Aun a riesgo de repetirme, glosaré las virtudes que la colección El Club Diógenes de la Editorial Valdemar tiene para un lector empedernido como quien esto escribe: En apenas diecinueve por doce centímetros (y antes era mejor, pues era de diecisiete por once), formato que permite llevar el libro a cualquier parte, incluso introducirlo en algún bolsillo, Valdemar selecciona los mejores cuentos de narrativa fantástica y de terror de distintas temáticas: casas encantadas, vampiros, fantasmas, pesadillas, la muerte como personaje, ambientados en el mar, sabios enloquecidos, momias, zombis... Todo ello en antologías selectas de lo mejorcito que tiene este subgénero narrativo. Por poner un ejemplo, en el volumen que acabo de leer están autores como Poe, Sheridan Le Fanu, Lovecraft, Ambrose Bierce, M.R. James o W.H. Hodgson. El resultado es, pues, una pequeña obrita de bolsillo de una calidad excelsa. Vaya por ello mi agradecimiento a la Editorial Valdemar, activa desde 1989, que en estos cuatro decenios y pico de egregia labor de difusión cultural ha dejado ya un acervo literario impagable al reeditar textos ya descatalogados e incluso publicar nuevas traducciones (puesto que la inmensa mayoría de los textos son de autores anglosajones del siglo XIX) con una sobresaliente calidad. Creo que es justo reconocer la imprescindible labor editorial, sobre todo cuando un servidor es tan crítico con las grandes editoriales (y que no cambio de opinión en este sentido, ¡eh! Las editoriales dominantes del mercado sólo son meras máquinas de hacer dinero, explotar escritores y manipular a los lectores). Pues eso, dicho queda.
En narrativa de terror, las casas encantadas son un tema recurrente. La mezcla de mansiones abandonadas en parajes remotos, con historias truculentas previas, poca o ninguna luz, mobiliario arcaico y desvencijado... genera en muchos una sensación de desasosiego e inquietud que es la antesala del miedo. Tal vez el instinto animal primitivo que nos sitúa como posibles presas de criaturas más grandes y poderosas que nosotros en una localización que no dominamos sea la razón de ese miedo irracional. Los mejores escritores de terror, Edgar Allan Poe es un buen ejemplo han explotado esta mina con frecuencia. En este volumen, concretamente, el de Poe es el mejor relato, no es otro que el archiconocido El hundimiento de la casa Usher, uno de sus relatos mejor pergeñados y admirados. Otros autores imitados hasta la saciedad por miles de admiradores como Howard Phillips Lovecraft no es tan pródigo en localizaciones como casas para ambientar sus terroríficos relatos, aunque Valdemar ha seleccionado uno, La casa evitada, en el que el genio de Providence desgrana con método periodístico, comportándose él mismo como un investigador alejado del sensacionalismo supersticioso, el terror de un viejo caserón. En todo caso, las características "lovecraftianas" están en el texto con la aparición de un ser viscoso, no descrito plenamente, que habita bajo la mansión, chupando las vidas de los que allí viven a lo largo de los siglos. Otro grande es John Sheridan Le Fanu, con El espectro de madame Crowl en el que ese fantasma, contrito y apesadumbrado, se aparece a los habitantes de la casa para confesar el crimen que cometió decenios atrás.
Y así hasta veinticinco relatos, agrupados en cuatro secciones en función de cómo se genera el terror en el lector: El teatro del miedo, La noche en vela, Fantasmas del pasado y Poltergeist. Un pequeño volumen (de dimensiones, pero de casi setecientas páginas) con lo más granado del terror en casas encantadas y fantasmagóricas, una pequeña joya literaria.