Pequeña obra genial del inmortal autor de Los episodios nacionales. Digo pequeña porque no se puede comparar con aquéllos, pero tampoco con otras novelas como Fortunata y Jacinta, Misericordia o Doña Perfecta; pero digo genial porque todas las características de Galdós están presentes: la minuciosa descripción de los ambientes, la crítica social, la toma de conciencia por los desfavorecidos frente a la hipocresía general... todas ellas comunes al llamado Realismo literario. Sí, es un disfrute intelectual leer hoy a Galdós. Su calidad lo ha elevado a la categoría de atemporal, principalmente porque, aun cuando describe tan detallista los ambientes, los personajes retratados son arquetipos humanos, propios de cualquier época y lugar. Eso por no hablar de la prosa reposada, adjetivada, con muchos arcaísmos (a mí me gustan, especialmente, los verbos reflexivos con el pronombre personal incluido en la palabra, "lavábase", "sentose", "aproximose"...). En fin, entiendo que leer a Galdós a finales del XIX o principios del XX no era más que un ejercicio de modernidad, toda vez que el propio autor ejerció como periodista y político y sus novelas parecían aceradas críticas a la sociedad del momento, al clericalismo que se resistía a morir, o la defensa del aperturismo que tanto deseaba el autor para su país... pero leído cien años después se nos antoja totalmente ácrono, sin exclusiva trabazón con su época.
Argumento de Marianela: en una ficticia localidad cántabra, Socartes, se desarrolla la triste vida de Marianela, huérfana, deforme, maltratada por todos, que sirve de lazarillo a Pablo Penáguilas, hijo de un rico de la zona, ciego de nacimiento. Pablo es el único que no veja a Marianela, hasta el punto de que ella queda prendada de él. A la localidad llega Teodoro Golfín, médico oftalmólogo, hermano de Carlos, ingeniero de las minas de la zona. Teodoro cree poder curar la ceguera de Pablo, algo que es visto allí como un milagro por todos excepto por Marianela, que teme que Pablo recobre la vista y la aborrezca por su fealdad. Tal ha sido el maltrato recibido por la chica, que su autoestima se encuentra por los suelos, sintiéndose un ser sin valía, molestia para todos, útil tan sólo para el pobre ciego; si éste deja de serlo, ¿qué sería de ella? Finalmente, Teodoro Golfín opera a Pablo y éste recupera su vista, llevando a Marianela a ocultarse en el campo para que nadie pueda verla. Allí, en soledad, intenta suicidarse, pero es rescatada in extremis por Golfín y llevada de nuevo al pueblo. En todo caso, la salud de Marianela se ha deteriorado notabilísimamente, de modo que cuando Pablo la reconoce por el tacto de sus manos y su voz ya está agonizando. La novela termina con la muerte de la protagonista y su entierro en un sepulcro ornamentado y lujoso, contraste absoluto con la mísera vida que llevó.
Es, pues, un drama absoluto, una obra de un pesimismo muy marcado. Los estudiosos de Galdós la denominan "novela de tesis", por mostrar tan a las claras la ideología de su autor, lo que antes decía de la denuncia de la hipocresía social y la falta de caridad cristiana en boca de quien se autodenomina cristiano con la boca llena. Todo ello contrasta con un paisaje idílico, como para constatar todavía más fehacientemente las injusticias de la sociedad humana.
En fin, un clásico de la literatura española del XIX que no debe olvidarse nunca, tanto desde un punto de vista formal, para no disminuir la calidad prosística de lo escrito y leído, como desde el punto de vista temático, para tratar de mejorar nuestras vidas y las de los que nos rodean.