Mi mirar es tan nítido como un girasol.
Tengo costumbre de andar por los caminos
mirando a la derecha y a la izquierda,
y, de vez en cuando, mirando hacia atrás...
Y así, lo que veo a cada instante
es lo que antes nunca había visto,
y que yo sé advertir muy bien...
Sé asombrarme respecto de mí mismo,
como lo haría un niño si, al nacer,
realmente supiese que ha nacido...
Siento que voy naciendo a cada instante
para la eterna novedad del mundo...
Creo en el mundo como en una margarita,
porque lo veo. Mas no pienso en él
porque pensar es no comprender...
No se hizo el mundo para pensar en él
(pensar es estar enfermo de los ojos)
sino para mirarlo y aprobarlo.
No tengo filosofía: yo tengo sentidos...
Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa lo que es,
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama
ni sabe por qué ama, ni lo que es amar...
El amar es inocencia eterna,
y la única inocencia es no pensar...
Alberto Caeiro
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