y tengo que decir... que no me está gustando nada. No sé, tal vez tenga gustos literarios demasiado clásicos pero la verdad es que esta novela no me parece de gran calidad. Es una suerte de novela negra ambientada en California, muy rápida de ritmo, argumento hiperviolento y muy superficial... Quiero decir superficial porque, por ejemplo, los personajes están muy someramente delineados, el argumento general un tanto predecible y no hay argumentos secundarios. Me parece una novela negra escrita por un principiante. En la contraportada, los de Tusquets dicen que es una "delirante y corrosiva parodia de novela negra", pero, francamente, o esa parodia es muy sutil o más bien parece una novela defectuosa. Lo que quizá pase es que de la poca novela negra que he leído (no me gusta el subgénero, también hay que decirlo) lo que más he leído es de Georges Simenon, no del Comisario Maigret pero sí otras del mismo subgénero como aparecen sus reseñas en este blog. Claro, el belga es uno de los maestros de la novela negra, y aunque no me guste el subgénero, leyendo a Simenon veo lo contrario a esta novela de Vian: los personajes son redondos, están muy bien delineados y se aprecia evolución a lo largo de la novela; el argumento general no es en absoluto predecible (esto es, creo yo, la gran virtud de la novela negra); y hay varios argumentos secundarios que enriquecen el texto enormemente. Además, la prosa de Simenon es lenta, adjetivada, con profusión de frases subordinadas... mientras que la de Vian es rápida, con frases cortas y aspecto de crónica periodística.
¡Vaya, que no me está gustando! Pero no quiero ser injusto: el tal Boris Vian, como todos los del Colegio de Patafísica, fue un tipo poliédrico, y bien podría ser que probara varios subgéneros narrativos con distinta fortuna. Por ello, cuando compré Que se mueran los feos, también cogí La espuma de los días, de subgénero y argumento totalmente distinto. Pero primero veremos que tal acaba ésta.
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